jueves, 1 de junio de 2023

Cara y cruz

 En Góngora

¿Cuándo fue la primera vez que sentí que detrás de mí había un ser misterioso? Recuerdo aquel atardecer que fui con unos amigos al campo. Estuvimos en un paraje denominado Góngora donde en otro tiempo hubo un cortijo del cual ahora solo se mantiene en pie una parte del mismo y está semiderruido.

Nos valentonamos a entrar a pesar del aspecto lúgubre que presentaba y que las sombras de la noche que ya estaba cayendo harían que en el interior del mismo no hubiese luz suficiente dentro. Tras empujar la desvencijada puerta de acceso vimos un salón con una enorme chimenea, y largo pasillo con habitaciones a un lado y otro del mismo. Realmente con la escasa luz que había en su interior daba escalofríos recorrer el prolongado corredor que nos llevaba fuera de la vivienda.

Estoy seguro que entré el último, tras todos mis amigos que lo hicieron delante de mí. Por eso cuando sentí que una mano se posaba en mi hombro izquierdo me giré para ver quién de ellos había sido. No había nadie tras de mí, pero sentía el peso de la mano e incluso sentí como si al presionarme intentara impedir que siguiera caminando. Grité horrorizado y mis amigos sin mirar para tras echaron a correr para salir por la otra puerta de la vivienda que seguramente daba a lo que había sido un patio. Yo permanecía inmóvil me sentía sujeto y el pánico me embargó cuando delante de mi caía parte del tejado de la ruinosa casa. Cuando me fue posible corrí hacia la salida.

Cuando estaba con todos fuera, me preguntaron por qué había gritado de aquel modo, que había asustado a todos. ¿Has visto algo? Me preguntaron

Intenté disimilar y respondí que había sido una broma. Pero mi cara lívida y mis temblores no pasaron desapercibidos para Ramón mi más cercano amigo de todos los allí presentes.

Regresamos a casa y durante el trayecto bromearon sobre lo ocurrido.

-Es un miedica, el aspecto fantasmagórico de la casa le ha hecho acogonarse de miedo.

-Jajaja, la verdad es que todos nos hemos achantado cuando ha gritado. ¡Ni que hubiera visto a un fantasma!

-No he visto a nadie, es que sentí que alguien ponía una mano en mi hombro.

-Si tú eras el último, ¿Qué estás contando?

-Pues no sé, lo habré imaginado, pero sentía que hasta me frenaba para que no continuase andando. Nos ha salvado. El tejado nos habría caído encima.

-Anda ya. Eso lo has provocado tú cuando gritaste.

No mucho después descubrir que siempre iba a estar ahí, su misión velar por mí. ¿Por qué? Nunca me lo ha dicho. Si, le he preguntado. A veces lo siento tan presente que le hablo. No, no me responde o sí. No es una voz, la que oigo. Son pensamientos que me asaltan y responden de un modo u otro la pregunta realizada. Por lo que no sé, si solo es producto de mi imaginación o es un ser real. 

Un amor auténtico

No recuerdo porqué discutimos hacía cuatro meses que nos habíamos ido a vivir juntos, ambos trabajamos, cierto es que solo nos veíamos al final de la jornada. Ambos comíamos fuera en el restaurante más próximo a nuestros respectivos centros de trabajo, el escaso tiempo que teníamos para volver y la distancia hasta nuestra casa, era lo más sensato. Así que solo nos veíamos pasadas la nueve de la noche cuando ambos volvíamos a casa y a veces lo hacíamos tan cansados que la cena que preparábamos era un frugal sándwich de jamón, queso, atún o una pizza que compartíamos. Solo los fines de semana los pasábamos juntos y no todos, a veces te empecinabas en ir a casa de tus padres o los míos que vivían en otra ciudad a unos ciento cincuenta kilómetros de la nuestra. Asimismo los sábados que no nos marchamos a ver a nuestros padres quedábamos con los amigos.

No, creo que sea obsesivo ni pretendiera que estuviéramos solos y aislados de todos, es que veía que nuestro tiempo juntos era tan exiguo que no teníamos tiempo de conocernos verdaderamente. No teníamos problemas económicos, nuestros respectivos salarios nos permitían vivir cómodamente y el piso donde vivíamos era propiedad de tus padres, lo habían comprado en tu época de estudiante cuando te viniste a estudiar la carrera. Tu padre te lo ha dejado a ti, a tu hermano le compró otro en Madrid cuando se fue para trabajar en una multinacional farmacéutica.

Te gustó Málaga desde tu época de estudiante y quisiste quedarte aquí. Y aquí junto con tu amiga Carolina montasteis una academia de Idiomas y por fortuna os va genial.

Tú y yo nos conocimos el día que fui a tu academia, me ha había hablado de ella un compañero de trabajo que había estado sacándose el C2 de inglés, yo ahora lo necesitaba urgentemente para pasar a dirigir la sucursal bancaria para la que trabajo en El Rincón de la Victoria, obtener dicho título. Con mi nivel de inglés y tú profesionalidad me aseguraste que estaba hecho, así fue y durante el mes que estuve yendo, tú personalmente te aseguraste de tenerme como alumno. No hemos hablado de ello o mejor dicho nunca me has confesado si te pasó como a mí me enamoré de ti desde el primer momento que te vi, la verdad es que soy muy enamoradizo, indudablemente tú te mostraste muy cercana desde el minuto uno, recuerdo que al segundo día ya aceptaste salir a cenar conmigo, bueno ciertamente fue una hamburguesa en él un MacDonald´s cercano, creo que fue nuestra primera cita y por supuesto repetimos durante el resto de los días que duró mi curso.

Sí, fui promovido para el puesto de director que obviamente acepté.

Pasó un mes hasta que volví a verte de nuevo, mi nuevo puesto requería más tiempo y aunque no me costó adaptarme era bastante meticuloso en mi trabajo y no quería evidenciar mis carencias ni tener errores de principiante. Además tu academia estaba en la Málaga, solo eran unos veinte minutos por la autovía pero estábamos en verano y en este tiempo ésta autovía se pone infernal como cojas un atasco tardas más de una hora en hacer ese recorrido. No sabía dónde podría encontrarte fuera de la academia y aunque tenía tu teléfono no sé porque  no me atrevía a llamarte para quedar. En mi cabeza preparaba mil excusas, agradecerte de nuevo tu trabajo por el cual yo había obtenido el título y el cual me había catapultado a mi nuevo puesto. Decirte que eras tan bonita que en mitad de la noche me despertaba soñando contigo, esto hubiera sido bastante atrevido, cierto sí, pero estaba seguro que pensarías que sería un maniaco o algo así.

Había acabado una reunión eran las siete de la tarde del día veintiuno de junio de 2019, llegaría a tiempo antes de que cerrarais la Academia tendría que recorrer los veinte minutos de la autovía más el recorrido por la ciudad hasta llegar al barrio de Teatinos a la calle Doctor Miguel Díaz Recio, donde estaba tu centro de estudios, esperaba que estuvieras tú, me asaltaba la duda de que igual hubieses librado esa tarde era viernes y lo teníais organizado para librar una u otra según vuestro calendario.

Me llevó un tiempo aparcar y lo hice una cuantas calles más alejado. Eran las ocho menos cinco aceleré mi paso, pensaba que mi esfuerzo iba a ser en vano mi corazón latía más deprisa y no solo era por mi carrera, ahora pensaba que te diría cuando estuviese junto a ti.

Estabas cerrando la puerta, cuando llegué, te sobresaltaste al verme, solo atiné a decir no pretendía asustarte. Y fuiste tú quien me saludaste tan efusivamente que tu abrazo me sorprendió gratamente y respondí al mismo como si lleváramos años sin vernos y fuésemos algo más que una profesora de inglés y un alumno.

Creo que los dos estábamos deseando el encuentro, tú me dijiste que ibas a llamarme para saber si me habían nombrado director y yo me excuse diciendo que ahora estaba tan ocupado en mi nuevo cargo que no había tenido ni un minuto de descanso.

Hoy he pensado en ti y en cuando he salido de una reunión he decidido venir a verte, me quedé ahí parado si atreverme a continuar por eso me sorprendí a mí mismo cuando proseguí, lo cierto es que necesitaba verte, estoy seguro que tú eres la chica de mis sueños. Sonó muy cursi pero fue muy sincero, así lo apreciaste tú, y añadiste la verdad es que esperaba que me llamaras estoy segura de querer conocerte.

Durante un mes nos vimos casi a diario el esfuerzo por mi parte a pesar de la pequeña distancia y luego la vuelta a casa, quizás fue la causa que propició que me propusieras que nos fuésemos a vivir juntos, al fin y al cabo yo pagaba por un piso quinientos euros y solo lo usaba para dormir y últimamente dormía tan poco ya que cuando bajaba a Málaga a verte volvía tan tarde que apenas descansaba unas cuantas horas.

Estoy seguro que no fue precipitado y tampoco fue de conveniencia, queríamos estar juntos, queríamos conocernos, y sobre todo queríamos que nuestros sentimientos afloraran, quizás, solo quizás es que no caímos en la cuenta que la rutina no crea ilusiones, y pasado un tiempo de estar juntos nos habíamos acostumbrado el uno al otro, nuestra vida en común se había convertido en hábito.

Sí, ahora lo recuerdo. Discutimos, por una tontería y me fui a dormir a mi automóvil. Era el sábado veintiuno de diciembre, arranqué el vehículo para calentar el habitáculo, en estas fechas en Málaga también hace frío y más que ya eran algo más de la una de la madrugada. Las luces de auto se encienden automáticamente y ahí estaba tú delante en pijama, traías una almohada y una manta. Pasamos ahí toda la noche juntos. Ni en tu confortable cama de tu lujoso piso de ese agradable barrio de Teatinos nos habíamos amado con tanta lujuria como lo hicimos esa noche. Tu presencia aquí confirmaba lo que ambos sabíamos que nuestro amor es auténtico.


No hay comentarios:

Publicar un comentario