viernes, 9 de junio de 2023

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Bienvenido a mi blogs. Escribidor de sueños, el el seudónimo que uso para presentar mis escritos. Relatos cortos que te contarán la realidad más latente. Dicho esto, escribir siempre ha sido mi sueño. Así pues comencé a escribir mis pensamientos, ilusiones, opiniones y mi sentido de ver la vida en una serie de artículos y relatos cortos que fue publicando en "La Opinión de Cabra", "Málaga Magazine" y "Cabra Noticias".                                                                             
Mis relatos están inspirados en determinadas vivencias propias o acontecidas en este tiempo actual o pasado, cuyo nexo común la mayor de la veces es la denuncia social, las historias surgen de la rabia contenida en la pluma, de la conciencia y necesidad de contarlo, de hacerlo vivir y hacer participes a vosotros, los lectores.

Únicamente busco ofrecerles un cúmulo de entretenimiento para llenar muchas de nuestras horas, donde solo la lectura nos puede resultar lo más gratificante. Y en este lugar de mis sueños, soñar en el imaginario de que incluso para aquellos que leer les resulte una tarea, un deber o un aburrimiento y se hayan acercado a la lectura por algunos de mis relatos es toda mi pretensión y aportación a éste mágico mundo de la literatura.

"Relatos desde el corazón. Déjame soñar. Inquietudes. Mentiras" son mis cuatros libros que podrás acceder a su contenido pulsando en cualquiera de ellos en el menú de navegación. Asi mismo podrás leer mis: "Microrrelatos. Poesías. Reflexiones. Artículos de opinión, y otros".

¡Seguidme!

Confío en no defraudaros, procuraré entreteneros y espero que disfrutéis con su lectura.  

Espero vuestros comentarios, sugerencias y correcciones, os estaré agradecido.

jueves, 8 de junio de 2023

¿Quién soy yo?

  Antonio Fernández
 (escribidor de sueños)
 Habría que preguntárselo a mis familiares a mi amigos a mis conocidos,  etc., ellos describirían desde su visión quién soy yo. El análisis de la  visión de todos ellos, daría sin duda una realidad próxima de quien y  como soy.

Yo solo puedo decir que me llamo Antonio Fernández Álvarez, que nací  en Cabra el dos de diciembre de 1959, que estoy casado, tengo un hijo y que disfruto con la lectura.

Mis hobbies:

1ª) La lectura

Comencé desde muy niño a leer, aún recuerdo el primer libro que pude comprarme, dado que con tan solo 13 años ya empecé a trabajar, era "Don Camilo" de Giovanni Guareschi, el cual he releído varias veces.

Pero de este libro entre comicidad y ternura, hasta los dramas íntimos y las condiciones ambientales que Francisco Candel refleja en su obras, y los clásicos más representativos de nuestro siglo de oro de la literatura, Quevedo, Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera, Cervantes, etc., hasta autores contemporáneos: Gabriel García Márquez, Mario Varga Llosa, etc. Y por supuesto no podía ser de otra forma mis paisanos D. Juan Valera y D. José Calvo Poyato (éste último fue profesor mío). Hasta los bestseller de los últimos años: "El Código Da Vinci", "La Catedral del Mar", "Los Pilares de la Tierra", todo un cúmulo de entretenimiento, desarrollo y enriquecimiento cultural que ha llenado muchas horas donde no había nada más gratificante que la lectura.

2º) El ciclismo

No tengo precisamente un aspecto atlético más bien sobradito de kilos, pero este deporte me encanta. Eso sí solo con la llegada del buen tiempo, el magnífico paraje de la subbética por donde trascurre "la vía verde", que es la mejor de las rutas fuera del peligro que entraña la carretera, y un poco de sacrificio, los fines de semana suelo salir a practicar algo de ejercicio con mi "mountain bike".

miércoles, 7 de junio de 2023

Relatos desde el corazón

Introducción

Relatos desde el corazón, no tiene ninguna pretensión literaria, dado que como me gusta puntualizar yo soy escribidor, definición que significa mal escritor, son relatos cortos hechos a vuela pluma con el corazón, muchos de ellos como escape psicológico a momentos difíciles, por lo cual son producto de una evasión y resurgir a un nuevo estado de ánimo, vencido por unas circunstancias adversas.                             
También es un libro que ve la luz, gracias a los momentos más duros que he pasado en mi vida, es la salida de ese bucle de miedos y tristeza en que me había sumido tras sufrir un infarto, es una apuesta de que incluso en los momentos más delicados podemos realizar nuestros sueños, aun cuando más tocados estemos, las escusas y las barreras provienen de nuestro interior. Un sueño hecho realidad, que ha sido un reconstituyente ideal para mi mejoría notable.
Relatos desde el corazón, hechos con el corazón. Un libro que deseo de gratificante lectura para grandes y pequeños.

 Agradecimientos
A Isabel Natalia García Ruiz, mi sobrina que se ha prestado a realizar las ilustraciones que aparecen en el libro, robándole tiempo de sus estudios.
A mi mujer por su paciencia conmigo.
A mi hijo por leerme y corregirme.
A mi psicólogo por animarme.
 Autor: Antonio Fernández Álvarez, nací en Cabra el 2 de diciembre de 1959, casado, y con un hijo.
Ilustraciones: Isabel Natalia García Ruiz estudiante en la Facultad de Bellas Artes de Granada.

Como ave fénix

La pequeña de un año dormitaba en el suelo de la choza, sobre un colchón de paja, sus padres salieron a trabajar al campo en cuanto la luz solar lo permitió, serían las 7 y 10 de la mañana, los otros dos hijos Juan y Rosana de seis y ocho años respectivamente se quedaron en la choza. No se los llevaron al campo, porque la nevada del día anterior había echo mella en su huesos y tiritaban como pajarillos; -sin duda nos ayudaran más si se quedan aquí pensó el padre,- puesto que no podrán recoger ni una sola aceituna con este frío, y ellos cuidaran de la pequeña.

La fresca y gris mañana hizo que los niños no saliesen de la choza y como el frío cada vez era más acuciante, Juan intentó hacer fuego en el fogón como había visto hacer a su padre, y se sintió todo un hombre cuando la lumbre empezó a calentar el pequeño habitáculo que tenían por casa.

Los chiquillos entraron en calor y se despreocuparon jugando, Rosana con una vieja muñeca hecha de trapos y Juan con una espada de madera.

Nunca llegarían a saber que había ocurrido pero para cuando quisieron darse cuenta era muy tarde, el colchón donde dormía Laura la pequeña, estaba ardiendo, Rosana intentó coger a su hermana que se había despertado y lloraba. Le era imposible, sus pequeños brazos sufrieron quemaduras de segundo grado al intentar salvarla, pero un milagro hizo que pudiera sacarla de ese infierno y envuelta en una manta, solo se  quemara algo del pelo de la cabellera de la pequeña.

Juan corría como un poseso a avisar a sus padres, que a su vez venían corriendo cuando desde la lejanía divisaron el humo exagerado que provenía de la choza y se temieron lo peor.

Cuando llegaron la casucha ardía como una tea, no pudieron salvar nada de sus pertenencias, pero abrazados a sus hijos lloraban y daban gracias a Dios porque salvo las quemaduras que presentaba Rosana en los brazos todos estaban bien. Construirían un nuevo cobijo, y volverían a empezar.

El espectro

Caminaba delante de mí con paso incierto, era muy tarde yo volvía de un viaje que había durado más de dos horas de coche, por la lluvia que copiosamente caía desde que salí de Estepona. Había aprovechado hasta última hora la visita a mis clientes, lo que hizo que saliese de esa ciudad cuando ya eran las diez de la noche.

No pude encontrar aparcamiento cerca de mi casa y tuve de dar una vuelta para conseguir aparcamiento un par de manzanas de mi domicilio, así que tuve que andar un buen trecho antes de llegar a mi portal.

Surgió de pronto, la figura de ese individuo que parecía un borracho quizás, ya que llovía abundantemente y no llevaba ni paraguas ni gabardina que lo protegiese del aguacero. O tal vez yo no me había percatado antes de su presencia, pero era seguro que no estaba cuando accedí a la esquina de la larga calle donde yo vivía.

  -Probablemente ha salido de un portal- me dije.

 Pero un escalofrío recorrió mi cuerpo, temí que fuese un atracador, mi traje y mi maletín podría haberle llamado la atención de un buen botín, que sin duda se sería frustrado cuando descubriese que solo contenía catálogos y mi cartera no portaba más de veinte o treinta euros.

Ahora yo caminaba más despacio dudaba rebasarle y también temía que se diese cuenta de mi actitud. Verdaderamente pensaría que le tenía miedo.

 Pero a pesar de haber disminuido mi paso cada vez estaba más cerca de él, y la tenue luz de una farola de la calle me permitía ahora describirle, pero el pánico se apoderó de mí y me quedé paralizado, hasta el maletín que portaba en mi mano izquierda se me cayó, quise gritar pero no me salía la voz del cuerpo.

El sujeto de una delgadez extrema no caminaba, era como si anduviera deslizándose pero elevado del suelo unos diez o quince centímetros, unas largas manos pegadas a sus costados dejaban ver unos dedos de color cerúleo, el golpe del maletín sobre la superficie sonó fortísimo en el silencio de la noche, y giró solo su cabeza en un giro imposible de ciento ochenta grados. El horror se apoderó de mí su cara igual que las manos parecían de cera y no tenía ojos sino un par de cuencas oscuras y vacías, como si me mirasen fijamente. Y desapareció.

 El nuevo inquilino

El miserable cuartucho que tenía alquilado en la viejísima casa de vecinos donde vivía, estaba situado en el patio principal de la vivienda, próximo una pila de un tamaño considerable con un caño que continuamente estaba echando agua abundante, y fría incluso en verano. Era donde principalmente la mujeres se juntaban para lavar la ropa y de paso un rato de cháchara donde o criticaban a la vecina que no estuviera en ese preciso momento, o incluso algunas veces se ponían verdes entre ellas habiendo llegado a las manos en alguna ocasión.

El agua que caía a la pila desaguaba en un retrete que había próximo a ésta sin ventilación ninguna y con una puerta destartalada de madera a la cual le faltaban más de 30 cts. desde la misma hasta el suelo. Era un retrete común que utilizaban las 50 personas que vivían en la casa, entre adultos y niños. 

El cuchitril solo era una habitación de no más de dos metros de ancho por cuatro de largo. La puerta de madera desconchada y cuarteada quedaba a la izquierda y a no más de 20 cm. una ventana pequeña con una reja permitía la única luz y ventilación que tenía la estancia. Como a la mitad del mismo una feísima cortina de tela separaba la estancia, quedando la parte de atrás como el dormitorio, donde una cama de 105 con cabecero niquelado destacaba junto a la pared desconchada por culpa del salitre producido por la humedad, la mesita de noche de madera de haya, con patas isabelinas tenía dos cajones y un penacho con un dibujo tallado y acabado con pan de oro, realzaba tanto que evidenciaba que no era el sitio para un mueble de evidente valor. Un arca en madera también tallada al lado derecho de la cama contenía toda la ropa de él.

Al entrar solo una mesa redonda de 90 cm. con cuatro sillas de madera y anea a su alrededor  y un mueble de formica con un bar y vitrina, donde la cristalería con el filo de oro distinguía que la misma era de un coste elevado para un personaje que vivía en tan tétrico lugar.

Hacía solo unos meses que había alquilado el cuartucho, en realidad, nadie lo había visto, después del día de su llegada con su pertenencias, pasó junto las mujeres que lavaban en la pila, las saludó con un sonoro buenos días sin mirarlas, abrió el cuarto, ordenó a dos jóvenes que le acompañaban que colocaran sus cosas, él solo se limitó a indicar donde debían colocar el escaso ajuar, cuando estuvo todo instalado les dio dos monedas a cada uno, parecieron quedar conformes y se marcharon corriendo.        

            - María: Yo creo que lo ha matado, no lo hemos visto desde su llegada. Y el otro día oí….

        - Paqui: “Es un loco que su familia gente de mucho dinero no han querido que encierren en un manicomio pero que tampoco lo quieren en su casa y le han puesto tierra por medio”, dicen que no es peligroso.

        - Anita: Es un bohemio.

        - Pepa:  Eso, eso nos hace falta aquí otro borracho, bastante tenemos ya con Paco el marido de la Trini.

        - Lola: Que no te enteras no es borracho es un hombre de vida desordenada.

        - Juanillo el niño de la Lola: Es un fantasma.

¿Que dices chiquillo? -dijeron todas casi al unísono-. Y se pusieron a reír con chillonas carcajadas que se silenciaron repentinamente, cuando un sonoro buenos días le hizo caer en la cuenta de que era él, no le habían visto entrar al patio ni se habían percatado de su presencia, solo que estaba allí acariciando la cabeza de Juanillo, y sin mirarlas de dirigió a su tabuco.

El suicida

“A veces se me va la cabeza, pero no es una sensación desagradable, todo lo contrario es como si yo mismo saliese de mi cuerpo y pudiese manejar éste como si de una marioneta se tratase, no existe percepción del ridículo ni tema tabú que pueda no decir y entonces hago y digo cosas que cuando vuelvo en mí me afligen”

La siquiatra escuchaba atentamente al paciente que tendido en el diván le contaba sus preocupaciones, y su malestar consigo mismo. Pero sin duda lo que más le impresionaba eran sus tristes ojos, sentía dolor por aquel hombre que aparentaba más edad de la que tenía, y por su aspecto cansado y hundido estimó que su sufrimiento interior estaba acabando con su vida, y su trabajo consistiría en recuperarle y guiarle para recomponerle de su estado cata tónico.

Un mes antes el Jefe de Policía Manuel Reyes le llamó a su consulta, para que acudiese urgentemente, un hombre había decidido suicidarse y se había arrojado por la ventana de un tercer piso. Yacía en el suelo cuando llegaron, no había conseguido su objetivo, pero las lesiones sufridas en sus piernas y cadera, probablemente impedirían que volviese a caminar, ese hombre es quien estaba ahora en su consulta, por algún extraño deseo del destino se había sentido atraída por él, en el momento que le vio tendido en la calle, sin haber perdido el conocimiento “pidiendo que le ayudara a morir, que sabía perfectamente lo que quería, que era consiente de lo que había hecho y que volvería hacerlo en cuanto se recuperarse”. Sintió rabia, impotencia, su trabajo como médico siquiatra no era tan rápido como el del médico que lo atendía por las lesiones sufridas, la mente es más compleja, y solo dependiendo de él mismo habría alguna posibilidad de recuperación, ella pondría todo su empeño, todo su saber, y toda su voluntad, pero él parecía no estar por la labor.

 Nada más lejos de la realidad, la joven médico siquiatra Ana Hernández según indicaba la placa que prendía el bolsillo de su bata, y que le visitaba a diario tras la larga operación de 11 horas a la que fue sometido, había despertado en él el deseo de volver a vivir, por fin una posibilidad de que su vida tuviese algún sentido se aferraría a ella.

La tercera edad o nuestro triste final

La  decrepitud  de  Isabel,  la  senectud  a  sus  ochenta  y  cinco años, impresionó de sobre manera a su cuidador, las risas continuadas de ella, su canto monótono y siempre el mismo.

La residencia parecía un lugar tétrico para estas personas que solo esperaban la muerte, es verdad que Isabel no era consiente, su chochez la apartaba de la realidad, pero en cambio Rosa era consiente de su soledad, del abandono al que se veía sometida por sus hijos, de su final el cual deseaba en sus tristes noches donde lloraba abrazada a su almohada. Sin embargo Pedro le tenía desconcertado con 58 años le parecía el de más fortaleza, energía, resistencia, lozanía y salud pero su soledad no solo era familiar, sino con los internos residentes y los cuidadores, ya que nunca nadie iba a visitarle y él no se abría a nadie de la residencia.

Los días aburridos, pesados, y grises de la existencia de Isabel, Rosa, Pedro y el resto de las 10 personas que había en la planta 1ª, comenzaban a las 8 de la mañana, cuando los enfermeros, pasaban con el termómetro y les tomaban la temperatura a cada una de ellas, a continuación desfilaban a los baños donde los cuidadores lavaban a los impedidos. A la 9,30 desayunaban, siempre lo mismo, leche y galletas, luego pasaban a la salita donde unos veían la televisión, otros hablaban y otros paseaban por el jardín. A las 14 horas el almuerzo que era repugnante para la lucida Rosa, feliz para Isabel que siempre reía y un mero trámite a seguir para llenar la soledad de Pedro. De 17 a 19 horas, las visitas de los familiares hacía que la tarde pasase rápidamente. La feliz Isabel siempre preguntaba por su hijo y su marido incluso a ellos mismos, no era conciente de su decadencia. A esas horas Pedro rehuía todo contacto y se encerraba en su habitación. La nauseabunda cena servida siempre a 20 horas, volvía a Rosa a su amarga realidad, Isabel risueña y feliz comía; Pedro, se sentaba solo, en una pequeña mesa del comedor, como siguiendo un rito, y volvía a su cuarto, donde un día aparecería ahorcado con su sábana, Rosa moría de inanición cuatro meses después de su ingreso, Isabel reía cuando murió la tarde el día que acaba de cumplir, 86 años.

 El cuidador se suicidó con 70 años el día en que sus hijos le comunicaron que le llevarían a  una residencia de la tercera edad, ya que ellos no podían atenderle también como estaría allí.

La traición

Por fin terminó la reunión con los accionistas, se sentía cansado tantas cifras se agolpaban en su cabeza que ésta le dolía fuertemente desde hacía una hora, se despidió de todos ellos y se marchó. Se dirigió hasta su despacho situado al final del pasillo justo enfrente de la sala de juntas, y una vez dentro buscó en los cajones de su escritorio una aspirina y tomó del mueble bar una botella de agua tomándose un sorbo tras la pastilla. Se sentó en su sillón retrepándose para atrás y se masajeó las sienes como para aliviar el dolor.

El teléfono sonó tan bruscamente que casi le hace caerse del sillón del sobresalto que le produjo, sin ganas pulsó el interfono para comunicarse con su secretaria quien le dijo que tenía una llamada del Sr. Sánchez; no ahora no por favor dile que sigo reunido María, le dijo a su secretaria, lo siento Sr. Ramírez, ya sabe que ha terminado la reunión ha estado hablando con el Sr. Pérez; maldiciendo cogió el auricular y se dispuso a atender la llamada, si dime Pedro contestó, -hola Eloy paso a recogerte en 10 minutos quiero enseñarte algo que espero me des tu opinión profesional-; quiso responderle que no se sentía bien que ya le llamaría él para quedar más tarde pero ya le había colgado el teléfono. ¡Joder! siempre me hace igual, se levantó rápidamente se dirigió al lavabo se quitó la corbata y la camisa y se echó abundante agua en la cara para refrescarse a ver si se sentía mejor, se frotó con la toalla para secarse, se peinó, cogió una camisa limpia de un armario que tenía en el despacho junto a la librería y se puso la corbata, cogió la chaqueta que tenía colgada en la percha y salió dando un portazo; “no estoy de buen humor se dijo para sí”. Al pasar junto a la mesa de María le dijo que ya no volvería que comería con el Sr. Sánchez y se tomaría la tarde libre, para cualquier urgencia que ella no pudiese resolver le llamase al móvil y se despidió: “Chao María”, “Adiós Sr. Ramírez dijo ella”.

Se metió en el ascensor y pulsó para bajar se sintió mareado dentro de ese pequeño habitáculo y estuvo a punto de vomitar, cerró los ojos y se llevó la manos a la cara como para ocultar su rostro, sintió como un pinchazo en su brazo derecho y un fortísimo dolor en el pecho se asustó y salió casi corriendo en busca de la salida a la calle. El frío que  hacía, pues era febrero y el día antes había nevado copiosamente sobre la ciudad, le espabiló y poco a poco fueron remitiendo tanto el pinchazo como el dolor en el pecho, pero estaba tan alarmado que decidió llamar a su amigo Carlos, médico especialista en cardiología para que le hiciera un chequeo, a sus cuarenta y cinco años se conservaba bien hacía footing todos los días durante 40 minutos y acudía al gimnasio dos veces por semana con su 180 de altura pesaba 78 kilos físicamente incluso parecía tener ocho o diez años menos. Ensimismado en sus pensamientos se asustó cuando sintió a su espalda: “la cartera o la vida”, al volverse y ver que era su amigo Pedro casi le tira al suelo del empujón que le dio, diciendo maldito seas me has dado un susto de muerte. Pedro riéndose le cogió del brazo y le llevaba al coche que había dejado en un parking próximo.

¿Quieres tomar una cerveza antes?, le dijo, Eloy miró su reloj eran las 13,15 H, y preguntó ¿tardamos mucho en lo vayamos a ver? Sssssss depende de tu opinión, pero si quieres tomamos una cerveza hacemos hora para comer y después vamos, o bien tomamos una cerveza vamos y comemos en algún restaurante haya por allí. Como quieras dijo sin mucha convicción. Pedro aprovechó la duda de su amigo Eloy siempre tenía una disposición especial para manejar a su amigo en asuntos triviales, aunque sabía que siempre era Eloy quien le convencía a él en temas de importancia. Y tomaron un tentempié en una cafetería cercana. Después se dirigieron a un aparcamiento bajaron en el ascensor los 3 sótanos y cogieron el coche que esta aparcado en un aparcamiento privado.

Eloy interrogó a su amigo ¿que hace tu coche este aparcamiento?, he comprado el parking ¿cuándo? ¿cómo no me dijiste nada? Bueno es parte de lo que quiero que veas, el silencio que se produjo entre los dos fue roto por el estruendo que hizo el motor del coche al acelerar bruscamente y el chirrido de la ruedas al salir del parking.

Diez minutos más tarde abandonaban la carretera principal y se adentraban en un camino de tierra que se acaba frente a una casa grande de construcción antigua, por su aspecto llevaba años abandonada. Tenía tres plantas y un tejado rojizo con muchas chimeneas. Su fachada era blanca con ventanas y balcones pintados en negros. A su alrededor algunos árboles  bajo los que crecían geranios y rosales.

Voy a comprar esta casa dijo Pedro con delectación y quiero saber qué le parece señor arquitecto añadió bromeando. Eloy tuvo un mal presentimiento y no respondió de inmediato cuando lo hizo intentó que su amigo no captase su impresión. ¿Para qué quieres esta casa, si vives solo y en tu apartamento de 80 metros no encuentras ni la cocina, aquí te perderías?. Gracioso -dijo Pedro-, ven vamos saludemos al dueño.

De nuevo sintió el pinzacho en el brazo derecho y el dolor en el pecho, sin duda algo no le gustaba de aquella casa. No le dio tiempo a salir del coche perdió el conocimiento cuando abría la puerta. Sufría un infarto de miocardio.

Pedro ayudado por Jorge, dueño de la casa, llevaron rápidamente el cuerpo inerte de Eloy al interior de la vivienda, todo estaba previsto, e inmediatamente le pusieron oxígeno, le dieron aspirina y gliceril trinitrato (nitroglicerina), y aplicaron técnicas de resucitación cardiopulmonar, aplicaron morfina para aliviar el dolor y estreptoquinasa que es un trombolítico para disolver el coagulo. Prepararon la Monitorización electrocardiográfica. Jorge fue médico de profesión ahora estaba  jubilado y sabía bien lo que hacía, solo cabía esperar que no hubiera ninguna complicación en las próximas dos horas, si es así sobreviviría.

Ya no estaba tan seguro de lo estaba haciendo podrían sobrevenir complicaciones y que lo culpasen de asesinato no estaba en sus planes. Sí, había colaborado con Pedro y un tal Sr. Pérez al cual no conocía y con el que solo había hablado en dos ocasiones, siempre fueron conversaciones muy breves: La primera conversación transcurrió así:  -Me ha dicho Pedro que está de acuerdo con ayudarnos a nuestro plan, le transfiero en este momento 30.000€, el resto se lo dará Pedro cuando todo esté consumado.- En la segunda le indicó el día y la hora en que debía encontrarse en su casa. El siempre había respondido musitando un “de acuerdo”.

Pero ahora tenía en el salón de su casa una improvisada consulta médica, y sobre la camilla el cuerpo de un hombre al cual le habían provocado un infarto, él había asesorado a Pedro que droga tendría que administrarle para que esto sucediese, y ahí estaba aquel hombre debatiéndose entre la vida y la muerte, ahora tenía miedo se podría descontrolar la situación e írseles de las manos. Ensimismado en sus pensamientos y pendiente del monitor electrocardiógrafo, no escuchó la conversación telefónica de Pedro, de haberlo hecho hubiera temido por su suerte, pero ésta ya no estaba de su lado pues él era un estorbo una vez se llevasen a cabo los planes previstos por el Sr. Pérez.

Aquel médico no iba a permitir que ese hombre muriese por su causa y encima en su casa, es verdad que ya era un poco tarde para echarse atrás, pero se recordó cuando ejercía la profesión, era uno de los mejores cardiólogos del Hospital, respetado y admirado por muchos colegas. La muerte de su esposa le llevó a una deriva donde el alcohol hizo que acabara su carrera antes de lo previsto, por su fama consiguió salir de una manera honrosa, nunca aparecía en su expediente que lo echaron pero a cambio tuvo que jubilarse anticipadamente por depresión según se hizo constar. Ahora ponía todo su saber y sus cuidados en aquel tipo.

No conocía a quien yacía en la camilla, todo lo que le había dicho Pedro es que él y un amigo estarían en su casa sobre las 13,30 H. que estuviera todo preparado para atenderle que no pensaba dejarle morir aunque le hubiesen inducido el infarto, solo querían apartarlo momentáneamente y de una forma natural de la empresa que compartían. Pero una duda asaltaba al médico, el tal Sr. Pérez es quien dirige toda esta operación, tal vez Pedro desconozca las verdaderas intenciones de ese sujeto o sea cómplice de él lo que sin duda sería una deslealtad por quien decía ser su amigo.

Aplicado en los cuidados del aquel hombre que yacía en la camilla el médico no se percató de que Pedro empuñaba una pistola y le apuntaba a la cabeza, el primer proyectil rozó su oreja derecha, y un segundo disparo golpeó su pecho cayendo al suelo, la sangre que manaba de la herida de la oreja hizo creer a Pedro que todo estaba consumado, salió corriendo de la casa en dirección a su coche y se alejó rápidamente de ese lugar.

El médico tendido en el suelo intentó incorporarse se llevó la mano derecha a su oreja que había sido desgarrada por la bala no era nada grave necesitaría puntos de sutura, el estetoscopio le había salvado la vida, al tener metido en el bolsillo de la bata la campana del mismo, la bala había impactado en ella destrozando el aparato, pero no había conseguido traspasarlo.

María no entendía que hacía allí la policía, preguntaban por el Sr. Eloy Ramírez, su jefe, al que nunca le habían puesto ni una multa de tráfico en los doce años que llevaba trabajando para él y ahora traían una orden judicial para registrar su despacho y llevárselo a comisaría a declarar sobre un presunto delito. -Dijo que no estaba que se marchó un poco antes a comer y que por la tarde dejo dicho que no volvería, si querían podría llamarle al móvil.- Hágalo le ordenó uno de los policías que parecía ser el de más rango.-

Aunque estuvo llamando reiteradamente durante varios minutos ninguna de las cinco llamadas realizadas obtuvo respuesta. Así pues los policías pasaron al despacho rebuscaron en cajones y archivos y rápidamente encontraron lo que buscaban unos documentos que incriminaba a Eloy. Inmediatamente dieron la orden de busca y captura. Al salir y pasar junto a María le dijeron que ya no se pusiese en contacto con él que estaba acusado de un delito y que ella podría ser culpada de obstrucción a la justicia si le avisaba.

Llamó al Sr. Pérez que era el socio de Eloy para informarle de lo ocurrido, estaba reunido en su despacho con un importante cliente y antes no quiso molestarle pero lo acontecimientos se desbordaban y ella se veía impotente. Cuando terminó de informar al Sr. Pérez, lloraba desconsoladamente por lo que pudiera sucederle a Eloy, si, amaba a este hombre aunque nunca se había atrevido a descubrir sus sentimientos, ahora toda esta presión la excedía.

El Sr. Pérez dio por concluida la reunión con el cliente, -lo siento Sr. Muñoz es un asunto grave ajeno al despacho que debo atender, le llamaré y quedamos para concretar otro día de acuerdo.- Se levantó de su sillón y extendiendo su mano derecha para estrechar la de su interlocutor dando por terminada la reunión. Y añadió cierre la puerta al salir si es tan amable.

Ya solo en su despacho, se frotó las manos y dijo para sí, todo está saliendo según lo previsto, claro que no contaba que la moralidad del jubilado doctor que atendía  a socio iba a truncarle todos sus planes.

Todo había sido una maquinación para culpar Eloy, Daniel Pérez Martínez su socio en el gabinete de arquitectura y su amigo de la infancia Pedro Sánchez Pozo, eran únicos herederos de la inmensa fortuna que Eloy poseía. Los documentos colocados en su despacho y que la policía descubría tras una llamada anónima inculpaban a Eloy de estafa, apropiación indebida y falsedad en documento público pero en realidad todo había sido obra de su socio, quien incluso en las transacciones comerciales realizadas para este fin se hizo pasar por Eloy.  Pedro su amigo de la infancia era un tarambana que había dilapidado toda la herencia de sus padres en el juego y las mujeres, aunque este detalle era desconocido ya que siempre alardeaba de sus posesiones inmobiliarias que si bien habían sido habían muchas y cuantiosas, habían desaparecido en los últimos cinco años.

El Inspector Sancho Reyes, que horas antes había estado en el despacho de Eloy ahora contemplaba el cadáver de éste sobre la camilla, en el salón de la desvencijada casa. El doctor sentado en el suelo en un rincón con una pistola sobre su sien izquierda relataba lo ocurrido, no había conseguido tras una complicación surgida hacer nada por salvarle la vida y ahora sabedor de su implicación no veía otra salida, él mismo había avisado a la policía, habló de cómo se había implicado y describió al hombre que había traído a Eloy y de la conversación mantenida con un tal Sr. Sánchez. Dicho esto disparó el arma y murió en el acto.

Horas más tarde el Sr. Sánchez y el Sr. Pérez ajenos a los últimos acontecimientos, bridaban con champán junto a unas prostitutas en el “Club la Sirena” donde serían detenidos.

María la secretaria, de Eloy, ultimaba los preparativos para el sepelio de su jefe, sabedora de que en breve sería una mujer inmensamente rica, ella había inducido a que se creyeran Daniel y Pedro que los herederos eran ellos, sabedora de la codicia de Daniel y de la situación paupérrima económica de este último, nunca pensó que estos maquinaran tan rápidamente el fin de éste. En su poder un documento firmado junto con otros de los muchos que solía presentarle para la firma a  Eloy la declaraba heredera universal a ella.

La última noche juntos

Fue como una premonición, y sintió una gran tristeza, había decidido ir a casa a ducharse y cambiarse de ropa aunque diariamente lo hacía en el mismo hospital, necesitaba pasar por casa ya llevaba una semana que no salía de la habitación. Se dio toda la prisa que pudo pero cuando llegó encontró la puerta cerrada y los acompañantes del usuario de la otra cama afuera, se acercó Juana la hija del enfermo compañero de habitación de su marido que se había hecho cargo de asistirle mientras iba a casa, le dijo que había tenido que llamar a las enfermeras ya que lo vio agobiado. No pudo reprimirse y pasó a la habitación, aunque una enfermera intentó que no pasara lo hizo sin mucha convicción ya que vio que era su mujer,  Pedro yacía en la cama y aunque estaban intentando reanimarle ya era un milagro que  saliese de ese estado. Se acercó a él le besó en la frente, y cogiendo sus manos entre las suyas le dijo te quiero, le pareció ver una leve sonrisa en su rosto que ya presentaba síntomas de rigidez por la proximidad de la muerte, él abrió en un último esfuerzo su boca para responderle que también pero solo fue para expirar.

Quiso quedarse allí presente, mientras amortajaban el cuerpo de su marido, ella estaba en un estado catatónico le sumía una gran tristeza que le inmovilizaba no era consciente de lo que le había tocado vivir. Llamó a su hijo que se encontraba trabajando en otra ciudad, obviamente no pudo o no quiso hacerle sufrir en demasía y solo que dijo que viniera que ya era irreversible su estado.

Llamó a sus cuñados y sus hermanos para decirle que ya había sucedido, solo cuando llegó su hermana pequeña por la cual sentía un gran cariño y a la que más unida estaba, y se fundieron en un abrazo, se sintió reconfortada y cayó en la cuenta de que había que llamar a la funeraria y proceder a preparar todo para el sepelio.

La llegada de su hijo le quitó un peso de encima, siempre temía la maldita carretera, y ya tenía por hoy bastante preocupación.

En el tanatorio, a través de la mampara miraba absorta el cuerpo de su marido, le satisfizo ver dibujada en la cara de su marido la mueca de sonrisa que creyó ver en los momentos finales de la vida de éste.

A las dos de la madrugada solo los más allegados quedaban en el tanatorio por lo que dispusieron de ir a casa a descansar.

En casa no se sintió sola, y le pareció oír la voz de él con una de su ironías de las que hacía gala, -¿qué le has echado ya el ojo al sustituto?- ¿sabes que dicen que en el duelo se conoce al que será el futuro o la futura sustituta?, no supo si reír o ponerse a gritar pero la voz era cálida y no había reproche o enfado era como si quisiera sacarle una sonrisa. Sintió música pero no provenía de ningún aparato de casa, ¿quieres bailar le preguntó?, ¿pero si tú no sabes y nunca te ha gustado? Respondió, sintió un calor en su cintura y su mano derecha como si la estuviese cogiendo para bailar, al mismo tiempo que se balanceaba su cuerpo al compás de la música, se vio en el espejo de su vestidor, le resultó cómica la figura como si estuviera bailando pero sin acompañante, pensó me estoy volviendo loca. Sintió calor en su labios, era como si hubiese sido besada pero le invadió una felicidad, el agradable olor que siempre le inspiraba su marido y que flotaban en la habitación, la calidez del beso estaba segura de que era él. En el reloj de la mesita de noche veía pasar las horas, estaban bailando, era una locura, su locura, pero era una sensación agradable, no estaba cansada era sorprendente lo que estaba viviendo. Sonó el despertador como siempre a las 7,15 minutos, le costó trabajo saber dónde estaba, todo había sido un sueño, no, la cama estaba hecha, ella estaba vestida, y se encontraba frente al vestidor, al cual al dirigir su mirada vio junto a ella una figura nebulosa que desaparecía mientras claramente oía TE QUIERO. 

 Las brujas en la noche de difuntos

Era un lugar misterioso, mágico, temido también por aquellos que se acercaban hasta la verja que daba acceso al castillo, decían que sus inquilinos eran mujeres de caras pálidas ojeras profundas nadie las veía por el pueblo que por cierto distaba a unos ocho kilómetros de distancia pero tampoco veían entrar o salir a nadie de ese lugar se preguntaban cómo sobrevivían de donde se proveían de los víveres necesarios para subsistir, se decía que solo se dejaban ver la noche de difuntos si eras lo suficientemente valiente como para subir a la colina donde estaba ese recinto, pero Manuel el viejo pastor que toda su vida había estado por los alrededores pastando con su ovejas es quien había descrito con exactitud a las ocupantes de ese fortín.

Jamás llegó a verlas durante el día o por la noche salvo la noche de difuntos, y durante los sesenta años que estuvo pastoreando así había sido, la primera vez, era solo un crío de no más doce o trece años había caído la noche ya que cada vez anochecía más temprano y pasaba con su rebaño para recoger la ovejas, no le gusta pasar por allí le daba repelús aquel lugar por lo que por nunca intentó explorarlo, se sentía como observado cuando estaba cerca, pero nunca había visto a nadie, por eso aquella noche le sorprendió que hubiera una hoguera encendida cerca del alcázar y vio como desfilaban como en una procesión un grupo de personas con túnicas largas y oscuras y con la capucha puesta tapando la cabeza, se quedó paralizado por eso no se pudo explicar cómo había llegado hasta la verja aquella figura que describiría como la de una mujer de cara muy pálida ojeras muy profundas, oyó claramente como le decía: -aléjate- de aquí y desapareció de su vista.

Tal fue el pavor que el chiquillo echó a correr sin preocuparse del ganado, llegó a casa llorando y temblando de miedo, su madre le preguntó ¿qué ocurre? pero él era incapaz de articular palabra ninguna, de echo estuvo durante unos meses que no hablaba y cuando lo hizo tartamudeaba con una lentitud desesperante, no fue hasta pasados unos años siendo ya un adolescente cuando una noche de difuntos quiso retrasar recoger su ganado y volver a pasar para enfrentarse a sus temores y superar su trauma. 

El miedo paralizaba todos sus músculos y al igual que la primera vez, vio una hoguera como salían de la torre un cortejo en procesión de encapuchados de túnica larga y negra estaba atento a lo que ocurriera a su alrededor esta vez sí se percató de la presencia de la figura que había llegado hasta la verja no caminaba se deslizaba velozmente sin tocar el suelo vio claramente de nuevo la cara pálida y las ojeras profunda de una mujer, aguantó la mirada durante más de un minuto, ¿quiénes sois? se atrevió a preguntar tartamudeando, no tuvo respuesta, solo oyó lo que le dijo alargándole un cuenco humeante que atravesó la reja siendo metafísicamente imposible por el poco espacio entre los barrotes, tomate este brebaje para curarte esa disfemia y cogiéndolo entre sus manos la mujer desapareció para unirse con las figuras que estaban en torno a la hoguera.

Tomó el brebaje que francamente no sabía mal y cuando apuró hasta la última gota el cuenco desapareció de sus manos, temió haber cometido un error por haberlo tomado, pero cuando se maldijo por haberlo hecho se dio cuenta de que ya no tartamudeaba, no tenía miedo pero tenía claro que jamás entraría en ese lugar donde sin duda se estaba celebrando un acto de brujería.

Los gemelos

La tarde fría y lluviosa no invitaba  a  salir. Juan decidió  quedarse  en  su casa. Cogió una película de un estante del mueble del salón; ya la había visto, pero recordaba que le había gustado, por lo que sin duda pasaría un buen rato,durante las dos horas que duraba.

Encendió el  lector, y  con el mando pulsó la tecla open/close,  y se  abrió el  compartimiento  del disco, colocó  el  Dvd, y  volvió  a  usar la misma   tecla hats  que  se cerró, pulsó una tecla del  mando  del televisor  hasta que  en  la pantalla comenzó a verse el comienzo de la película.

Se  acomodó  en  su  sillón  orejero,  junto  a  la  mesa  estufa, conectó el brasero  eléctrico  y se tapó con las enagüillas;  no habrían pasado 10  minutos cuando  un grito aterrador que provenía del rellano de la escalera le sobresaltó.

Se  levantó  rápidamente  y  corrió hacía  la puerta,  no pensó que podría ponerse en peligro, y salió a fuera  para ver que ocurría.

Todo parecía normal. Bajó al  rellano de abajo, recorrió todos los rellanos e  incluso  subió  a  la terraza,  nadie  parecía  haber  oído  nada,  pues él solo, estaba como un loco buscando a la persona que había emitido el grito. ¡Quizás me he quedado dormido y lo he soñado!  - pensó,-  así que se metió en su piso, cerró la puerta y volvió al salón.

No  habría  hecho más que sentarse,  cuando de  nuevo un  alarido  igual que  antes  proveniente  del mismo  sitio y con la misma angustia, -sin duda de una mujer que estaba siendo atacada-.

Saltó  con  mayor  rapidez que  antes  y  en tan  solo cinco  segundos  ya estaba  en  el  rellano de  la escalera, de  nuevo  no había nadie ni parecía que alguien  lo  hubiese  oído,  igual que  anteriormente recorrió  todo el  bloque de arriba  abajo,  incluso  escuchó  a  través de las puertas de  algunos pisos, pero todo normal. Una madre que reñía a su hijo porque éste no hacía los deberes. Un  matrimonio que discutían por el lugar donde pasarían las vacaciones. Una  vieja que lloraba su soledad,  con otra vecina, porque sus hijos no  iban  a verla.  Pero  en  ningún  caso  nadie  emitiría  un  grito tan aterrador  por  algo tan normal.

Volvió  a  su casa;  desde luego ya no sabía cómo iba la película, así que cogió el mando del reproductor para retrocederla  hasta donde pudiera  seguirle el argumento, se acomodó en su sillón y se quedó dormido.

El sonido del teléfono le despertó,  y  al descolgarlo la voz de su madre al otro lado,  muy excitada y llorando,  le preocupó enormemente.  ¿Qué te ocurre mamá?;  ¿que  te  ocurre?; tu  – tu  – tu hermana está  en  el  hospital  herida gravemente,  ha  sido  atacada  por  un  loco  en  el rellano de  su escalera. Voy enseguida dijo sorprendido.

Colgó  el  teléfono y se llevó las manos a la cara de adelante hacia atrás. Su  hermana  gemela  de alguna forma le había comunicado que estaba siendo atacada; lo asombroso es que estaba en otra ciudad a más de 300 Km.

En  el  coche,  camino hacia la casa de su madre, pensó que sin duda no le creerían si contase lo que le había sucedido, así que ponderó que no lo diría, pero  no hacía más que  darle vueltas  y  se preguntaba  que  significaba esto y como era posible.

Intentó  poner en  orden sus ideas, había oído hablar de que estos casos se solían  producir   entre gemelos. Se  concentró  debía  relajarse  e  intentar comunicarse  con  su  hermana  para saber cómo se encontraba, pero una gran tristeza   le  invadía   y  no  sabía  porque. Pensaba   en  cómo   podía haberla socorrido, pero no encontraba el modo ya que era materialmente imposible. De pronto  una luz cegadora  le deslumbró,  un  camión, cuyo conductor se había dormido invadió su carril y chocó frontalmente  con  su pequeño coche, y murió en el acto.

A  esa  misma  hora  su  hermana  fallecía  en   el  hospital. Los  médicos que  la atendían de heridas sufridas  por  arma  blanca no pudieron hacer nada por salvar su vida.

Milagro en Navidad

Aterida de frío, empujando un herrumbroso carrito de compra que contenía todas sus pertenencias, que no eran mas que una manta, una muda de ropa interior, una pequeña almohada, un hornillo de gas pequeño de camping, un plato hondo de latón bastante abollado, un cubierto (cuchara grande, cuchara pequeña, tenedor y cuchillo pequeño de cocina), una cacerola tamaño medio con tapa color marrón oscuro, dos o tres latas de comida preparada, una botella de agua y un par de manzanas. Iba de un lado para otro de la larga calle esquivando a la multitud de gente que pasaba a su lado y ni la miraban o si lo hacían eran con desprecio por su aspecto. Aunque procuraba ir siembre aseada, llevaba 15 años viviendo en la calle había envejecido más rápidamente que en condiciones normales. Desde que comenzara a llover en septiembre hasta ahora, no había parado la humedad le calaba los huesos, lo que la obligaba a ponerse toda la ropa que tenía, aunque tampoco era mucha una camisa de manga larga, un jersey de cuello, dos chaquetas una de tela y otra de pana, dos pantalones de pana y un abrigo largo como de dos o tres tallas superior a la de ella. También dos pares de guantes de lana, dos pares de calcetines negros y unas botas con cordones y suela de goma como la que llevan los militares.

La gente que pasaba a su lado, unos cantaban villancicos, otros bromeaban, otros hacían planes para estos días de vacaciones que la Navidad les permitía, para ella era otro día igual. Hoy 24 de diciembre, más pronto que otros días habría menos gente en la calle, ya que estarían en casa cenando, ella no sabía donde refugiarse esta fría noche, la vieja y abandonada casa donde lo había estado haciendo en los últimos meses había sido derruida esta mañana.

Así pues; iba cavilando intentando recodar algún sitio donde pudiera dirigirse, el parque ahora en invierno era muy húmedo, la abandonada estación de RENFE era un sitio muy peligroso pues solo había prostitutas y drogadictos, ya había tenido un encontronazo con una pandilla de ellos que la intentaron rociar gasolina y meterle fuego, a Dios gracias tenía un sueño ligero y pudo salir corriendo antes que los vándalos siquiera hiciesen por cogerla. Allí se quedaron y quemaron las pertenencias que tenía, y que en su precipitada huida no puedo recoger.

La soledad y la tristeza de ella era desapercibida, apagada quizás,  las luces multicolores del alumbrado de Navidad, tanto de la calle como de los escaparates de las tiendas cada cual más llamativo con el objeto de cumplir su cometido que la gente acudiese atraída por el mismo a realizar sus compras, hacía que ella solo pareciese una sombra proyectada por las luces, con el revez de mano disimuladamente secaba las lágrimas que corrían por sus mejillas, estas fiestas una vez más la sumían una gran tristeza.

Al pasar junto al Nacimiento que el Ayuntamiento había instalado se detuvo, como recogiéndose interiormente se presinó y rezó un Padrenuestro y un Avemaría, hizo un guiño de complicidad a la Virgen como diciéndole “tú también has padecido no tener donde cobijarte aunque tu estado era más grave pues tenías que dar a luz, el establo junto a los animales fue tu cobijo”, madre mía, madre mía porque seguir viviendo -pensó.

Reparó entonces que junto al pesebre habían construido un albergue, en el cual se hallaba una figura de pastor casi de tamaño natural con objeto de protegerla del temporal, pensó que podría pasar la noche allí casi oculta detrás de la figura. Sólo tendría que esperar más tarde cuando la calle estuviera casi desierta y procurar que nadie la viese entrar.

Se sintió aliviada podría pasar allí la noche, Nochebuena, junto al portalico, la Virgen San José y el Niño mirando al cielo dio gracias a Dios y su tristeza fue apagándose a medida que veía más cerca su posibilidad, ya que cada vez había menos gente en la calle. Tal era su perceptible alegría que intentó tararear un villancico compuesto para la ocasión “Nochebuena junto al portalico, la Virgen San José y el Niño, Nochebuena de amor, de esperanza e ilusión, Nochebuena junto al portalico, la Virgen, San José y el Niño”.

Hacía un rato que no pasaba nadie, ahora debo intentarlo pensó, así lo hizo y arropándose con la manta se tumbó el suelo que estaba cubierto de pajas. Tras la figura del pastor que apenas era visible, rápidamente se quedó dormida. No podría precisar cuanto tiempo pasó, pero se despertó sobresaltada cuando oyó las voces que indudablemente iban dirigidas a ella; -“¿quien hay ahí?, ¡salga inmediatamente!. Le costó esfuerzo levantarse del suelo la paja, el que no le cállese el rocío, la manta, todo habría influido y sentía sus huesos calientitos,  no tenía frío. Vio que eran dos policías los que estaban frente al Portal y tímidamente les saludó; -buenas noches dijo-. Cuando estuvo junto a ellos intentó explicarse, pero uno de ellos la zarandeó y cogiéndola de un brazo le dijo bruscamente “hoy vas a dormir en el calabozo”, el otro reprendió el comportamiento de su compañero y dijo: -Juan vale, deja que se explique.

-No hay nada que explicar David,- dijo Juan no ves ese carrito, ésta es una vagabunda que se ha creído que esto es un hotel. -Por favor Juan no te burles de ella. David estaba conmovido, la señora que veía desvalida le había recordado a su madre que hacía dos meses que había fallecido, y sintió el deseo de ayudarla si se lo permitía. -¿Cómo se llama señora?  preguntó. Casi susurrando contestó, -me llamo Elena.- Mire si le parece dentro de cinco minutos acabo el servicio acompáñeme a Comisaría y después vendrá si quiere a mi casa con mi mujer y mi hija a pasar esta noche, dispongo de una habitación de invitados, mañana ya veremos. ¿Estás loco David? -dijo Juan, vas a meter a una desconocida en tu casa esta Nochebuena. David miró a Juan casi con compasión y pensó que no valía la pena contestarle.

A Elena las lágrimas le corrían por las mejillas, interiormente se sentía feliz y en su cabeza el villancico que tarareó antes repetía así: “Nochebuena de amor, de esperanza e ilusión, Nochebuena junto al portalico, la Virgen San José y el Niño”. Cogió su carro y caminando en medio de David y Juan se dirigieron a comisaría. Una vez allí David se apresuró a cambiarse de ropa y despidiéndose de sus compañeros ofreció su brazo a Elena y cogiendo él el carrito, salieron de comisaría en dirección a su casa.

A tan solo 400 metros se encontraba la casa de David, así que rápidamente se encontraron en el portal de la casa. Abrió la puerta y llamó a su mujer e hija, (Laura, Alejandra), la pequeña Alejandra corrió a abrazar a su papá que agachado la esperaba con los brazos abiertos, incorporándose con su hija en brazos besó a su esposa e inmediatamente presentó a Elena. -¿Qué te parece que cene con nosotros y pase esta noche aquí? ¡no tiene donde pasar la noche!. Muy bien, nos gustará compartir nuestra cena con Vd.

Durante la cena Elena se sintió querida, respetada, amada, la verdad que eran encantadores sus anfitriones y la pequeña había salido a los dos. Cuando sintió deseos de retirarse a descansar ambos la acompañaron a su habitación donde le mostraron ropa que podía usar y el baño contiguo para sus necesidades y aseo, deseándole buenas noches la dejaron en la habitación cerrando la puerta tras ellos.

A la mañana siguiente se despertó, al principio estaba confusa creía que todo había sido un sueño, pero cuando pudo comprobar que estaba acostada en una cama, que lo que veía era una habitación gustosamente decorada, se sobresaltó y dio gracias a Dios por lo bueno que le había sucedido. Pasó al baño donde se duchó. Y se vistió.

Salió de la habitación, en el pasillo la pequeña Alejandra se acercó y cogiéndola de la mano la llevó al comedor. Ya en el comedor la pequeña se dispuso a tocar el piano, la niña quería que la oyese tocar un villancico que había aprendido en su clase de piano. Cuando empezaron a sonar los primeros compases Elena no pudo evitar llevar sus manos al teclado y junto a la niña tocar la pieza que no era otra que el popular villancico “Campanas de Belén”. Desde la cocina los padres oían que el piano sonaba celestialmente, no podía ser la pequeña Alejandra, además ésta se había quedado boquiabierta y había dejado de tocar cuando Elena posó de una manera maravillosa las manos al teclado y empezó a sonar el villancico.

Elena contó que había sido una gran pianista en otro tiempo cuando vivía con su esposo que era músico, pero la repentina muerte de éste la había sumido en una gran depresión y la había arrastrado a la ruina y la miseria en la cual se encontraba. David le propuso: tú enseñas a mi hija a tocar el piano y aquí tienes un techo y comida, además seguro que tendrás más alumnas y por supuesto, nosotros te querremos como a la madre que echamos de menos y para la pequeña serás como la abuela que recuerda.

De nuevo en el piano compuso para la ocasión un villancico que sonó espléndido “Nochebuena junto al portalico, la Virgen San José y el Niño, Nochebuena de amor, de esperanza e ilusión, Nochebuena junto al portalico, la Virgen, San José y el Niño. Van tocando zambombas, cantándole coplas al Niño de Dios, en una noche muy fría una estrella nos guía y junto al portalico, la Virgen San José y el Niño, van tocando zambombas, cantándole coplas al Niño de Dios”.

Semanario de un parado

Lunes:

La muerte es el final feliz de una persona que no puede aguantar más atado a una vida que se le escapa en sufrimiento.

La muerte oscila hoy en mi cabeza, la vida poco sabor me deja, no tengo porque aguantar más aquí atado, inmóvil.

 Martes:

Los días cada vez son más amargos, es hora de escapar, los recuerdos de un pasado que fue mejor, un futuro oscuro, gris, que no atisba un rayo de luz.

¿Dónde queda la esperanza?, los sueños se desvanecen y mi realidad es como una puerta que no puedo abrir, haciéndome sentir tan solo y gris.

Miércoles:

En mi lucidez quiero ser fuerte quiero vivir, pero esto no es vivir sino sufrir, agonía larga, penosa y dolorosa que algunos llama vida. 

No hubiera tenido problemas de no haber sido porque estalló una inesperada crisis. Pero en el desorden general, siempre la sufrimos los mismos.

Jueves:

Tengo tiempo de hacer conjeturas porque ahora he extraviado el sueño Todo lo que me ha de ocurrir en el resto del día lo sé. Cada matiz. Cada respuesta. Todo. Lo sé. Sé lo que me habrá de ocurrir despierto porque lo sueño por anticipado. Y haré tal y cual, y después aquello y esto, y eso otro que conozco de antemano. Tal vez es una desgracia, ya que es como enfermedad incurable.

Viernes:

Creo estar tan asustado, no tengo voz. Grito en mi desesperación y tapo mi cara con mis manos ocultando mis ojos lagrimosos. Quiero abrirlos para que me vean sonreír, si he de ser fuerte si quiero vivir. 

La semana llega a su fin. Mi cara se ilumina como una mañana de verano y me aletea el corazón.

Sábado:

La mirada baja, un poco perdida, quizá recordando con nostalgia. ¡O quizá no! ¡Quizá soñando lo que me estoy perdiendo!. Atrás quedaban los fines de semana donde solía conocer lugares de recreo.

Ahora solo los recuerdos me llevan a pasear por esos territorios. La memoria me trae pesadumbre.

Domingo:

Me siento muy erguido sobre mi silla, observo, y pienso inspiró profundamente y comenzó a escribir. Estoy loco, casi loco, sé que a los locos no nos toman en serio, me masajeó las sienes como para aliviar el incipiente dolor de cabeza que noto.

Llaman a la puerta, con desgana dejo el bolígrafo sobre la mesa y me apresuro abrir. Sé que mañana pondré punto y final. “La muerte es el final feliz ……………….”

Soñando su destino

Cuando abrió la puerta de dormitorio pensó que era una muñeca hinchable lo que había sobre la cama,  cuando se aproximó hasta ella comprobó con estupor que era el cuerpo momificado de una persona. La arcada que le sobrevino casi le hace vomitar, por un momento se sintió mareado y pensó que se desplomaría. Confuso salió de la habitación que estaba en penumbra no había luz eléctrica en la casa ya que aún no había solicitado el enganche, hacía solo 48 horas que había comprado la finca, había dado una señal y se había desplazado de su ciudad que estaba a 100 Km. Hasta el pequeño pueblo donde estaba la hacienda, la llave se la había enviado la inmobiliaria por Seur, había quedado en que iría ver su posesión e inmediatamente pasaría por las oficinas para formalizar el contrato. La oferta de compra  que había visto en internet era tentadora, 5 hectáreas de terreno, con luz y agua, y hasta pozo propio, con un pequeño palacete construido en el siglo XVIII de 400 metros cuadrados, bastante bien conservado, según ponía en el anuncio y se comprobaba por las diferentes fotos de exteriores que habían colgado en la red.

La verdad, es que el aspecto exterior estaba bien conservado, con una mano de pintura nada más quedaría impecable y lo que había visto hasta ahora del interior. La parte de abajo también mantenía una vista más que notable, en la parte de arriba donde estaban los dormitorios y los baños, ya que tenía 5 baños cuatro arriba y uno abajo, su conservación  también era notoria.

Pero ese cadáver sobre una majestuosa cama que debía ser Luis XV, por su refinado estilo combinando elegante diseño con un bello color y fantástico adorno, supondría un problema en la compra de inmueble. Cayó entonces en la cuenta de que toda casa estaba sin ningún mueble, y  solo esa habitación, estaba amueblada incluso con fastuosos cortinajes en la ventana, así como una magnifica alfombra que más tarde descubría que era persa y databa del siglo XV, superando el valor de la misma el importe que pagaría por toda la hacienda.

Aturdido, sacó su móvil del bolsillo de la chaqueta y llamó al 112 para comunicar a la policía su hallazgo, indicó donde se ubicada e inmediatamente hizo otras llamadas a su abogado y a la inmobiliaria.

Mientras esperaba la llegada de la policía, conectó su portátil a internet a través del móvil y estuvo buscando información de antiguos propietarios, solo halló que la propiedad fue donada a D. Pedro Ruiz de la Barca en pago por unas deudas de juego en la segunda mitad del siglo XIX, habiendo permanecido inhabitada desde ese momento. Ya que  el nuevo propietario no llegó ni a pisar la finca. D. Pedro al salir de la notaría para recoger las escrituras de su nueva pertenencia fue tiroteado por un encapuchado que no pudo ser identificado. Se pensó en D. Jaime del Río Albornoz, el desafortunado jugador que había perdido la finca, pero éste apareció ahorcado en la habitación de un prostíbulo la mañana anterior al asesinato, habiéndose ahorcado mientras la meretriz que le acompañaba dormía.

Se despertó sobre saltado todo había sido un sueño, su propio vomito casi lo ahoga pero recordaba todos estos datos una precisión meridiana sobre todo porque en los últimos meses éste sueño se repetía constantemente.

Le llevó toda la mañana buscar en internet una finca de esas características que estuviese en venta, sorprendentemente encontró una propiedad que reunía todas ellas, e hizo todas las gestiones para su compra. Cuando le entregaron la llave que la inmobiliaria le hizo llegar por mensajería al depositarla en su mano la visión que tuvo le hizo creer que se estaba volviendo loco, era él el cuerpo momificado que yacía en la cama.  Decidido a buscar todas las respuestas no pensó que solo iba al encuentro de su destino.

 Todo tenemos un precio


¿No puede pedirme eso?, gritó desesperado, no voy a hacerlo aunque me destruya, sé que esto es una excusa,  ¿piensa que me puede comprar?

Sí, todo el mundo tiene un precio dijo Santiago.

Serán sus valores los que le hacen pensar así. No son los míos y por tanto aunque pueda subir el listón todo lo alto que quiera no va haber dinero suficiente para que me pueda comprar.

Tendré que conocer su precio pero no tenga la menor duda de que claudicará

Vaya se cree que es el ombligo el mundo solo porque tiene a mucha gente que le adula tan solo porque les da unos euros más de los que se ganan. Si, a usted le hace gracia ver como unos conversan de los otros, consiente que se traicionen solo para divertirse de ellos.

Si es cierto, es divertido como unos me hablan mal de otros solo por unos cuantos euros de más en su sobre semanal.

Pero sabe que unos exageran y hasta mienten, mendigan unos euros.

Si, está claro que desconocen su precio, pero tú eres un hueso duro de roer, ¿me quieres hacer ver que no te vendes?, ¿o solo pretendes engañarme para que te valore más?.

Crea lo que quiera, pero está perdiendo el tiempo, así que le aconsejo que me olvide esta conversación no la hemos tenido.

Maldita sea, serán dos millones de euros.

Tanto, no me haga reír, dudo que con lo avaro que es me los diera, pero sigo reiterándole que no.

Estas jugando conmigo, crees que voy a seguir subastando, me dejas una opción que no te va gustar nada, se dónde vives, quienes son tus hijos, tu esposa, tus hermanos, tus padres.

Javier sintió miedo, por nada del mundo se vendería pero la amenaza sobre su familia fue un golpe bajo lo tenía acorralado.

Solo tienes hasta mañana para pensarlo, pero una cosa más, lo harás gratis creo que ya se tu precio.

Salió dando un fuerte portazo estaba en una encrucijada, pero tenía claro que no haría lo que le había propuesto Santiago  así como tampoco podría en peligro su familia, descubría la forma de deshacerse de Santiago lo que le llevaría a hacer algo que ni hubiera imaginado que haría, se preguntó cuál sería el coste.

 Triste final

De nuevo la soledad, de su frío cuarto, en aquella paupérrima pensión le deprimía, se preguntaba cómo había acabado así, él, que llegó a lo más alto, directivo de una importante empresa de los EEU. con sede aquí en España, codeándose con lo más granado de la sociedad española, políticos, empresarios y grandes nombres. Ahora, olvidado, relegado a pedir unas limosnas  que le daban lo justo para pagar la pensión y una comida al día, el almuerzo. El desayuno no todos los días podía tomarlo, a veces conseguía que algún alma caritativa le pagase un café, la cena solo consistía en el pan que guardaba del almuerzo, con suerte un día que otro conseguía un trozo de queso para acompañar al pan.

Él, que hablaba cuatro idiomas, castellano, francés, inglés y alemán, a veces murmuraba solo, comenzaba con uno cualquiera de ellos, e iba respondiéndose en los restantes, así ejercitaba su mente, para no olvidarlos, para refrescarlos. El verano era cuando mejor se encontraba, obtenía algunos euros extras de traductor de los turistas que visitaban su ciudad. Entonces se sentía feliz, no ya por el alivio económico sino porque se sentía útil, se sentía persona y como tal quería seguir sintiéndose. 

Procuraba no beber aún cuando tenía más posibilidades de hacerlo, no recordaba como poco a poco fue cayendo en el abismo, la bebida, el consumo de cocaína y otros estupefacientes, le habían colocado en la situación que ahora se encontraba. Hizo un esfuerzo por liberarse de estas drogas que le consumieron. También físicamente, pues había adelgazado 30 kg. convirtiéndose en un esqueleto andante, con sus 180 cm de estatura, solo pesaba 42 kg., de aquel apuesto joven solo quedaba una sombra enjuta y encorvada.

La lluvia golpeando los cristales de la minúscula ventana, era un canto monótono, para él era como una voz que le susurraba, que así no podía continuar, el día gris le indicaba que en su vida apagada ya no volvería  a ver jamás la luz de otra época anterior. Se tapaba los oídos como para no escucharla, pero sabía que no era el golpear la lluvia en los cristales lo que le incordiaba, era la voz que sonaba cada vez más fuerte en su cabeza, no podía acallarla, giró sobre sí mismo, se tumbó en la cama, con las manos pegadas a sus oídos fuertemente, quiso gritar pero no tenía fuerzas, todo era superior a él.

Que día más aciago, no quiso salir de la habitación, si lo hubiera hecho, al pasar por recepción, le habrían comunicado que había una carta para él, era de una importante empresa, ¡Que diferente podría haber sido todo!

Ahora no importaba nada. Si le entrevistarían para un puesto de director ejecutivo, pero él había decido acabar con todo, tres horas más tarde, lo encontraría la limpiadora ahorcado, colgado de la lámpara de su cuarto.

Un beso su suerte

“No sé por dónde empezar, la verdad es que no soy el que debería ser, ni tan siquiera soy quien quisiera ser, aunque lo peor es que ni siquiera soy quien dicen que soy, por supuesto no soy quien hubiera querido mis padres que fuese, siendo así. ¿Quién soy? Si ni yo mismo me reconozco.

A veces pienso que yo soy así, -solo soy yo-, pero ¿qué me podría haber hecho diferente?, ¿donde erré para no ser como hubiesen querido mis padres?. ¿Qué hice para que crean que soy como dicen que soy?, ¿Qué obvie para no ser como quisiera ser?. ¿Por qué me he convertido en lo soy y no en lo que debiera ser?

He de darme cuenta de la profunda inmensidad de mi abandono, necesito navegar inocente en mis mentiras para creerme que soy lo que soy sin ser lo que digo que soy. Sin querer saber que vivo un cuento dentro de mí propio cuento.

Camino por mi camino, donde yo me encuentro, me escucho, me hablo, me absorbo en mis pensamientos, ¿por qué tantos obstáculos entre mis objetivos y yo?.

Siento, rabia, desprecio, abandono y soledad, hacia mí mismo, pero yo soy quien soy, soy como soy como he querido ser, como debo ser. Con mis tristezas y mis alegrías, según la realidad de cada día”.

Cerró el diario en el que había escrito estos párrafos, y lo arrojó a un rincón de la habitación, lloró desconsoladamente  abrazado a la escopeta de caza. No tenía valor, había leído que Ernest Hemingway, así había acabado su vida, pero no tenían la certeza de que fuese voluntario, quizás el alcoholismo o el Alzaimer que le habían diagnosticado, o su carácter depresivo. Pero él, no, pensó -soy un cobarde- se negó a admitirlo y quitó el seguro, posó la culata en el suelo colocando la escopeta en vertical, descansó su barbilla sobre los cañones.

Sintió el pestillo de la puerta, se sobresaltó y el arma cayó al suelo disparándose, por suerte solo hizo destrozos en su librería. Quien había tras la puerta era su hijo que había regresado del colegio antes de lo previsto por una indisposición y que como hacía siempre corrió al despacho de su padre para darle un beso. Abrazó fuertemente a su hijo y éste le dio un sonoro beso. Comprendió que le había salvado la vida, ahora de él dependía salvar su mente y ser él mismo.

Una fragancia masculina díscola

Por mi edad, ya creo que pocas cosas pueden sorprenderme, pero la verdad es que es un error, siempre hay algo que te hace ver que la capacidad de sorprenderse de cada uno es casi ilimitada.

Había entrado a esa cafetería a tomar un café, lo que me llamó la atención fue su fachada toda de cristal incluido un pequeño ascensor que sobresalía en forma de semicírculo de la misma. Desde fuera podía observarse que el local constaba de  dos plantas aunque también disponía de una terraza para las noches de verano. El cristal de la fachada era en tono blanco mate no siendo visible el interior desde la calle aunque el ascensor era totalmente transparente. Las letras que identificaba  el local estaban grabadas en el cristal, eran  color canela oscuro y de estilo caligrafico, situadas entre la planta baja y la primera. Su nombre era bastante peculiar  “Cafetería: Tu café, tus amigos y tú”.

El interior estaba gustosamente decorado, una pequeña barra también de cristal igual que el de la fachada y pequeñas mesas redondas igualmente de cristal con un pie central de acero en color canela oscuro, las sillas eran de acero del mismo color que el pie de las mesas y tapizadas en piel en blanco roto. La iluminación tanto por la luz exterior que permitía la fachada como por la iluminaria del local le daban un aspecto de calidez que hacía que el sitio fuese muy agradable. No vi la planta de arriba que supuse tendría el mismo aspecto, ni la terraza que por ser invierno aún no habían abierto.

Pedí en la barra un café, me dijo que me sentara donde quisiera y que ya me lo servía, era una chica joven bastante atractiva y elegantemente vestida, que llamaba muchísimo la atención por su belleza. Observé que había otras dos chicas más igualmente jóvenes y bellas, que eran las que servían las mesas. Por cierto el local estaba lleno para ser un día de diario, y tendría un aforo de unas 60 personas.

Observé que un chico me miraba, me sentí intimidado y al mirarle sostuve  la mirada, pensé que dejaría de hacerlo pero él seguía mirando, la verdad no me encontraba cómodo así que apuré mi café y me dispuse a levantarme e irme, cuando me di cuenta estaba a mi lado me pareció que lo que me dijo era un ataque en toda regla, vamos que quería ligar conmigo, turbado, le dije, -perdone, se ha equivocado conmigo, no se preocupe, no le tomo en cuenta su insolencia usted es libre de elegir la opción sexual que más le guste, pero no entiendo como se ha atrevido a ser tan descarado-. Se deshizo con mil disculpas y me dijo que la fragancia de la colonia que usaba le había hecho pensar que era de su condición sexual, este aroma era como la tarjeta de visita que tenían en ese local para conectar entre ellos. No pude evitar reírme casi a carcajadas, no era por el chico que se quedó sorprendido, era que ese día estrenaba una colonia carísima que me había comprado. “Mala suerte la mía para una vez que tengo un producto de marca, y vaya entuerto”. 

Una sonrisa, esperanza de vida

"En los momentos más críticos unas risas son esperanza de vida". El payaso no dejaba de visitar a diario la planta segunda del hospital donde los niños enfermos le esperaban con emoción siempre les hacía olvidar porque estaban allí y cuando se marchaba ellos acudían a su sección de quimioterapia aferrados a una ilusión, volver al colegio, con sus amigos, y dejar atrás esa pesadilla, el hospital procuraba hacer los más llevadera posible la estancia de los pequeños pero algunos de ellos eran conscientes de que su lucha titánica para vencer esa terrible enfermedad, batalla a batalla, día a día, solo dependía de la mano divina, los médicos hacían todo lo posible pero una sola pérdida suponía un tremendo mazazo para ellos.

Javier un pequeño de 14 años, no había vuelto a su habitación por la tarde, aquella mañana lo habían llevado a la sala de cuidados paliativos, pero no había vuelto, no había acudido con su amigos de planta a la sala de juegos donde el doctor Roberto Montes, todos los días acudía vestido de payaso para hacer más llevadera la vida de esos pequeños.

Hoy más que nunca haría reír a esos pequeños, él mejor que nadie sabía que unas risas son esperanza de vida, había conseguido vencer un tumor cuando tenía tan solo siete años por ello se había prometido que se haría médico y ayudaría a los niños a superar tan terrible drama. Su madre fue la artífice de que su lucha tuviese un final feliz, cuando él se daba por vencido, ésta conseguía hacerle reír de buena gana, primero jugaba con él, le incitaba diciéndole -que un mogollón de cosquillas sacarían una sonrisa para ella- y finalmente le ponía una cara con una mueca graciosísima al mismo tiempo que le decía -ya está aquí el monstruo de las cosquillas-. No, no eran las cosquillas, que también, sino esa cara de su madre que ahora veía siempre que intentaba sacar una sonrisa a los pequeños, su madre fue su alivio al dolor, su ayuda psicológica, y ahora era su apoyo para realizar esta solidaria labor que tanto bien hacía a esos niños.

Pero Javier era el hijo de su hermano, le habían diagnosticado el mismo tipo de cáncer que él tuvo, solo que estaba en un estado más avanzado y desde el primer momento se temía lo peor y lamentablemente esto había ocurrido. Si ya era doloroso para él enfrentarse a la tristeza de los pequeños para conseguirles un momento de felicidad, ahora estaba allí en medio de la sala, rodeado de los pequeños, algunos lloraban mientras decían que correrían la misma suerte otros en silencio rumiaban para si su amargura, y él lucha para no dejar traslucir toda esa pena que sentía, y al mismo tiempo aliviar el sufrimiento de todos.

Solo se le ocurrió decir este payaso se va a transformar en el monstruo de las cosquillas y va a ver quien le dedica una sonrisa lo más grande posible, procuró una mueca en su rostro para parecer más convincente, mientras con sus manos cosquilleaba a un pequeño que lloraba, éste dejó de llorar para reir, provocó la risa de los más pequeños, jugó un buen rato con todos y procuró no desfallecer, decidido a conseguir una sonrisa de todos, una esperanza de vida en los momentos más críticos.

Vacaciones de un parado

Cerró su ojos, y procuró aislarse de todo lo que le rodeaba, dejó de oir el ruido de la gente que pasaba cerca del banco donde se hallaba, se vio así mismo sentando frente al mar a la caída de la tarde, una suave brisa, su mirada fija en la blancura de la espuma del agua al romper la olas que poco a poco ganaban terreno a la playa, la luna ya visible parece vencer a sol que poco a poco va desapareciendo dejando unos vistosos tonos rojos en todos sus matices que más pareciera un muestrario de colores, las gaviotas atrevidas dada la soledad en la que está quedando la playa buscan alimento en la arena, algunos le arrojan migas de pan.

 Pero él no está ahí físicamente, se haya en un parque en su ciudad. No está de vacaciones, lleva mucho tiempo que está de desocupaciones como él dice cuando le preguntan, si, está parado. Sonríe para sí porque está en esa playa imaginaria, a la que acude, cuando pierde la esperanza, cuando sus días se hacen amargos, cuando la muerte oscila en su cabeza y no puede aguantar más atado a una vida que se le escapa en sufrimiento, y se siente asustado quiere gritar: estoy loco, casi loco, pero ha de ser fuerte si quiere vivir. En su lucidez, abre los ojos, ha caído la tarde en el parque, las palomas revoletean buscando las pipas que algunos niños le arrojan, la luna ha vencido a Sol que ha desaparecido dejando unos tonos grises con leves matices rojo pálido.

La mirada baja un poco perdida, inspiró profundamente y unas lágrimas brotaron de sus ojos surcando sus mejillas, desvanecida la imagen de su playa imaginaria, su realidad le mostraba una puerta que no puede abrir, asiéndole sentir, solo y gris, y una idea surgen en su mente: La muerte es el final feliz.

Fin