jueves, 1 de junio de 2023

Artículos de opinión

A Antonio Esquivias (por regalarme su amistad)

Hoy quiero descubrirme ante todo un señor. Antonio Esquivias, un hombre que me ha encantado por su sencillez y su humidad. Un famoso que durante toda la tarde de ayer que estuve en con él en la tercera edición de South Manga, en ningún momento tuvo ni un mal gesto ni una mala cara para todos cuantos se le acercaban a pedirle un autógrafo o una foto, y puedo atestiguar que era agotador tanta gente alrededor suyo, hasta cuando salía fuera a fumar un cigarro, corrían tras él numerosos jóvenes que le asediaban buscando esa foto o esperando que pusiera la voz de uno de los muchos personajes “Los Simpson”, “Las Tortugas Ninja”, “Barrio Sésamo”, “Sword Gai”, “TrollHuters”, entre otras muchas más sin olvidarnos de que ha doblado a Kelsey Grammen en la exitosa serie de televisión “Frasier”. Realmente no tenían ni que pedírselo él gustosamente los interpretaba entusiasmando a todos los que le rodeaban.

Hoy por hoy como él dice su voz se reconoce por una serie que está en la temporada veintiocho y los 365 días del año en nuestras casas y no es otra que la voz de uno de los personajes de los Simpson el “actor secundario Bob”. Me comentó que este dibujo animado le aporta mucho como actor por las transiciones de voz que hace con él:

- Cuantos niños (cara de bueno del dibujo)

- Me encantan los niños (cara de bueno del dibujo)

- Como me gustan los niños (cara de bueno del dibujo)

- Hola Bart (cara de malo)

El registro de su voz principalmente le ha llevado a hacer casi siempre papeles de malo. Riendo decía que el hándicap de ser el malo es que o lo matan o se mueren.

Él imparte también clases de doblaje, y comentaba con algunos jóvenes interesados en que para hacerse un hueco en este mundo la voz no es lo más importe, sino ser actor y aprender bien la técnica. También les animaba realizar cuantos cortos pudieran porque él estaba arrepentido de no haber potenciado esta faceta de actor, aunque también lo hemos podido ver en series como “la que se avecina”, “el ministerio del tiempo”, “cuéntame” o en películas.

Me sorprendió su comentario, de que el doblaje desaparecerá de este país, por la idea de ver películas en versión original por la creencia de que así aprenderemos inglés, esto lo decía riendo y asegurando que solo es una opinión suya. Eso sí decía que ni él ni yo posiblemente lo veríamos más que todo lo la edad que ya contamos.

Una tarde, un personaje, y toda una lección de sencillez y humidad. Gracias, por aceptarme como amigo y gracias por una tarde inolvidable.

Cara y cruz

Siempre me he sentido orgulloso de uno de nuestros paisanos más ilustres D. José Solís Ruiz, sin entrar aquí en ideas políticas, solamente valorando la cualificación de los cargos públicos que llegó a ejercer, Solís abogado de profesión organizó como secretario técnico de la CNS, el I Congreso Nacional de Trabajadores en 1.946. Posteriormente fue nombrado gobernador civil de Pontevedra (1.948) y de Guipúzcoa (1.951), así como consejero del Reino y delegado nacional de Sindicatos (1.951). Conservando este cargo al ser nombrado ministro secretario general del Movimiento (febrero 1.957-octubre 1.969). De nuevo ministro del Movimiento (julio-diciembre 1.975) y ministro de Trabajo en el primer Gobierno de la Monarquía (diciembre 1.975-julio 1.976).

Pero he aquí que de una forma casual he conocido un hecho por el que es denostado por los nacionalistas saharauis (los nómadas del antiguo Sahara Español).

Para Ibrahím ciudadano español hasta (28-02-1976) en la que España deja el Sahara Español por el acuerdo tripartito (Madrid, 1.975 España-Marruecos y Mauritania), hoy es un saharaui que vive exiliado en los campos de refugiados situados en el suroeste de Argelia, culpa al entonces Ministro Secretario General del Movimiento que no es otro que nuestro respetado D. José Solís Ruiz de vender el Sahara a Marruecos y Mauritania. Es una visión muy simplista de los acontecimientos que se vienen sucediendo desde la década de 1.970. Por un lado el Frente Polisario que reclama la independencia del Sahara Español, por otro lado Argelia Mauritania y Marruecos que reclaman para sí la región, a finales de 1.975 el rey Hasan II de Marruecos que organiza la Marcha verde y esto coincidiendo con la difícil situación política interna tras la muerte del general Francisco Franco, la debilidad política de España consintió ceder el Sahara a Mauritania y Marruecos.

Las calamidades sufridas por los refugiados saharauis en los campos alrededor de Tinfouf donde aproximadamente 196.000 personas están a la espera de que se celebre un referéndum de autodeterminación para que se les reconozca como país independiente bajo el nombre de República Árabe Saharaui Democrática (RASD), habiendo sido admitida en la (OUA) Organización para la Unidad Africana en 1.982 y habiendo sido reconocida como tal por más de 70 estados, y los sufrimientos padecidos por este pueblo que deja de ser español (apátrida) por decreto y que no se le reconoce ni se le da la independencia pone los vellos de punta.

Estos 196.000 refugiados que deambulan por el desierto merecen al menos una reflexión y algo más que la ayuda que reciben de una ONG (amigos del pueblo Saharaui).

¿Convivimos?

El ruido es una de las principales causas de malestar social. El ruido es la sensación auditiva inarticulada generalmente desagradable. También se puede definir más exactamente como todo sonido no deseado.

En función de la variabilidad podemos distinguir entre ruido blanco que es aquel que presenta todas las frecuencias y su potencia es constante. Ejemplo el producido por una aspiradora en funcionamiento. Ruido industrial que es aquel que se produce por el funcionamiento de maquinarias en procesos de producción.

Esta introducción me sirve para que destacar que entre ruido y sonido. La diferencia está desde mi punto de vista que el ruido es evitable y el sonido obedece a un patrón distinguible. Abrir una puerta, encender la luz, conectar algún aparato eléctrico a un enchufe, el chirriar de los muelles de mi lecho, sin tan siquiera estar de tocamientos. Le lleva a mi vecino a aseverar que soy un colindante ruidoso. Tengo la seguridad de que si muero solo en mi casa, mi cadáver no pasará mucho tiempo sin ser descubierto. Los sonidos propios de la vida que dejarán de ser oídos le llamará la atención, esta ventaja me anima a seguir siendo un vecino ruidoso. Entendiendo que esos ruidos son producidos involuntariamente sin mala fe, sin ánimo de molestar a nadie, simplemente los ruidos de la vida. De ahí que se hable del silencio de los muertos y la paz de un cementerio.

Ironía aparte, ¿qué es la tolerancia?, para mí, es convivir, aceptar determinadas circunstancias que siéndome ajenas, no puedo controlar. Por ello a veces pienso que me gustaría regalarle a mi vecina del piso de arriba unas zapatillas para andar por casa, pero respeto y acepto que quiera pasearse en su hogar con tacones o pisando fuerte que para eso se gastó el dinero en poner el suelo de mármol. Tolerancia es respetar que los fumadores del bloque involuntariamente pasen con el pitillo en la boca o en la mano por las zonas comunes, ascensor, escaleras, etc. Me molesta el tabaco por mi asma, pero no me molesta que fumen están en su derecho de vivir su vida, de disfrutar del placer del fumar. De vivir. Simplemente vivir.

Por ello quiero dejar bien claro y quiero decir y digo, que no soy culpable de la mala calidad del aislamiento acústico del edificio donde vivo, pero que quiero vivir, sin sobre saltos, sin sentirme acosado, sin sentirme culpable de romper normas de convivencia que se perfectamente que cumplo a raja tabla. Todos sabemos que desde las 22 horas hasta las 8 horas debemos respetar el descanso de los demás, pero todos entendemos que la vida no se detiene a esas horas, cada cual entra o sale de su casa cuando le place. En definitiva vivimos 24 horas y no todos tenemos el mismo horario ni laboral ni de ocio estipulado en la misma franja horaria.

Y para acabar aun cuando esto pareciera un escrito de disculpa, me parece tan difusas las quejas que quiero creer y creo que como esos “ruidos” de los que se me imputan son necesarios para vivir independientemente de las horas en las que se produzca solo me queda decir. Quiero vivir. Quiero vivir sin molestar a nadie en la medida que me sea posible, y para mí vivir es no sentirme ni vigilado ni acosado.

Dos millones de euros por la vida de un niño

Un pequeño con una rara enfermedad “atrofia muscular espinal” necesita un medicamento que al parecer cuesta una exorbitante cantidad de dinero. “Dos millones de euros” y eso que es una sola dosis ¿Es posible tal disparate?  ¿Quién pueden disponer de tanto dinero?

¿Qué se puede hacer cuando ves que un niño puede morir si en escasos tres meses no se le puede poner dicho medicamento?

¡Por Dios! Hablamos de una vida, y en este caso particular, de la vida de niño. Un niño de tan corta edad que ni es consiente aún del mundo que ha venido a vivir ¡si es que logra salir adelante!

Ya sabíamos que sin dinero cuesta la misma vida vivir lo que no sabía es que sin dinero estés  condenado a morir.

Ojalá la noticia tuviese un final feliz y que éste fuese que se le ha suministrado esa dosis necesaria, bien por el propio laboratorio, bien por sanidad o por solidaridad de los que siempre estamos ahí cuando se nos requiere. Los ciudadanos.

La Pasión

Sirva este escrito de homenaje a las treinta y tres personas que por un día se convirtieron en actores, que con fervor, recogimiento y fe, representaron la Pasión de Cristo, en un entorno singular, el barrio de la villa en Aguilar de la Frontera.

Es justo también destacar la labor de los técnicos de sonido y alumbrado así como la del director y guionista de la representación.

Dicho esto en cuanto a la representación en si, desde el primer acto hasta el final del mismo me sentía con el corazón encogido  durante una hora y cuarenta y cinco aproximadamente, nos sentimos trasladados a la época de Jesús, La agonía en Getsemaní, el prendimiento, Jesús ante Caifás, la triple negación de Pedro, Jesús ante el Sanedrín, Jesús ante Pilatos, la coronación de espinas, la crucifixión, la muerte y la sepultura de Jesús, la resurrección. No hay un momento de descanso ni tampoco un momento que sea menos atractivo todo un cumulo de acontecimientos que se nos representaron en vivo.

Todo comienza con el lamento de  los apóstoles, ante su pasividad para evitar que fuera detenido, Pedro llorando amargamente haberle negado tres veces como predijera Jesús en última Cena que lo haría antes del canto del gallo, la falsa de unas acusaciones ante un Pilatos que verdaderamente no supo o no quiso hacer nada más por salvar a Jesús, el  pueblo, ese pueblo manipulado que grita crucifícale, crucifícale, en el silencio de la noche caía mi alma al suelo pues todo parecía tan real que me sentía culpable de no haber ayudado a Jesús, pero mi culpa no era sino el reconocimiento de mis pecados, pecados de los  hombres por los cuales Jesús dio su propia vida.

Jesús en manos de los soldados, despojado de su ropas, las risas de éstos cuando le ponen la túnica roja, la corona de espinas y la caña, ¡ahí está el Rey de los Judíos!, burlas ante el Hijo de Dios que dio la vida por salvarnos a los hombres, sentimiento y dolor  portando la cruz hacia el Gólgota, las caídas, hubiese querido ser Simón de Cirene, levantarme de la silla y ayudarle con la Cruz, llantos y lamentos rompían el silencio de la noche, de las mujeres que lo acompañan al Calvario se me iba encogiendo el alma, entendiendo más la pasión, de Cristo.

 ¿Habré leído veces la Pasión?, ¿habré vivido veces la Semana Santa Egabrense que está muy bien representada con nuestras majestuosas tallas?, en tardes, noches y mañanas llenas de momentos inenarrables que nos hacen vibrar. Respeto, luto, recogimiento, luz, flores, cera, aroma. Los sones de la música, los cánticos de los hermanos, la saeta que rompe el silencio de la noche o brota como flor de primavera en la mañana. Estilo peculiar el de la Saeta de Cabra. Pero en ese instante sentía viva la Pasión.

Golpes de martillo para los clavos de Cristo, sin duda el momento más majestuoso fue la estampa al levantar la cruz, ¡parecía tan real el crucificado!. Mujer ahí tienes a tu hijo, hijo a tienes a tu madre, Padre en tus manos encomiendo mi espíritu, todo está consumado, las últimas palabras Jesús.

Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios palabras de un centurión custodiando a Jesús en la Cruz.

María Magdalena con el lienzo donde quedó grabada la imagen de la cara de Cristo nos hace reflexionar, sobre la bondad de Jesús.

La fuerza, el sentimiento y dolor quedan expresados en las desgarradoras palabras de la madre de Jesús a los pies de la Cruz, con su hijo yacente en sus brazos, brota alguna lágrima de los espectadores allí presentes.

José de Arimatea el insigne miembro del Sanedrín que se lamenta no haber defendido más a Jesús se presenta ante Pilatos a reclamar el cuerpo ofrece la iba a ser su propia tumba para que fuese allí enterrado Jesús.

La gloria de la Resurrección cuando se anuncia la Pascua, la piedra del sepulcro ha sido removida, Jesús a resucitado, durante cuarenta días, vendrán las apariciones, a su madre en primer lugar, y a los discípulos.

La Pasión, una representación que por primera vez he visto en vivo, no he sabido expresar mejor mis sentimientos, pero verdaderamente ayer entre las once y media y las una y cuarto de la madrugada, me sentí transportado  dos mil años atrás, sufriendo y viviendo la muerte de Jesús.

 Gracias a mi amigo Pedro por invitarme a verla y mi enhorabuena a todos los que la representasteis con un sello de seriedad y respeto.

¡Muerte digna!

En estos momentos las circunstancias en las que se encuentra mi madre me enfrenta a un dilema sobre la vida y la muerte, donde el sufrimiento invade la lógica del pensamiento. ¿Como enfrentarnos a sobrellevar un final que sabemos cierto en cuanto al hecho en si, pero incierto en el tiempo? Y que sólo Dios para nosotros los creyentes será cuando él tenga a bien llamarla.

Pero su agonía es sufrimiento para quien somos conscientes de lo que le está sucediendo porque queremos creer que ella sin reconocer ni al personal sanitario que la cuidan ni a sus hijos que la visitamos o acompañamos en vela simplemente espera, pasa sus interminables horas en la cama con los ojos cerrados y sólo cuando los abre ante cualquier estímulo, estos se ven apagados con la mirada perdida. Mirar sus ojos cuando los abre es sentir una tristeza indescriptible. Donde antes veías chispa, viveza, alegría, ahora mirarlos es como asomarse a un negro abismo.

Todo ello me lleva a pensar en lo hablado esta mañana con una médico, porque el miedo de verme en esa situación en un futuro ya no muy lejano me hace caer en la cuenta de que para nuestra sociedad la muerte es un tema tabú cuando es tan presente como lo es la vida. Sin embargo planeamos la vida, como los hijos que queremos tener, como vivir, como educarlos, etc. Pero obviamos que la vida irremediable nos lleva a la muerte y ésta nos asusta tanto que no caemos en la cuenta que quizás sea tan importe como la vida porque en definitiva solo cierra el ciclo de nuestra existencia.

Así pues creo que quizás debiéramos tomar conciencia de éste otro momento que marca la existencia del hombre, y hacerlo por llamarlo de algún modo aunque contradictorio más placentero. Hacer que nuestra muerte sea placentera es anticiparse a ella previniendo las consecuencias causadas por una enfermedad u otro evento en las que nos encontramos en una condición física o mental incurable o irreversible y sin expectativas de curación donde ya no es posible expresar nuestra voluntad. Sí, hablo de una muerte digna en el contexto de final de nuestra vida.

¿Perdida o perdularia?

Serán solo mis perjuicios, mi educación chapada a la antigua, mi edad, que me ancla a valores que ahora se tachan de arcaicos, pero sea como fuere veía a aquella mujer que se comportaba como ninguna mujer casada debe hacerlo, con ese sujeto. Un sujeto de aspecto chulesco, un embaucador, un taimado que gastaba dinero a manos llenas sin que se le conociera ninguna fuente de ingresos que justificara tal derroche.
 
Estaba absorto se me presentaba como una desconocida, su cambio tan radical me lastimaba, más por ella. Yo solo era un amigo, un conocido, un pariente allegado. Podría pensar que ella estaba por encima de todos. Que los comentarios maliciosos, no le iban a afectarle o no se iba a dejar vencer pero sin duda su huella indeleble quedaría marcada para siempre.
 
Su marido podría no importarle un higo, pero ¿y sus hijos? No, no conocía ahora a esa mujer dura y desalmada que desafiaba las opiniones de todos, quizás no cayendo en la cuenta que no solo perdía su decencia sino que su moralidad la empujaba hacia un abismo.
 
Aquí y allá los comentarios que oía chirriaban en mi oídos, “degenerada, mujeriega, tarambana, disoluta, viciosa, depravada, sinvergüenza, perdularia”.
 
De todos esos vocablos que la vestían de forma vergonzante y vergonzosa, y que conocía su significado, me llamó la atención “perdularia”.  Lo dijo aquella viejita de la calle donde vivía. Era analfabeta, solo quizás por su edad o por su cuna, ya que no era de nuestra ciudad. Debería ser un vocablo utilizado en otro tiempo o utilizado en otros lugares.
 
Rápidamente anoté en mi mente y busqué su significado la primera acepción obviamente era todo lo contrario a lo que era y siempre había sido su look, la segunda era una brutal definición. Tan sañuda como todas las que le dedicaban. Pero por su comportamiento parecía no querer acallar tan encarnizados comentarios, si no seguir dando pábulo a los mismos.

Sepulturero, enterrador

“La piqueta al hombro el sepulturero cantando entre dientes, se perdió a lo lejos”. De esta visión lirica de Bécquer, a hoy, la realidad es que una de las profesiones más denostadas incluso en este siglo XXI es sepulturero, enterrador. Desde antaño el sepulturero, enterrador es un hombre solitario, al que la sociedad suele hacerle un vacío, tanto es así que me ha llamado la atención saber que la copa de vino que le ofrecían en algunos bares era solo para él, no era compartida con los demás parroquianos, e incluso se le servía a un lado en la barra del bar. Eso se venía dando en nuestra sociedad hasta casi finales del siglo XX.

La ignorancia es muy atrevida, por eso para este tipo de hombres que suelen ser de pocas palabras y muchos conocimientos, que alguien pase por su lado y no le salude a él y si lo haga a su acompañante, no representa mayor sentimiento en él, que de compasión por el incompetente transeúnte que le ha infravalorado.

Quería rendir un pequeño homenaje a esta profesión, a estos hombres, más que nada porque casi siempre cuando te acercas a conocer a las personas éstas suelen mostrarte una cara dolorosa y oculta que lastima sus sentimientos. No es solo la sociedad, si no en su propio ámbito laboral. Que estos trabajadores se sientan ninguneados por aquellos políticos que ejercen su competencia en su área profesional y tengan un trato desigual con ellos respecto a otros aun cuando el rango laboral es el mismo, para mí es discriminación. También es cierto que es un jardín en el que nadie me ha llamado meterme. Pero me parece demasiado grotesco como para ignorarlo.

Lo que más me ha llamado la atención de estos hombres, como he dicho antes son sus muchos conocimientos. No esperes que te cuenten paparruchadas de fantasmas, porque quizás saben que los muertos no se fueron, solo se disfrazaron. Si se disfrazaron, dejaron aquí ese cuerpo que cuando toca exhumar tras el tiempo reglamentario, en raras ocasiones sigue igual con piel y cabello. En otras a lo peor solo es el olor que es insoportable, y por fortuna las mayores de las veces solo quedan huesos ennegrecidos.

Te contarán de sus miedos, pero no a los muertos, si no a los vivos, o mejor dicho también por los vivos, aquellos que como un ritual acuden a la sepultura de su familiar en un interminable ir y venir a diario pareciendo más algo insano que reconfortante para su alma por la pérdida de su ser querido.

Te contarán anécdotas de ruidos extraños, que con el tiempo han ido identificando en función del periodo que va transcurriendo tras la descomposición, pero que la fantasía popular ha achacado a quejidos u otras necedades. Pero sobre todo te contarán que la vida irremediablemente nos lleva a la muerte.

Y para acabar, parodiando a Bécquer diría: no sé; pero hay algo que explicar no puedo, algo que repugna, cuando desdeñamos a los sepultureros.

Tonto de remate

Si no haces lo que hizo el ciego en el Lazarillo de Tormes o en el mejor de los casos lo que hizo Lázaro, en este país nuestro que es el país de la picaresca y  tú no participas en este deporte nacional eres un tonto de remate.

Claro que aquí participan todos, eso sí repartiéndose el papel unos participan de ciegos y otros de lázaros, lo que ocurre es que los ciegos no es porque no vean sino porque no quieren ver y por supuesto son los más beneficiados en eso no cambia el papel, suelen ser los amos. Los lázaros son aquellos que no quieren ser tontos de remate y de paso obtienen su exiguo beneficio que les permite vivir algo más desahogadamente.

Yo pertenezco al círculo de los tontos de remate, un espécimen en extinción aunque anhelo  la esperanza de que no seamos pocos, si bien cada vez tengo más dudas, pero lo que si estoy casi seguro que si de verdad creásemos una asociación pasaría a capitanearla porque difícilmente se puede ser más tonto de remate en una sola vida.

Multitud de hechos me confirman que el papel del ciego y el de Lázaro estaban dados cuando concurren en mí acontecimientos que me colocan en este papel de tonto de remate.

Podrán pensar que en el fondo yo no quería ser un tonto de remate y simplemente no jugué bien mis cartas y por eso no conseguí lo pretendido, pero sería tan simplista su visión porque obviarían que para no ser tonto de remate hay  que hacer “La R.E.D.”= REPRESENTAR, EMBAUCAR Y DRAMATIZAR”.

En definitiva fingir, mentir e impresionar a aquellos que tienen en su mano tu futuro, mejor o peor eso no es lo trascendental pero que pueden cambiar el rumbo de tu vida a un estadio que tú vislumbras más sólido, claro que si no representas lo que pretendes alterar difícilmente conmoverás e irremediablemente eres un tonto de remate.

El tonto de remate es objeto de burla de aquellos lázaros que no entienden porque no busca su beneficio que al fin y al cabo es su subsistencia y posiblemente la de su familia, le quieren a su lado para sentirse apoyados en su dudoso comportamiento ya que un tonto de remate les puede afear su conducta.

Así pues el tonto de remate, no se jubilará por enfermedad aunque un infarto le haya dejado  cinco stent en sus arterias, si bien hay “lázaros” que con una angina y un stent gozan de su jubilación y por supuesto se verá obligado a no darse de baja en un trabajo estatal atemporal para así alargar su sustento un poco más, aunque sabe que es común que esas bajas también sean moneda de cambio de muchos lázaros que aprovechan sus contratos eventuales para coger la baja hasta por la más nimia enfermedad, pero lo que de verdad más le molesta es que en su ingenuidad piensa que hace lo correcto aun cuando evidentemente los lázaros abundan por doquier en su círculo y hasta pavonearán su estatus de privilegios dado que él no ha implicado, seducido o emocionado para obtenerlo.

El tonto de remate en definitiva es tonto de remate por mutuo propio.

Tontos con piscina comunitaria

En un genial artículo Antonio Burgos, nos hablaba de los tontos con balcones a la calle. Pero hete aquí que he descubierto que hay otro tipo de tontos con más pretensiones y que no tienen conciencia de su estulticia y que se prestan a cualquier cosa con tal de figurar y aparentar, esos son los tontos con piscina comunitaria que piensan que es de su exclusiva propiedad.

Sentí vergüenza ajena, cuando me encontraba en la piscina de mi comunidad, hablando con un amigo. Éste efectivamente estaba en un recinto privado, cerrado y al cual solo se accede si tienes llaves, y como no es un okupa ni un hombre de mal vivir solo estaba allí porque su cuñado propietario de un piso de nuestra comunidad, le autoriza y accede a que haga uso y goce de la piscina que por lo que fuere y ni al caso viene, su pariente no place, y aunque así lo hiciere también podría disfrutar éste. Es decir que si estaba en el lugar es porque le asiste el derecho a estar y así se establece en la normas de uso de la piscina.

Mi sorpresa es cuando una señora le recrimina que esté ahí y pretende que se marche del lugar si no está acompañado por su familiar. Para mi gusto que mi amigo no debió dar tantas explicaciones como dio, de donde vivía, quien era, quien le autorizaba, pero su educación y respeto, por hombre de bien le tengo no dudó en dar todas las explicaciones requeridas, aunque la señora solo pretendiese que abandonase el lugar.

Yo al margen me mantuve hasta que la sangre me hirvió ya que hasta silencio le recriminó la buena señora cuando en el reloj las doce de la mañana ya daban, confundía la buena dama que en el recinto de una piscina se hallaba no en el Campo Santo que tan solo a unos cientos de metros del lugar se haya.

Por más vueltas que a este asunto le doy no consigo sino pensar que este tipo de tontos que se dan, suelen tener un apellido que asumen de renombre, un título, o a lo peor que ellos especulan que lo comunitario es de su propiedad por pensar que tienen un fortunón, pero lo que sin duda es, es que carecen de educación.

Un topo en Cabra (1936-1942) 

Anoche llegué a las diez de la noche a casa tras a asistir al acto de presentación del libro, “Un topo en Cabra (1936 - 1942)”. Cené frugalmente y me dispuse a leer el testimonio de sus hijos que es el contenido del libro. Pasadas las dos de la madruga me acosté habiéndolo leído en su totalidad.

En Cabra se conocía someramente la historia de un topo, de hecho por la tarde antes de asistir al acto comentaba con mi hermano, si sería la misma que nos contaba mi madre. Tras leer el libro compruebo que sí. Mi madre nació el 10 de diciembre de 1936 en el número 13 de la calle Norte, en el número 17 de esa calle permaneció Francisco Moral Barranco oculto seis años. Ella solo sabía que un vecino estuvo oculto bajo el fogaril de su casa y que su mujer quedó embarazada cuando se suponía que éste estaba en el frente. Las malas lenguas, se cebaron con los comentarios que hacían sobre el embarazo de la mujer.

Dos partes diferenciadas extraigo de la lectura de los relatos de los hijos del “topo de Cabra”. La primera y que da título al libro, nos refleja la dureza de la guerra, según en qué bando te encontrases y quien resulte ganador y en qué zona te hallases en la contienda. Cabra en zona nacional, hizo que muchos paisanos sufrieran represión e incluso la muerte, esto pienso que no lo ha dudado nadie, otros que pudieron huyeron a la zona roja y como el caso del protagonista del libro algunos se ocultasen por temor a una muerte segura. No estaría de más comentar que si estabas en el otro bando y en zona distinta igualmente también se sufría los horrores de una contienda que jamás debió producirse y que aún hoy ochenta y cinco año después de tan lamentable suceso sigue dividiendo a los españoles quizá por intereses de los partidos políticos. Pero esto es una cuestión que requiere más reflexión.

Una segunda parte nos muestra la dura realidad de una época de hambre y miseria que sufrió la España de la postguerra especialmente cebándose con las clases trabajadoras, y particularmente con aquellos que no pertenecían al bando ganador, esto es tan obvio que queda meridianamente claro que igual la hubiesen sufrido en sus mismo términos los vencedores de haber sido ellos lo vencidos, porque la venganza pese a ser condenable parece un desahogo, por lo tanto los seres humanos que nos dejamos arrastrar por tan bajos instintos no estamos exentos de sentir el placer que nos producen los sentimientos de odio y rencor. Y como muestra no puedo pasar por alto que muchas de las tropelías que se cometieron fueron por denuncias de aquellos que creían sus amigos, sus amigables vecinos o como en el caso de fusilamiento de Meléndez que es el propio cuñado quien lo delata a los falangistas.

En el colegio Ave María, confluye la triste realidad de nuestra historia de la guerra civil española en Cabra, los hijos de Francisco Moral Barranco acuden al comedor de huérfanos junto con aquellos niños que el bombardeo de la aviación roja había dejado desamparados. La guerra una guerra que pudo evitarse, no pretendo entrar en política, pero los desmanes de unos y las bravas de otros llevaron a España a una nueva guerra civil, ésta última la más cruenta y la que hoy ochenta y cinco años después aún sirve para que unos y otros de un pensamiento político o contrario sigan arrojándose muertos.

No quisiera pasar por alto el sentimiento de tristeza que me ha producido el libro, que me ha recordado un relato que yo escribí y que titulé “Sin infancia, daños colaterales”, y que como me contaba mi padre, y como sucedió con él y con muchos niños de esa época, la guerra no solo les trajo hambre y miseria, si no que les arrebató su infancia, ya que muchos niños tuvieron que trabajar cuando apenas tenía ocho o nueve años de edad e incluso antes, y muchas niñas no jugaban con muñecas a ser mamás, ejercían de madres de sus hermanos pequeños mientras sus padres se deslomaba trabajando para poder alimentarles. (Las personas que sufren desigualdades económicas y sociales, en el desorden general son las más proclives a llevarse la peor parte).

Ojalá aprendamos, ojalá que no tengamos ni mucho menos nuestros hijos, nuestros nietos ni las generaciones venideras que volver a padecer un acto tan desgarrador como es una guerra, y máxime cuando ésta como la que sufrieron nuestros padres y perdieron la vida en ella nuestros abuelos, tan cruenta, enfrentando, padres con hijos y hermanos con hermanos. 

Una lección de solidaridad 

Nunca me ha gustado ver un guarda de seguridad en oficinas de servicio público, me da la sensación que su presencia solo es para intimidar a quien por su vulnerabilidad tienen los nervios a flor de piel y son susceptibles de perder las formas y enfrentarse a los funcionarios que al fin y al cabo solo cumplen con su trabajo y ni pueden ni tienen la varita mágica para resolver los problemas que asolan  a los usuarios de estos servicios, sea en Hacienda, Oficina de Empleo, Ayuntamiento, Servicios Sociales o cualquier otra. Cierto es que una cosa puede ser perder la formas y otra algunos energúmenos que no saben comportarse y hasta agreden a los funcionarios, de ahí que se haya hecho necesario esta seguridad para salvaguardar la integridad física de quienes solo están cumpliendo con su obligación.

Pero hete aquí que hoy he aprendido una lección y de paso me ha animado a no perder la confianza en el ser humano, y que aún quedan personas que se desviven por los demás, más allá de esa etiqueta que solemos hacer sin conocer tan siquiera a quien tan ligeramente calificamos por el mero hecho de estar uniformado.

Esta agradable sorpresa que me ha hecho cambiar mi modo de pensar reconociendo no solo su labor profesional sino una impagable labor humana a tenido lugar en el Centro de Servicios Sociales de Cabra y su protagonista un joven que trabaja de guarda de seguridad, su implicación fue más allá de lo que su trabajo le exigiría, de hecho nada tenía que ver con su trabajo pero no dudó un momento cuando ante la indisposición de un usuario por cierto de avanzada edad, no solo desde el primer minuto acudió presto a socorrerle procurándole el mayor acomodo posible e inmediatamente solicitando que se llamase a los servicios médicos de emergencia sino que además incluso con sus propias manos empapadas en agua estuvo refrescando una y otra vez la nunca y la frente de esa persona que sufría lo que parecía un sofoco que en principio parecía provocado por alguna dolencia cardíaca, además de insuflarle ánimos en un tono muy cariño, lo cierto es que para cuando acudió el equipo médico de urgencias que fue requerido el cual rápidamente se hizo cargo del anciano, éste ya parecía más consciente, sin duda los cuidados y la ternura con que este joven guarda le había estado proporcionando habían hecho buena mella en su estado físico.

No sé del anciano, en que quedaría esa angustia que tanto él como los que allí estábamos  pasamos, pero sí sé que desde ese momento he cambiado mi modo de pensar frente a estos trabajadores y por supuesto desde estas líneas agradecer a Juan Jesús Serrano Lama que así llama ese guarda de seguridad su comportamiento, con personas así el mundo sería un lugar ideal para convivir.


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