Prólogo
Déjame soñar. Es mi segundo libro, tras “Relatos desde el corazón”. Con este nuevo libro solo pretendo seguir soñando. Pedro Calderón de la Barca decía que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son. Yo digo que la vida es una espiral de sueños que día a día nos aleja de nuestras ilusiones para enfrentarnos a nuestra realidad. Es ésta mi visión de la vida porque al día de hoy muchos de mis sueños se han quedado en el camino, consecuentemente mi realidad es la que es, pero no puedo evitar seguir soñando. Quizás porque lo único que me sobran son sueños.
En una
visión muy desmedida de mí mismo me especifico como escribidor de sueños.
Porque escribir para mí es vivir, y por lo tanto también es soñar. Caigo en la
cuenta de que utilizo el vocablo escribidor, para definirme y es por mi
creencia de que la vida es un hermoso sueño y a mi parecer en algún momento de
ella todos soñamos, lo que sucede es que quizás soñamos creyéndonos que somos
lo que no somos y por lo tanto no acabamos de entender que creyéndonos lo que
somos sin serlo, soñamos lo que no somos. Por lo tanto es la realidad la que
nos sitúa en nuestro lugar. Pero aún aceptando esa realidad nadie
pude evitar seguir soñando hasta despertar. Quizás porque volviendo a
Calderón el vivir solo es soñar.
Déjame soñar, es una espiral de relatos donde he volcado todas mis ilusiones, para que se convirtieran en un escenario soñado. Ahora solo depende de ustedes enfrentarme a mi realidad. Yo solo busco con él ofrecerles un cúmulo de entretenimiento para llenar muchas de nuestras horas donde solo la lectura nos resulta lo más gratificante.
Arrepentimiento y perdón
Le habían desahuciado, recogía sus pertenencias con parsimonia, y esperaba a la policía judicial que ejecutaría la orden. Recordó como llegó a aquel barrio de clase alta de la ciudad, alquiló el apartamento sitio en la decimosexta planta del edificio que era el más alto construido últimamente. Llegó con su título de periodista recién obtenido, y en su cuenta corriente dinero suficiente para no preocuparse en los próximos cincuenta años aún cuando su tren de vida no podría llevarlo ni el más alto ejecutivo que vivía en esa zona. El dinero lo heredó de sus abuelos paternos a los que ni tan siquiera trató como tampoco conoció a su progenitor.
Todo cambió
el día que acudió al despacho de un prestigioso abogado que lo había citado,
rogándole la asistencia por ser un asunto de su interés y sin su presencia no
se podría realizar la apertura del testamento del señor Rafael Santos Camino y
la señora Elvira Ríos de Montemayor.
Preguntó a
sus padres que parentesco les unía a esta familia que al parecer le incluía a
él en una herencia. Veintitrés años tarde, era reconocido como hijo de su
padre. Su madre suspiró y rompió a llorar desconsolada, quien hasta ese momento
era su padre le habló. – Siéntate hijo debemos de contarte una historia que
quizás debimos contarte antes, pero no sabíamos como hacerlo y temíamos hacerte
daño, quiero que sepas ante todo que tú madre sufrió mucho, que ella y yo te
queremos, desde el minuto uno cuando decidimos tu madre y yo que seríamos
pareja y que mi apellido sería el que tú llevarías si así quería ella-.
Vislumbraba
que se le iba a revelar algo que hasta ahora desconocía y que deliberadamente
se le había ocultado hasta ahora. Habló con un tono desabrido, -¿qué apaño
pretendéis hacerme creer?-
Calmante
hijo, escucha la historia y luego nos juzgas. Tú madre se enamoró de tu padre
biológico pero éste en cuanto supo que estaba embarazada de él la abandonó sin
tan siquiera ayudarla o plantearse como podría ayudarla. Ella fue muy valiente
y sola continuó con su embarazo. Los padres de él sólo supieron de tu
existencia a la muerte de tu padre en un accidente con su avión privado, de
esto hace ya veinte años. Éstos se desentendieron también de ti, nunca
intentaron ni conocerte. Desconocemos las razones por las cuales ahora puedes
estar en ese testamento. El resto de la historia ya la conoces.
No hizo
ninguna pregunta más, ni tan siquiera intentó consolar a su madre que
continuaba llorando. Hoy se arrepentía de su actitud. Recogió algo de ropa en
una pequeña maleta, cogió también su portátil y se marchó dando un fuerte
portazo. Subió a su flamante automóvil un Seat León FR 125 caballos gasolina
regalo de sus padres al terminar su carrera.
Veinte años
más tarde y tras ser desahuciado, volvía a casa de sus padres. No tuvo
ningún reproche ni le recriminaron su comportamiento. En todo ese tiempo ni tan
siquiera recibieron una llamada de teléfono que les hiciese saber que se
encontraba bien. Sin embargo ellos si supieron como estaba donde estaba y como
dilapidaba el dinero pero desistieron de contactar con él cuando la primera vez
que lo intentaron acudiendo al edificio de apartamentos donde vivía, éste
ordenó al conserje que no les dejase subir y que si volvían a aparecer llamase
a la policía.
Con el
corazón roto, volvieron a su ciudad, habían gastado mucho tiempo y dinero en
localizarle con la ayuda de un detective privado, así que cuando se sintieron
vejados de esa forma, subieron a su automóvil y lloraron desconsolados de
regreso a casa.
Ahora estaba
allí, volvía como se marchó con una pequeña maleta que era todo su equipaje, y
un coche de alta gama que pensaba poner a la venta porque no podría pagar el
mantenimiento que requería. Y era lo único que le quedaba de la fortuna que
había heredado.
Subió a su
habitación y entró, no había cambiado nada, era como si el tiempo no hubiese
pasado por ella, en las estanterías, las copas ganadas en sus competiciones de
cuando estaba en el instituto, los libros que solía leer en sus ratos de ocio,
sus discos de vinilo de los más famosos cantantes de esa época, y toda una
colección de películas en DVD de lo más variopintos estilos cinematográficos.
Sus padres
permanecieron en la puerta, observándole, él se giró para cerrar la puerta y
permanecer sólo un rato, inesperadamente, abrazó a sus padres y dijo: -lo
siento-. Se derrumbó y lloró amargamente. Permacieron abrazados a él. Contrastó
que para su madre no había pasado el tiempo, le acariciaba la cabeza como lo
hacía cuando era pequeño. Y le habló: -descansa hijo, ya estás en casa, cuenta
con nosotros, te queremos-. Comprendieron que era mejor dejarle ahora solo, y
salieron de la habitación.
Tumbado en
su cama, miraba a un lado y a otro de la habitación, se sentía como cuando era
pequeño, pero dentro de él algo le recomía por todo el daño que había causado a
quienes eran y le estaban demostrando ser unos verdaderos padres. Analizó su
situación, sí, había tirado veinte años de su vida, había gastado toda su
fortuna, al menos no tenía deudas, y su coche valorado en doscientos cincuenta
mil euros, podría servirle de contención para comenzar una nueva vida. Sus
padres le parecieron dos viejecitos encantadores, sin duda tanto sufrimiento
había causado estragos en su aspecto físico, su madre quizás por el tinte del
pelo parecía mucho más joven, pero en la profundidad de sus grandes ojos
oscuros su tristeza era descriptible, su padre tenía el pelo y la barba
totalmente blanca, y aunque se le veía ágil en movimientos, su delgadez era
extrema para un hombre que media casi 1,90 y sólo pesaba 65 kilos.
Durante dos
horas permaneció en su habitación, pero cuando salió de ella era otro hombre
distinto al que entró, tenía la firme decisión de rehacer su vida, de resarcir
todo el sufrimiento producido y para ello estaba dispuesto a poner todo su
empeño.
Bajó al
salón su madre leía un libro, su padre dormitaba en un confortable sillón.
Papá, mamá no se ni como empezar, quiero pediros perdón por todo el daño que os
he causado. Desde mañana mismo voy a empezar a trabajar tengo una oferta de un
periódico local.
Si no
hubiese sido porque se te fue la cabeza sin duda serías un periodista de
prestigio dijo su madre, la primera vez que te vimos en televisión pensamos que
así sería. Aún eres joven y puedes recuperar el tiempo perdido.
Su padre que
permanecía callado dijo: No tienes que preocuparte por nada, esta es tu casa, y
ahora más que nunca me alegro de que hayas vuelto a tu hogar. Tú madre va a
necesitarte cuando yo le falte. Debes de saber que me han diagnosticado un
cáncer de próstata está tan avanzado que en unos meses el desenlace puede ser fatal,
pero tu serás otro aliciente para hacerle frente.
El mazazo
del estado de gravedad de su padre no lo esperaba así que le quedaba poco
tiempo para hacerles feliz, para que al menos supieran que les quería y cuán
arrepentido estaba de la desordenada vida que había llevado y de todo el daño
causado.
La mañana siguiente, amaneció con un sol radiante como presagio de una nueva luz que guiaría su nueva vida, acudió al periódico, se entrevistó con el director quien le ofreció el puesto de redactor y comenzó su trabajo entrevistando a todas las personas que en él trabajaban con objeto de marcar las líneas a seguir bajo su mandato. No sólo estuvieron de acuerdo sino que él adoptó medidas sugeridas por sus colaboradores lo que sin duda redundaría en beneficio de todos. La jornada aunque agotadora había sido muy fructífera, se había sentido a gusto, sus nuevos compañeros serían ahora.
Borracho por soledad
Un día
cualquiera en cualquier lugar, sin más compañía que su soledad, caminaba
errático, perdido su rumbo, buscaba a que a ferrarse para no perderse en la
barra de algunos de los muchos bares que proliferaban en ese lugar. Sin remedio
acababa en un tétrico bar siempre ebrio, cantando mal que bien o recitando
poemas que solía transcribir en una servilleta antes que el alcohol tomase
posesión de sí mismo.
Jamás se
metía en problemas, solo bebía y bebía. Le costeaban su bebida, a cambio de que
cantase los parroquianos habituales de ese sitio, gente burda, chabacana e
insensible, para burlarse de él, pagaban otra ronda si además la siguiente copa
se la bebía de un solo trago. Y vuelta a empezar, consumía y cantaba y
nuevamente le vitoreaban y le volvían a abonar un nuevo vaso de vino blanco,
que era el único licor que tragaba.
Era la
primera vez que entré en ese bar, quizás no fue por error, andaba perdido.
Sería la última, porque quizás fue como si me viese a mí mismo, lo cierto es
que me impresionó de sobre manera verle allí rodeado de unos cuantos energúmenos
que parecían disfrutar viendo como ese hombre se hundía más y más en una
borrachera perdiendo todo sentido del decoro.
Mi confusión
se disipó al momento, no quería acabar así por lo tanto, en mi lucidez había
tomado conciencia que podría ser yo ese patético hombre que era la diversión
diaria en ese tugurio, y estaba dispuesto a rescatarle a toda costa.
Sosegado mi
espíritu, respiré profundamente, como para tomar fuerzas, el olor hediondo del
lugar carraspeó mi garganta y un golpe de tos casi me hizo vomitar. Por suerte
nadie se percató de mi presencia toda la atención estaba en ese pobre hombre
que ahora recitaba con voz quebrada:
Tus labios
de miel
inspiran
dulzura
tus ojos
mujer me miran
llenos de
amargura
y ahora yo
se
que
perderte, fue mi locura.
No se porqué
perdido otra
vez
sin saber
que hacer
busco tus
ojos mujer
y tus labios
de miel
que me
inspiran dulzura
y ahora yo
se
que perderte
fue
lo peor que
me pudo suceder
Por un
momento quedé anonadado, estaba claro que ese tipo no era de la misma pasta que
los que le jaleaban ciertamente su deterioro físico y hasta su deteriorada
vestimenta podría hacerle pasar por alguno de ellos, pero ni muchísimo menos,
esos memos que lo utilizaban como diversión ni tan siquiera se conmovieron con
esas rimas.
Ya en barra
del bar procuré estar lo más próximo a él, quería indagar porque había acabado
así.
Pasaron casi
dos horas de cante y poemas hasta que se fueron marchando los que le animaban y
solo quedamos él y yo en la barra, fue entonces cuando me atreví a preguntarle:
-¿Cómo ha
terminado así?,-
Inmediatamente
lamenté haberlo hecho, esperaba una contestación tan grosera como mi pregunta,
pero sorprendentemente con una voz casi gutural respondió:
-La vida
señor-.
El camarero
se acercó rápidamente a nosotros y me preguntó que si me estaba molestando, y
la verdad a mí me molestó la pregunta de ese tipo tan rústico como sus asiduos,
había ignorado totalmente a ese pobre hombre dándome a mí una categoría que en
esos momentos dudaba si quizás el que había hecho de bufón no fuera el más
hidalgo de los tres allí presentes.
Rápidamente
le dije que no, que era yo quien había pretendido entablar conversación con él,
y el camarero rio socarronamente mostrando unos sucios dientes al igual que una
notable falta de piezas dentales, para añadir:
-Éste es un
borrachín que su mujer dejó por causa de la bebida y desde entonces este es su
único oficio- y añadió que si llenaba mi copa que ya estaba casi vacía, asentí
y se alejó a buscar la botella del rioja que le había pedido.
-Me invita a
una copa señor-
Su voz me
sacó de mi abstracción, le dije mi nombre indicándole que no me llamase señor y
le pregunté el suyo.
-Juan,
me llamo Juan- me respondió.
Está seguro
que quiere tomar otra copa, ¿ha cenado? -Le pregunté- y negando con la cabeza
tomé una decisión de que la cual estaba seguro que no habría de
arrepentirme.
Pagué mis
copas, aunque no me tomé la última que me traía, quería salir rápidamente de
ese sucio antro y cenar con Juan en un sitio menos infecto que donde estaba.
Al principio
me costó que hablase, estaba en guardia, como si no se fiase o temiese abrirse
en demasía, sin duda la copiosa cena que había pedido pues tenía apetito fue
borrando los vahos del alcohol consumido y poco a poco fue hablando.
-Un día
cualquiera en cualquier lugar sin más compañía que su soledad, caminaba
errático, perdido su rumbo fue a parar ese lugar- Donde tan solo por una noche
se dejó rescatar.
Lamentablemente Juan no pertenece a ese sitio pero ya es parte indisoluble de él.
Déjame soñar
En aquella antigua cafetería, aún conservaban una sinfonola, también era conocida como gramola o rockola. Era una máquina parcialmente automatizada que reproducía música, funcionaba introduciendo monedas y permitía seleccionar los temas a través de una botonera que mediante una combinación facultaba indicar la canción elegida entre una lista de discos. Media un metro y medio de altura aproximadamente. En la parte superior y costados verticales su iluminación en color la hacía bastante visible.
Contenía
discos de vinilo de la década de los 70 y 80. Curiosamente estaba adaptada para
que con una moneda de cincuenta céntimos de euro funcionase y podías elegir
escuchar dos temas. Parecía que el tiempo se hubiese detenido en ese café, la
decoración era la típica de aquellos mágicos años de mi juventud, por lo que me
sentí transportado a un pasado ya lejano.
Solo el
alumbrado con luces de led destacaba de sobremanera en un voladizo sobre la
barra del bar, el cual servía para colocar botellas de bebidas que hacía mucho
tiempo habían desaparecido del consumo habitual. Recuerdo que había bastantes
botellas de Cynar una bebida de alcachofas. Me llamaron poderosamente la
atención pues era una bebida que solía beber en mi juventud.
Pregunté si
aún funcionaba y me indicó el barman que si, dispuse de cambiar varias monedas
de euro para introducir en la máquina las que requería, pedí un café, y con la
taza en la mano me acerqué a la máquina introduje una moneda y seleccioné
“Soledad” de Emilio José, y “Corazón destrozado” de Bonnie Tyler.
Cerré mis
ojos y los recuerdos me transportaron a mi adolescencia. Soledad, fue una
canción que escuchaba una y otra vez al salir de clase en una máquina de este
tipo que había en un bar en el interior de un parque de mi localidad. La
primera canción bien podría ser Soledad, Ana, Marisierri o cualquier nombre de
aquellas chicas que en mis primeros años de juventud bebía los vientos por
ellas. La desgarradora voz de Bonnie Tyler en su tema “corazón destrozado”
evocaba en mí, la frustración de aquellos primeros amores que solo eran el paso
a la pubertad.
“Esa niña
que me mira” de Los Puntos, “Help ayúdame” de Toni Ronald, fueron
los siguientes temas que opté. Cada tema un recuerdo, cada recuerdo un pasado,
cada pasado, un paso hacia lo que hoy era o me había convertido. Rock, pop,
flamenco, canción protesta. Derroché hasta diez euros, escuchando viejos temas
que sonaban aún en esa antiquísima máquina como si fuera ayer. Me atreví a
tomar una copa de “Cynar” y viví un sueño, había retrocedido en el tiempo, solo
faltaban los amigos que solían acompañarme cuando salíamos en nuestras
correrías de juventud. Y eché de menos a quien el zarpazo de la muerte nos
había arrebatado cuando aún no había cumplido su mayoría de edad. Eché de menos
aquellos que por designios del destino nos había separado cuando entonces
éramos inseparables, pero seguíamos en un trato cordial. Caí en la cuenta de
que muchos se habían quedado en el camino de nuestra amistad y otros muchos
eran los que ahora llamaba amigos. Cambiamos, de compañeros de viaje pero no olvidamos
jamás que estamos donde estamos porque hemos estado acompañados, nunca estamos
solos y quizás esta sea la condición del ser humano.
Evoqué
aquella época, aquellos años de adolescente, no recuerdo que fuese alocado, ni
especialmente díscolo, es posible que mis complejos frustraran muchos de mis
sueños, pero sin duda mis remembranzas de hoy sobre aquella época me
transfieren equilibrio entre pesadumbre y gozo de una etapa que marcaría para
siempre mi forma de entender la vida. Sin duda podría ser diferente pero cada
uno de los períodos que vivimos de una u otra forma dejan una huella en
nosotros que al final es el resultado de lo que somos, cierto es que
intervienen otros muchos factores pero no calan en nuestra esencia de
generosidad o atalamiento hacia los demás.
Terminé mi copa, miré la hora en mi móvil, había cinco llamadas perdidas, seguramente por ser números que no tenía grabados serían clientes, eran las nueve y veinte de la noche. Habían pasado más de tres horas desde que entré en ese túnel del tiempo. Devolvería mañana las llamadas, me resistía volver a mi realidad, pero se me hacía tarde para llegar a casa, pagué mi copa y me dispuse a salir y desperté -maldita sea desperté-, solo había sido un sueño, pero tenía la esperanza de que podía entrar en el cuándo quisiera solo tenía que evocar el bar, la sinfonola y dejarme llevar, todo lo demás fluiría estaba grabado en el disco duro de mi celebro, recuerdos de un pasado. Me levanté y tararee: “déjame, déjame soñar, déjame tengo que llegar, no quiero quedarme atrás, los sueños son míos déjame soñar”.
Destino obligado
Javier Montes contemplaba el olivar que fuera de su padre, era una vasta extensión de olivos de la variedad Picual y Hojiblanca, que se encontraba a unos setenta kilómetros de la capital.
Al igual que lo había sido su padre, él era el presidente de la cooperativa olivarera de su localidad.
Su progenitor la fundó en el año 1980. Al principio fue una locura que pasó por su cabeza y que puso en marcha junto con su tío Javier hermano de su madre, y algunos agricultores que habían conseguido que creyeran en el proyecto de elaborar un aceite que reuniese las características de un producto que el consumidor estimara por su calidad y por su sabor. Buscaban también lograr un aceite que reuniera las cualidades para que se pudiera acoger a la denominación de origen de la zona
A los dos años el proyecto de la Cooperativa estuvo a punto de hacerles perder todo el patrimonio que poseían ya que la cuantiosa inversión no conseguía pagarse y los exiguos beneficios obtenidos hicieron que los socios quisieran deshacer el proyecto. Les costó mucho esfuerzo de convencimiento pero lograron seguir adelante aunque dos de ellos que poseían importantes rentas abandonaron, haciendo retrasar lo que más tarde fue el éxito que desde el minuto uno creyeron posible.
En el quinto aniversario de la constitución consiguieron que el aceite que producían fuese de la calidad exigida para entrar en la denominación de origen.
Dos tipos de aceite que producían eran los que habían logrado tan alto grado de ser el mejor aceite.
El que había obtenido medalla de oro en diferentes certámenes era el producto por el que siempre habían apostado. Era muy apreciado, y la cuidada imagen de su embotellado le hacía ser su producto estrella. Era un aceite de oliva virgen extra, noble por naturaleza, de aroma elegante y profundo. Afrutado intenso en la boca que recordaba a la fruta en su plenitud. Conseguía unas sensaciones equilibradas de amargo y picante. Algo innato de los campos andaluces. Estaba concebido para paladares exigentes, recomendándose su uso en crudo rociado sobre pan. Siendo el complemento perfecto para ensaladas y verduras salteadas. Ideal como acompañamiento también para carnes y pescados preparados a la plancha o al horno.
La medalla de plata obtenida en diferentes certámenes era para un aceite de oliva de frutado medio alto, con similitud en cuanto a intensidad en matices verdes y maduros, aunque destacaba por su suavidad, con una entrada dulce muy agradable a la que siguen un ligero amargo y picante. Las sensaciones frutales recuerdan a frutas como las manzanas. Sin duda éste era ideal para cocinas exigentes. Al ser de un alto rendimiento, no dejaba sabores ni olores en las frituras. Aportando un toque especial a los alimentos cocinados, como guisos de legumbres, arroces y carnes.
Él había sido estudiante no muy constante pero su padre se había empeñado en que se licenciase en Derecho quizás era un sueño que éste no había podido realizar y que ponía como meta a su hijo que si bien aceptó, no así estaba muy de acuerdo en el futuro que su padre le había marcado, como que él sería quien se hiciese cargo de todo el negocio. Pero había claudicado y hoy estaba allí no solamente al pie del cañón como se dice sino que él supervisaba no solo las labores en el campo, todo lo tenía milimétricamente medido para obtener las mejores olivas para mantener la calidad que exigía a su aceite.
Asimismo procuraba que la calidad y la excelencia de sus productos destacasen por su aroma, su sabor y por la tradición en su elaboración, cada año era un placer ser galardonado con el reconocimiento de obtener los mejores aceites del mercado.
Cuando era solo un adolescente no le agradaba para nada la idea, a esa edad no pasaba por su cabeza esos planes, soñaba con ser ciclista y era muy bueno, había conseguido bastantes premios desde que comenzara siendo un crío a participar en carreras. Pronto tendría encima de la mesa un contrato que lo llevaría a ser ciclista amateur y cuando pasó a profesional lo hizo fichando por un equipo de primera línea con el cual participaría en las tres de grandes vueltas del ciclismo europeo, el Tour, el Giro y la Vuelta Ciclista a España.
De aquellos años guardaba buenos recuerdos, el reconocimiento de haber sido uno de los grandes. Ganador de varias etapas de las tres grandes vueltas. Su gran pena fue al tener que abandonar su carrera profesional porque una caída cuando llevaba el Jersey amarillo del Tour de Francia por más de dos semanas. No solo rompió su sueño de haberlo ganado, ya que todos le señalaban como el ganador ese año, sino que se rompió para siempre su carrera deportiva pues las lesiones fueron de tal gravedad que le impedirían montar más en bicicleta.
Tuvo suerte, creyeron que se había matado al caer por un barranco cuando bajaba el puerto del Galibier a más de noventa kilómetros por hora, había dado un hachazo al Tour. Sacaba más de diez minutos al segundo y catorce al tercero, tan solo faltaba una semana para concluirlo. Aquí acabó su sueño.
Ahora atendía a las visitas que acudían al complejo hotelero que había montado próximo a las instalaciones de la fábrica de aceite. Había organizado una serie de actividades relacionadas con el Aceite de Oliva, era una alternativa al turismo tradicional en la que las actividades, consistían en visitas, alojamientos, restauración, compras, rutas, senderismo, relax y en definitiva difusión de información y cultura en torno al Aceite de Oliva.
Cuando expuso el proyecto a su padre, este no quería ni oír hablar de ello, el palabro que utilizó para definirlo no le gustaba: “Oleoturismo”.
-Hijo no impediré que lleves a efectos tu proyecto, sé que ya me estoy quedando anticuado. Sin duda por el brillo que veo en tus ojos es como cuando yo me empeñé en montar la Cooperativa. Contarás con mi apoyo e invertiré sin poner en peligro el patrimonio que poseemos, ya estuve a punto de perderlo cuando comencé mi aventura empresarial y no estoy en edad de volver a empezar.-
Papá, solo te pido el cortijo, que adaptaremos como Hotel Rural no será más de doscientos cincuenta mil euros la inversión en las reformas exigidas para su habilitación como hotel y a esto puedo hacer frente yo solo.
-Siendo así adelante, pero necesito que comprendas que no me puedes pedir más ayuda para ese proyecto. ¿Cómo has dicho que se llama?-
Oleoturismo.
-Más te vale que funcione, pero no quiero distracciones ni para la finca ni para la fábrica, ya hemos hablado de esto en varias ocasiones, cierto es que no me has defraudado, espero no tener que arrepentirme.-
-Recuerdo cuando te enrolaste en el equipo de ciclismo, abandonaste la carrera, me prometiste que la acabarías y la verdad nunca creía que así fuera pero me demostraste ser un hombre de palabra.-
-Cuando tras tu accidente, te viste obligado a iniciar una nueva etapa en tu vida y me dijiste que estabas dispuesto a asumir tu responsabilidad en el negocio familiar. Fue una grata sorpresa ver que en el fondo estabas hecho para llevar este negocio. Y ahora aquí estás con una nueva idea que según tú engrandecerá no solo la cuenta corriente sino la visión de un mundo que se abrirá al conocimiento de todos los que amen la tierra, su fruto y los productos que elaboramos. Aunque yo ya por mi chochez no lo vea claro te animo a que luches por tu sueño. ¡Suerte hijo!-
Recordaba esta conversación con su padre, lamentablemente éste no había podido ver terminado el proyecto, una mañana se desplomó sobre la mesa cuando desayunaba, un infarto acabó con su vida.
Sabía que se sentiría orgulloso de él y así día tras día trabajaba con ahínco y se sentía satisfecho de sus logros.
Celebraba el aniversario de la puesta en marcha del proyecto Oleoturismo. Había acudido a recibir a un grupo de visitantes que llegaban para pasar el fin de semana.
Una de las chicas que visitaban las instalaciones, le llamó la atención:
¿No es usted el ciclista que dieron por muerto tras una caída en el Tour?
Si, quien es usted, periodista quizás.
No, soy hermana del ganador del Tour de ese año, siempre dijo que fue una casualidad que él ganara de no haber sido por su caída él no habría tenido ese privilegio. Sabe, mi hermano quería haber venido, pero hace una semana un accidente lo ha llevado al hospital, nada grave. Vosotros los ciclistas sois como los toreros estáis hechos de otra pasta, el mes próximo estará ya compitiendo.
No crea, al final no somos irrompibles, fíjese si no fuese por las siete pastillas diarias que me veo obligado a tomar y este bastón no podría mantenerme en pie sin que me derrumbase como una madeja, retorciéndome por el dolor.
El resto del grupo, acompañaba a un joven que les informaba de todas las actividades a realizar durante la estancia. La chica parecía más a gusto con él y no estaba por la labor de irse junto al grupo, por otro lado a él parecía agradarle la compañía.
Si quiere yo personalmente le mostraré las instalaciones. Después le invito a comer, veo que ha venido sola.
Si, como ya le he dicho iba a acompañarme mi hermano. No iba a venir pero él me animó a que viniera, al encontrarse fuera de peligro. Además tengo algo para usted que me ha dado.
Está segura que no será más divertido estar con el grupo, el joven guía tiene un montón de anécdotas que ha recopilado y que resultan divertidas a todos los visitantes, hay una en especial que no me gusta que la cuente, pero parece regocijarse y cuanto más le regaño para que no lo haga más la cuenta.
Y por qué no me la cuenta usted,
Lo haré si a partir de ahora me tutea.
Está bien, te tutearé
Quizás deberíamos presentarnos primero. Supongo que al conocerme sabes que me llamo Javier, y tú, ¿cómo te llamas?
Elvira
Bonito nombre, tan bonito como tú. Perdona, pero no podía pasar un segundo más sin decírtelo.
¿Pretendes ligar conmigo?
Ya quisiera yo, espero que no seas un hueso duro de roer. Yo si te parece te doy todas las facilidades del mundo.
Ella sonrió al mismo tiempo que le preguntó, cuéntame esa anécdota me tiene intrigada.
Es de cuando yo era adolescente, ya corría en bicicleta y como ganaba relativamente fácil algunas carreras me fue entrando el gusanillo de ser ciclista. Necesitaba entrenar mucho pero mi padre en la recogida de aceitunas me llevaba al campo cuando no tenía clase y los fines de semana, justo cuando yo podría entrenar, por lo que no me quedaba tiempo. Así que cuando mi padre se marchaba del olivar para la fábrica de aceites yo aprovechaba mi oportunidad y me iba a casa por la bici y salía a correr.
Hasta aquí tal como ocurrían los hechos, pero ese joven que va con el grupo es mi primo, hijo del hermano de mi padre y su socio desde los comienzos. Él dice que se lo ha contado su padre y que éste me lo oía decir a mí, pero la verdad es que no sabría decirte si es verdad o mentira. ¡Hace tanto tiempo!
Lo cierto es que cuenta que me ponía de rodillas frente al olivo que estábamos cogiendo aceitunas y le decía a éste: “Ni tú “pa” mí ni yo “pa” ti. Y cogía la bicicleta y me iba a la capital que está a unos setenta kilómetros, tomaba café y volvía antes de que mi padre siquiera notase mi ausencia.
La sonrisa que provocó en la joven, le hizo sentirse seguro de sí mismo. Se aproximó a ella, durante unos segundos se miraron fijamente a los ojos e instintivamente se besaron.
Lo siento dijo él
Yo no lo siento dijo ella
La verdad es que me gustas y la visita ha sido una excusa para conocerte. ¿Sigue en pie la comida?
Claro, que sí, la cogió por la cintura y fueron hacia el restaurante.
Degustaron unos aperitivos mientras servían el menú que habían pedido que regaron con un excelente vino de la tierra, que encantó a Elvira, pero lo que sin duda más la sorprendió es cuando probó un helado de aceite de oliva que no estaba en el menú y que él quiso que probara.
Cuando acabaron de almorzar se unieron al grupo que iban hacia un salón de hotel donde disfrutarían con la actuación en directo de un humorista de gran prestigio nacional así como la actuación de un conjunto de música.
Pasaron una tarde agradable. Cuando acabaron las actuaciones y solo ponían música para bailar, salieron del salón para pasear por los alrededores del Hotel.
¿Qué es lo que te ha dado tu hermano para mí? preguntó
Es el maillot amarillo que le impusieron cuando ganó el Tour, y una invitación para la inauguración de su escuela de ciclismo que inaugurará el mes próximo. Él siempre ha hablado maravillas de ti.
¡Vaya es muy halagador! Cuando acabó el Tour vino a verme al hospital, yo estaba tan enfadado por mi caída que le menosprecié al igual que a mis compañeros y pagué mi frustración negándome a saber nada del mundo del ciclismo, incluso rechacé los homenajes que quisieron hacerme, va siendo hora de que me reconcilie con esta etapa de mi pasado y cierre las heridas que sufrí al frustrar mi carrera por aquella infausta caída.
Me encerré en este mundo, y ni tan siquiera me he permitido un solo día de vacaciones desde que me aferré a él como escape porque todos mis sueños se vieron abajo. Podría haber trabajado en un despacho de abogados pero en el fondo no quería contravenir a mi padre, él siempre deseó que yo me hiciese cargo de todo esto.
No, no estoy arrepentido la verdad es que la vida del campo, el hotel rural y los éxitos conseguidos en la elaboración de nuestros aceites me han colmado de una felicidad que ha suplido la frustración que supuso abandonar mi carrera deportiva. Pero ahora debo de vivir un poco.
Aceptaré encantado el regalo de tu hermano, dame su teléfono que le llame le debo una disculpa. Dejaré todo preparado para asistir a la inauguración de su escuela de ciclismo. Eso sí con una condición que tú seas mi acompañante si no tienes nada mejor que hacer.
Lo haré encantada.
La cogió por la cintura y ella se dejó llevar, y sus labios no dejaron escapar sus besos.
Ninguno de los hizo nada por separarse. Ella había ido allí enamorada del hombre que ahora tenía la oportunidad de conocer en persona y él se sintió atraído por aquella chica que a partir de ahora daría un nuevo impulso a su vida y colmaría la melancolía de una soledad que hasta entonces solo llenaba con trabajo.
El hallazgo
La vieja
estilográfica con cuerpo en azul cobalto, de boquilla negra, capuchón bañado en
oro con guilloqueado longitudinal, plumín grande dorado, con punta de iridio
decorado y con un dibujo grabado, alimentada por un cargador, la heredó de su
abuelo materno, que fue abogado, era una pluma datada del 1920.
Nunca se
había fijado en el dibujo pero ahora limpiando el plumín cayó en la cuenta de
que había visto ese dibujo en algún sitio, no recordaba si fue en un escudo, en
un cuadro o alguna talla del mueble escritorio de su abuelo. Se levantó de su
sillón como si se hubiera disparado de un resorte y se acercó a la inmensa
estantería de libros, que forraba toda una pared y que de la cual destacaba la
enorme chimenea francesa, en la que un cuadro que era un dibujo a plumilla de
su abuelo con la toga puesta parecía cuestionarle.
Cogió un
taburete que usaba para coger lo libros de los anaqueles más altos, y descolgó
el cuadro, que dejó ver una talla similar al grabado del plumín, dicha talla
estaba hecha en el mármol con el cual estaba revestida la chimenea, puso su
mano sobre ella y frotó como admirando su buen acabado, la pared empezó a
girar, hizo un giro de treinta grados y se detuvo, cogió una linterna y se
dispuso a pasar esa oquedad abierta, un largo pasillo de no más de metro de
anchura y unos seis metros de largo desembocaba en una recámara decorada con
muebles de estilo Luis XV.
Los
recuerdos agolpaban su mente, había estado allí de niño, un velo de tristeza
recorrió su cara. Ahora su memoria le presentaba como en una película, cuando y
como. Se veía con tres o cuatro años jugando en el despacho de su abuelo al
cual tenían prohibido entrar los niños, pero haciendo caso omiso de tal
oposición siempre que estaba abierto entraba admirando la belleza que le
producían tantos libros, estos ejercían una atracción sobre él.
Sintió las
voces de su abuelo que discutía con alguien, nunca supo con quién ni por que
rápidamente se escondió tras un sillón. Su abuelo cerró la puerta dando un
portazo y abrió el paso secreto y entró.
No
sabría precisar cuánto tiempo pero la poca luz que entraba por la ventana le
indicaba que había caído la tarde con lo cual llevaría al menos un par de horas
escondido debió quedarse dormido, se levantó dispuesto a buscar a su
abuelo, entró, un pequeño candil alumbraba el pasillo, llegó a la
habitación, ahora recordaba con total nitidez, en la cama su abuelo estaba
dormido así le pareció, temió despertarlo y salió corriendo, al salir al
pasillo tropezó con algo y la pared empezaba a cerrarse, pudo salir antes de
que esta lo hiciese completamente.
Temblaba por
el susto de haberse quedado encerrado. Se sobresaltó al abrirse la puerta
del despacho y su madre gritarle, -¿se puede saber qué haces aquí?- nos has
dado un susto de muerte, llevo horas buscándote, además sabes que tu abuelo no
quiere que entren aquí niños, tiene muchos papeles importantes en su mesa.
Sintió un
escalofrío en su cuerpo y proyectó la luz de la linterna, sobre la cama, la
momia que vio sobre ella no era sino el cuerpo descompuesto de su abuelo, en lo
que quedaba de su mano derecha un revolver LeMat 1856, de 9 cartuchos.
Todos
habían dado por hecho que el abuelo se había ido a América, siempre fue su
sueño, y habría dejado a la abuela. Sus vidas se habían convertido en un
infierno siempre inmersos en continuas peleas en las que la soberbia de él y la
cabezonería de ella acababan por desquiciarlos.
Ahora
cuarenta años después, tendría que averiguar muchos interrogantes.
Por fin
comprendía todo, su abuelo yacía en la cama de una cámara secreta de su propia
casa, hacía cincuenta años que lo habían dado por huido y este hallazgo suponía
un cambio, un lavado de imagen para su malogrado abuelo. Había mucho que
aclarar pero estaba dispuesto a llegar al final, llegó a la conclusión que mientras
él se quedó dormido en el despacho, su abuelo se había suicidado, nunca dijo
nada de su estancia en ese lugar entre otras cosas por miedo a una reprimenda y
siendo sincero también lo había olvidado solo tendría tres años, y cuando
su madre entró buscándolo estaba tan asustado pensando que se habría quedado
encerrado que sintió tal alivio que no se esforzó en recordar lo que había
hecho tan solo unos segundos antes.
En lo que
quedaba de su mano izquierda había un papel doblado amarillento por el paso del
tiempo, sin duda ahí estaría la clave de lo que lo sucedido, pensó cogerlo y
ver si tenía algo escrito, pero al mismo tiempo reflexionó que debía avisar a
la policía.
Salió de la
estancia ahí no podía telefonear porque no había cobertura, mientras
llamaba a la policía fue a buscar a su madre que se encontraba en su habitación
en una planta superior de la vivienda.
Estaba
confuso, como es posible que nadie supiera de la existencia de la cámara
secreta, de haberlo sabido alguien hubiesen encontrado el cuerpo antes, no
ahora y por una casualidad. Evocó a su abuelo era un hombre alto 190 cm.
Complexión fuerte, siempre vestía con traje y chaleco, con barba siempre
perfectamente recortada, su voz grave sonaba como un trueno cuando voceaba, sus
lentes redondas tenían las patillas y el puente de oro, una gruesa cadena de
oro resaltaba en su prominente barriga de la cual pendía un reloj de
bolsillo de un tamaño considerable y que destacaba en el interior del bolsillo
de su chaleco, ahora le parecía un poco hortera, pero recordaba cómo le
impresionaba la cadena cuando su abuelo lo sentaba en sus rodillas para
sermonearle por sus travesuras.
Su madre se
hallaba sentada en un sillón orejero de piel de vacuno, en su habitación junto
a una pequeña mesa de camilla y sobre su falda un libro que estaba leyendo
parecía habérsele caído de la mano. Sin duda se ha quedado dormida –pensó-
La zarandeó
por los hombros y la llamó: -mamá, mamá-, los azules ojos de su anciana madre
le miraron como interrogándole, ¿ocurre algo para que vengas a molestarme
cuando estoy leyendo?, dijo ésta y se puso a reír con una sonora carcajada.
¿Vaya te he asustado?, igual que cuando eras pequeño, nunca has sabido captar
mis guasas. Dijo la madre con cierta burla.
Déjate de
bromas mamá. No te preocupes, ni te alteres, no sé por dónde empezar. ¿Cómo
decírtelo? ¿Decirme qué? Quieres dejar de hacer el idiota y contarme que
sucede. Es que no quiero que te afecte por tu corazón. He encontrado al abuelo,
pero está muerto en una cámara secreta de nuestra casa. La palidez que vio en
su madre hizo que reaccionara rápidamente y le alargó una pastilla de una
cajetilla que había sobre la mesa y un vaso de agua, que tomó
pausadamente
He llamado a
la policía, deberemos bajar para que cuando lleguen podamos ayudarles en
la investigación.
Quiero
verle, no mamá, no debes, cuando hayan retirado el cuerpo te llevaré a esa
cámara secreta. ¿Por cierto tenías idea de que existiera? ¿Nunca te han hablado
de ella? ¿Ni la abuela sabía de su existencia? En la vida he oído hablar de
estancias secretas de la casa. Por cierto, ¿cómo la has hallado?
Del
voluminoso legajo de papeles que componían el sumario abierto al caso de su
abuelo solo le interesó la carta que el cadáver portaba en su mano, así que
ojeó el expediente y cuando la encontró se sentó y colocándose sus lentes de
lectura la leyó detenidamente
“Querida
Elena, últimamente discutimos mucho, lo sé, mi carácter se ha vuelto más
irascible. Cuando leas esta carta, pensarás que he sido un cobarde y que no
pienso nada más que en mí, dejándote sola por este acto tan irracional de
quitarme la vida. Pero nuestro médico y amigo de la familia Carlos Pérez, te
dirá que solo he adelantado lo que más pronto que tarde me va a suceder,
saltándome un largo y penoso sufrimiento de dolor para ti, pues hace cuatro
meses me ha diagnosticado un tumor en la sangre, se le denomina LEUCEMIA
MIELOCÍTICA, me encuentro una fase que es muy difícil de tratar.
Durante este
tiempo he tratado de ocultarte mi estado aunque últimamente, mi fatiga, mi debilidad,
mis sudores nocturnos ya te habían alarmado, últimamente no parabas de
decirme que visitara a otro médico cuando te decía que Carlos me había dicho
que no era nada importante.
Ahora cuando
escribo esta carta a modo de despida solo te pido que me recuerdes como era
cuando nos conocimos, un joven ambicioso y algo irreflexivo, pero que tenía
claro que tú eras la mujer de mi vida y mi profesión mi pasión.
Mi profesión
que nos ha dado casi todo lo que poseemos materialmente, y tú que me has dado
mi otro gran amor nuestra hija, Ana
Idolatrada
Ana, tú eres mi orgullo, ya con nueve años tocabas el piano para deleite de tu
madre y mío. Ahora eres una mujer y nos has dado un preciso nieto. Has seguido
mis pasos y has resultado ser una alumna aventajada, pues te consideran mejor
jurista que yo, nuestro bufete no perderá nada con mi ausencia. Sé que te
enfadarás conmigo cuando leas esta carta, pero siempre hemos hablado que ni tu
madre ni yo seríamos una carga para ti. Ha llegado mi hora y de verdad que lo
lamento por tu hijo Roberto, mi adorado nieto. Con él estaba volviendo a vivir
una segunda juventud, estos cuatro meses él ha sido la fuerza que me impulsaba
para aguantar el sufrimiento que me ha causado esta desagradable enfermedad.
Adorado
Roberto, tú eres aún muy pequeño, seguramente serás quien menos eche en falta
mi ausencia pero también quiero despedirme de ti, mi pequeño, curioso y
revoltoso nieto, quiero animarte a que sigas nuestros pasos y aunque tu madre
ha dejado el listón muy alto, tú serás tan buen abogado como ella, porque eres
muy despierto y sagaz.
Amada familia, no es un acto de cobardía es un acto de amor, ojalá lo pudierais ver como yo. Os quiero y espero que sepáis perdonarme con todo mi amor”.
![]() |
Fdo.: Roberto Martos Arévalo |
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|
Esta firma
solemne no era la habitual de su abuelo, solo la utilizaba para escrituras de
compraventa y otros documentos de importancia, por eso cuando vio el extraño
dibujo integrado en la rúbrica de su abuelo cayó en la cuenta de que era el
mismo que estaba grabado en el plumín dorado de la pluma heredada de éste, así
como la talla hecha en el mármol que revestía la chimenea y que daba acceso a
la cámara secreta.
La misa
funeral de su abuelo, iba a celebrarse en la intimidad solo la familia y
algunos amigos de los más allegados, por eso le sorprendió tanto cuando llegó a
la pequeña iglesia que habían elegido para tal efecto, que ésta estuviese
totalmente llena y que cuantiosa gente estuviese en la puerta esperando darle
las condolencias, abrumado, se preguntó cómo era posible que tanta gente
recordarse a su abuelo, cayó en la cuenta que también fue mucha la que lo
difamó cuando creyeron que se había marchado abandonando a la familia,
posiblemente ahora querían resarcir el daño que con sus comentarios habían
hecho.
Miró a su
madre, sentada en el primer banco de la iglesia, por donde pasaban a darle el
pésame, apenas se podía mantener en pie y de sus ojos rojos por el llanto
manaban lágrimas que corrían por sus mejillas. Él estaba apenado la frase
brotaba en su mente con la voz grave de su abuelo: “Amada familia, no es
un acto de cobardía es un acto de amor, ojalá lo pudierais verlo como yo. Os
quiero y espero que sepáis perdonarme”.
No
había nada que perdonarle, él así lo veía, pero su madre cuando leyó la carta
maldijo al abuelo, parecía poseída por el demonio, jamás la había visto
comportarse de esa manera tan cerril, ahora la veía abatida, hundida quizás sabedora
de que su rabia inicial al leer la carta fue injusta en los calificativos que
propinó a su padre, tal vez ahora comprendía el acto de amor que supuso para él
el acto irracional de quitarse la vida.
Salió de su
retraimiento cuando el sacerdote empezó la homilía, alabando la entereza de la
familia y el sufrimiento de tantos años sin saber del hermano, del marido, del
padre del abuelo que ahora desvelado su triste final podrían cerrar una herida
abierta muchos años atrás, y entender los motivos de tan trágico final, de la
soledad en que quedó la familia sin el ser querido que yacía en el féretro a
los pies del altar mayor. Siguió el páter con su panegírico que resultó cansino
en el enaltecimiento de los familiares, y dejó entrever cierta reprimenda al finado
por no esperar los designios del Señor. Por ello, cuando acabada la liturgia el
párroco le dio el pésame Roberto, se mostró frío y distante a pesar de que
había sido su monaguillo y actualmente era el confesor de su madre y suyo, no
podía entender cómo podía prejuzgar tan alegremente sin tan siquiera conocía el
porqué de lo sucedido
Llovía
cuando salieron de la iglesia por lo que decidieron hacer el camino hasta el
campo santo en coche a pesar de la corta distancia que había, a pesar de todo
tuvieron que ir a paso muy lento porque una gran comitiva de gente seguía a pie
detrás del coche fúnebre y el suyo propio que es quien le precedía.
El panteón
familiar se encontraba en la calle central del cementerio, presidía una enorme
cruz de mármol en el centro y a ambos lados de la cruz dos enormes lozas de
mármol para las sepulturas, cada una contenía cuatro tumbas, estaba abierta la
de la derecha de la cruz, donde yacía su abuela que había fallecido veinte años
atrás, y su tío Carmelo hermano menor de su madre que falleció con treinta y
cinco años en un accidente de tráfico, a si pues su abuelo estaría en el tercer
nicho. Los operarios tenían todo preparado y dado el amplio espacio existente
entre las bóvedas y la pared del panteón resultó fácil colocar el ataúd en su
lugar y tapar con dos placas de cemento la cripta. Colocar la loza de mármol
llevó más tiempo dado su enorme peso.
Sintió un
vacío enorme cuando quedó sellado el panteón, miró la enorme cruz y rezó para
sí un padre nuestro y un ave maría en un último adiós a su abuelo, de pronto
reparó que en el centro de la cruz había una talla igual al dibujo grabado en
la vieja estilográfica del abuelo e igual a la talla de la chimenea que dio
paso a la cámara secreta.
Se despidió
y dio las gracias a los acompañantes, buscó a su madre que estaba bajo un
enorme paraguas dado que seguía lloviendo, él sintió ahora frío, a tener el
traje totalmente calado del sirimiri que no dejaba de caer
La cara del
anciano que portaba el paraguas que cubría a su madre le resultó extrañamente
familiar, le presentó su madre como Carlos Pérez, fue el médico que llevaba a
tu abuelo, este es mi hijo Ricardo dijo su madre, ambos se saludaron con un
apretón de manos, y al hablar el anciano reconoció la voz aunque más quebrada
como la voz con la que discutía con el abuelo el día que desapareció.
Subieron los
tres al coche, su madre en el asiento posterior el médico de copiloto y él
llevando el auto, el trayecto a casa se le hizo eterno a pesar de que solo
hubiese unos cinco kilómetros de distancia, el silencio de todos era incomodo,
Roberto quería preguntarle al anciano porqué discutía con su abuelo, pero no quería
que fuese delante de su madre, y ésta apenas hablaba desde que lanzó la
retahíla de epítetos descalificativos hacia su padre tras la lectura de su
carta, era como si se sintiera avergonzada. Por su parte Carlos tenía que
hablar con Ricardo pero tendría que ser cuando estuvieran a solas.
Cuando su
madre le dijo que Carlos iba a quedarse a pasar la noche en casa, le pareció
buena idea para encontrar el modo de hablar con él, el doctor tendría que
aclararle algunas cosas y el hecho de que viviera en otra ciudad era el motivo
por lo que había aceptado no sin resistencia a quedarse, ya era muy mayor para
conducir de noche.
Se levantó
muy temprano, no pudo dormir, desayunó en el comedor con su madre y Carlos.
Cuando terminaron el desayuno Ana se marchó, dejando a su hijo y al médico,
Roberto decidió que fuesen a su despacho donde estarían más cómodos para
conversar.
A Carlos le
era tan familiar el despacho que evocó la cantidad de veces que había estado
allí con su amigo el abuelo de Roberto. Sacó del bolsillo de su americana un
anillo de oro que puso en la mesa, tenía grabado sobre un fondo azul cobalto el
dibujo del plumín de la estilográfica e igual dibujo que la talla que abrió la
cámara secreta. Absorto Roberto, se quedó mirando el anillo y preguntó ¿qué es
esto? Es tuyo, respondió el médico, perteneció a tu abuelo que me lo dio el día
antes de su desaparición, aquí mismo en este despacho, discutimos no quería
aceptar ser yo el depositario, siempre ha pertenecido a tu familia, fue una
familiar tuyo quien fundó la Sociedad hace casi cuatrocientos años. Obviamente
ahora eres tú quien debe tenerlo y quien debe dirigir nuestra sociedad, sería
un honor que la dirigiese un descendiente de su fundador.
Cada vez
entendía menos lo que le decía, así que dejó que éste prosiguiera su
explicación. Tu abuelo estaba muy enfermo, por los informes médicos le había
comunicado que le quedan unos meses de vida. Antes de que repentinamente
apareciese su enfermedad tenía pensado irse a América, de ahí que todo el mundo
pensase que se había marchado, yo siempre albergué muchas dudas porque tan
siquiera hubiese soportado el largo viaje, pero no podía imaginar que se
hubiera quitado la vida. En cuando al anillo la Sociedad aceptó que fuese
yo quien la presidiese en tanto que el poseedor del anillo siempre será
respetado al haber sido designado por su antecesor.
¿Pero qué
sociedad?, pregunto Roberto. Bueno yo te ayudaré a ponerte al día en todo lo
que necesitas saber, tu abuelo se llevó una enorme alegría al saber que su hija
iba a tenerte a ti, un varón. En sus estatutos solo los hombres pueden
presidirla, cierto es que hay mujeres incorporadas a la misma pero habrá que
abrir muchas mentes machistas, y eso que son los más ilustres y los más
brillantes de sus carreras en nuestro país. Tu madre fue miembro pero tras la
desaparición de tu abuelo lo dejó, estaba furiosa y respetamos su decisión.
La Sociedad
tiene como fin encontrar el camino a la sabiduría en todas su facetas somos
mecenas, procuramos aflorar el arte y la cultura en todos los estamentos de la
vida y procurar llevarlo a todos los estadios sociales, aunque tenemos muchos
enemigos sobre todo políticos que solo quieren doblegar voluntades y seguidores
sin opinión variable.
“El
conocimiento es la luz que en nuestro camino nos hará libres aunque no podemos
olvidar que nuestra ignorancia es infinita”, esta es la filosofía de nuestra
sociedad. Dijo Carlos, quien había permanecido de pie todo este rato, se dejó
caer en un sillón junto a la mesa de despacho, respiró profundamente y
continuó: debes estar capacitado y preparado para entender la misión que tu
abuelo a puesto a tu alcance, su hallazgo puede que nos haya trastornado a
todos más que confortarnos, pero la vida es una serie de encuentros, su
hallazgo es el final de un sufrimiento para tu madre y para quienes nos
considerábamos sus amigos.
Jugueteaba
con el anillo que pasaba de una mano a otra. Estaba aturdido no sabía qué
decisión tomar y desconocía lo que supondría ser quien presidiera una sociedad
que hasta hace unos minutos ni tan siquiera tenía idea de que existiera. El
hecho de que un antepasado suyo fuese el fundador y que a su abuelo le habría
alegrado saber que algún día fuese el quien le sucediese, parecía indicarle que
los acontecimientos le llevaban irremediablemente a aceptar la presidencia a la
cual parecía destinado.
Carlos
permanecía sentado y en silencio observaba a Roberto, -sin duda estas
capacitado y preparado para entender la misión que tu abuelo ha puesto a tu
alcance, colócate el anillo en el dedo meñique de la mano derecha-. ¿Por qué?
preguntó, según algunos estudiosos de la biblia la mano derecha simboliza
favor o justicia, ¿y por qué en el dedo meñique?, llevar el anillo en el dedo
meñique pose un significado simbólico. Simboliza el orgullo que uno le tiene a
su profesión y ayuda a mantener una humildad para servir a otros. Esto es nuestra
razón primordial, no lo olvides.
Con
parsimonia fue introduciendo el anillo en su dedo, contemplando el dibujo que
tenía grabado sobre el fondo azul cobalto y que ya le era tan familiar pero
caía en la cuenta de que no sabía nada sobre el significado de ese dibujo y
ahora tenía la necesidad de conocer todo lo referente a esa sociedad y que
impulsó a su antepasado a constituirla.
¿Háblame de
la sociedad Carlos? -La sociedad actualmente está formada por ciento veinte
personas nuestro objetivo y nuestros preceptos, ideas y métodos se mantienen
ocultos, celosamente guardados y apartados de la curiosidad de aquellos que no
forman parte de la misma. Como ya te he dicho la nuestra es para llevar a cabo
el desarrollo superior del hombre y activar sus facultades superiores, se fundó
en el siglo de XVII, como sabes es el denominado el siglo de oro de las artes
las ciencias y las letras, concretamente el 22 de abril de 1626 en el
décimo aniversario de la muerte de D. Miguel de Cervantes. El significado que
el antepasado tuyo dio al Quijote, le convirtió en un idealista que
abandonó su profesión de Notario para dedicarse en cuerpo y alma a fundar
la sociedad, vendió todo su patrimonio y lo dispuso en favor de todas la artes.
Solo mantuvo un palacio con un pórtico de columnas pseudo-jónicas renacentista,
es más una casa agrícola de la zona del campo de Montiel de ese siglo, porque
además de los corrales posee una bodega de varios pisos que es donde nos
reunimos una vez cada trimestre.-
Por
ahora te he dicho todo lo que debes saber, convocaré una reunión extraordinaria
y te presentaré formalmente, abandonado yo mi estatus en la sociedad que
recaerá sobre ti, entonces todo lo referente a la misma te será revelado
El hallazgo
de su abuelo, al contrario de como le ha había dicho Carlos le estaba
inquietando más que confortando, si bien era el final de la angustia de su
madre, él se veía abocado a un destino que trastocaba todo y se enfrentaba a un
desconocido misterio que no sabía si sería capaz de estar a la altura de lo que
suponía la misión que colocaban en sus manos a reconocer a él como el legítimo
continuador de sus antepasados. Pero sin duda estaba dispuesto a asumir tan
alto honor
Despidió a
Carlos sobre la doce de la mañana, le vio partir en su viejo mercedes.
Casi tan viejo como él, dijo para sí, aunque estaba en un perfecto estado de
conservación. Cayó en la cuenta de que en el garaje de casa estaba el de su
abuelo que era igual que ese. Tras su desaparición nunca fue usado, y aunque
habían querido comprárselo a su madre pues era una joya, nunca quiso venderlo.
Era una modelo de 1960 “Mercedes Benz 220/S Pontón”. Este era otro hallazgo que
ahora descubría pues la verdad es que nunca le había llamado la atención el
coche, pero parecía recobrar una inusitada importancia que no sabría explicar
el porqué.
Corrió a su
despacho buscó las llaves, y se fue al garaje. Sacó la batería del auto,
limpió los bordes, hizo las conexiones correspondientes a un cargador de
baterías y enchufó el mismo. Comprobó que comenzaba la carga, sabía que
tardaría al menos doce horas en cargar. Observó el estado del vehículo que era
impecable tanto por dentro como por fuera, ciertamente su abuelo solo lo usó
seis meses desde su compra hasta su desaparición, observó que el símbolo de Mercedes
del volante había sido sustituido y en su lugar aparecía una talla igual
al dibujo que ya le era tan familiar.
Quería
hablar con su madre de la sociedad, pero ésta se había encerrado en su
habitación negándose a hablar con él de nada que tuviera que ver con su padre,
estaba muy afectada y el hallazgo de su progenitor no era el final del
sufrimiento de ella, siempre había oído decir a su madre -tu padre se ha ido
por culpa de la sociedad-, así que en su cavilaciones pensaba que su hijo de
una manera u otra no estaría con ella como hasta ahora, y era lo único que
tenía en su vida desde la muerte de ésta. Había tenido a Ramón enfrentándose
incluso a sus padres aunque en honor a la verdad siempre la ayudaron en todo.
Javier el padre de Ramón desapareció de su vida una vez conoció que se estaba
embarazada así que le dio a su hijo sus apellidos. Su vida azorada por la
desaparición de su padre, la muerte de su hermano en un accidente de tráfico
cuando volvía de París para contraer matrimonio, la muerte de su madre el
mismo día en que ésta cumplía setenta y cinco años y la soledad de ella en la
que se había sumido cerrando las puertas al amor tras la ruptura con Javier. No
fueron pocos los que se disputaban su cariño pero jamás dio pie a ninguno así
que a medida que pasaba el tiempo, aburridos se daban cuenta de que era
imposible tener opciones y así ella permanecía fiel a su soltería, que ahora le
hacía ver que su error le abocaba a la soledad que presentía.
Ramón se fue
a su despacho, abrió la entrada secreta, cogió una linterna y entró,
detenidamente recorrió toda la estancia, le llamó a atención una estantería con
legajos, cogió uno al azar eran relatos manuscritos del siglo XIX, por la firma
dedujo que eran de algún antepasado suyo dado que firmaba con el apellido y era
perceptible el grabado que ya le iba a acompañar a él para siempre. Salió a su
despacho y se dispuso a leer, estimó que era un relato de expresión literaria
sencilla y clara, plasmaba costumbres, formas de vida y expresiones del mundo
rural, detallaba paisajes y ambientes sociales. Para su gusto demasiado
prolijo, le llamó la atención un debate entre los protagonista del relato sobre
la tauromaquia ya que le pareció un tema de vigencia actual, le gustó que el
autor conectase más con los que estaban a favor. En otro relato el autor
comenzaba diciendo ¿qué pasa con Cataluña? Trataba con amplitud lo acaecido en
el año 1714. No fue, por lo tanto, una guerra entre territorios, sino de
“Sucesión” tras la muerte de Carlos II sin descendientes, entre partidarios de
uno y otro pretendiente al trono de España. Más adelante descubrió cuando
Cataluña se anexiona a Francia en 1640 y que en 1652 volvió a España, le
pareció algo de obligada lectura para aquellos que en la actualidad defienden
la independencia.
El hallazgo
de estos legajos por los cuales el tiempo parecía que no pasase pues eran de
tan vigente actualidad le estaba haciendo pensar que su descubrimiento parecía
algo más que una mera casualidad, que quizás el destino existe, y que nuestra
vida está planificada por fuerzas superiores, pero dedujo que no, que
tenemos varios destinos escritos pero que depende de la decisiones que
tomemos lo que hace que vayamos a uno u otro. La vida es un continuo hallazgo
de nosotros mismos, dijo sin mucha convicción, dejó el legajo en su mesa de
despacho y fue al garaje quería probar el automóvil, ahora ejercía sobre él una
atracción antes desconocida.
Comprobó en
el cargador que estaba la carga completa, montó la batería en el coche, dio al
contacto y éste arrancó, sorprendido aceleró suave y lentamente de menos a más
sintiendo el rugido del motor que llevaba cincuenta años parado. Se sorprendió.
Pero aunque lo deseaba no podía salir del garaje. Debía preparar la
documentación necesaria para poder circular con él, y un mecánico debería
revisar el estado general del vehículo para su tranquilidad.
No entendía
que le estaba pasando, desde que se puso el anillo se había transformado, era
como si fuese otra persona, -quizás también me he encontrado a mí mismo-,
pensó. Toda su vida hasta ahora vivida le parecía anodina y un entusiasmo
inusitado ante el reto que supondría presidir una sociedad por él desconocida y
cuyos objetivos le parecían tan loables le hacía sentirse rejuvenecido. Y a la
postre sería el hallazgo más importante y que cambiaría el rumbo de su vida.
CONTINUARÁ ........................
Reflexiones del abuelo Jesús en la Residencia
Las reflexiones del abuelo Jesús comenzaron el día en que su hijo le dijo: En esta residencia de la tercera edad te tengo que dejar papá, verás que bien vas a estar ya sabes que no tengo espacio en el pequeño piso que escrituraste a mi nombre al morir mamá, tu nuera también trabaja para sacar adelante nuestra familia, nuestros hijos, tus dos adorables nietos, no queremos que sean una carga para ti cuando vuelven del cole y nosotros estamos en nuestros respectivos trabajos. Yo es verdad que salgo a las tres, por la tarde no trabajo, pero como sabes las tardes estoy de voluntario para buscar fosas comunes es prioritario que encontremos al abuelo Ramón, tu padre.
Habían
pasado cuatro años desde que su hijo se despidiera de él con estas palabras
cuando le dejó a las puertas del centro, mientras una enfermera se hacía cargo
de las maletas del anciano.
Al ver salir
a su hijo y cerrar tras de él la reja de acceso al recinto, se sintió como si
le hubiesen tirado a una fosa común. Solo que esta era más dolorosa, más profunda,
más amarga y sobre todo más humillante que aquella donde por una terrible
contienda contuviese los restos de su padre.
Supo que
sería la última Navidad que recibiría la visita de sus nietos pues durante su
visita discutían con su madre de que se le iba a hacer tarde, que habían
quedado para salir con sus amigos y que podrían haberse ahorrado el viaje
hablando por teléfono que para eso le habían regalado un móvil por su ochenta
cumpleaños con datos para poder verse por video llamada si así querían.
Su hijo,
según le dijo su nuera no había podido acompañarles, estaba muy ocupado acaban
de descubrir una fosa común que contenía más de veinte restos de seres humanos,
no eran la que andaban buscando sino asesinados por el bando contrario, pero
estos parecían no tener el mismo entusiasmo en localizar a sus seres queridos,
así ahora encima les tocaba a ellos identificar a esos fascistas que yacían en
una fosa. Por los restos de los ropajes eran sacerdotes, según habían
investigado serían del seminario que había habido próximo al lugar de la fosa hallada.
Estaban en
el jardín de la residencia, el abuelo sentado en una silla de ruedas pues se
había caído hacía un mes al rompérsele la cadera, pero o no se percataron
porque ni siquiera le preguntaron, o no se molestaron si quiera en preguntarle,
le besaron los nietos en la mejilla, y su nuera le abrazó fuertemente a modo de
despedida con un somero cuídese. Les vio partir y a través de la reja del
recinto y montarse en el coche que estaba aparcado junto a la misma.
Lágrimas
brotaron de sus ojos, que limpió con el revés de la mano, giró las ruedas de la
silla con inusitada fuerza y se dirigió al pequeño bar de la residencia donde
unos jugaban al dominó y otros a las cartas. Observó a los allí presentes,
parecían estar felices, jugaban, gritaban o bromeaban según los lances del
juego, pero cuando el silencio acallaba el bullicio, un halo de tristeza
invadía el ambiente. La quietud de las miradas, hundidos los ojos, cansados y
tristes no traslucía nada más que un ruego de súplica por un añorado abrazo,
beso o caricia, en todos y cada uno de los allí congregados.
Gritó, gritó
fuerte, muy fuerte -cobardes, pusilánimes, cobardes- esperáis a la muerte
disimuladamente porque no sois capaces de mirarla a la cara, seguís con vuestras
vidas y como un ritual os sentáis a jugar al dominó a las cartas, pero solo es
para poder decir que la muerte os pilló desprevenidos mientras hacíais aquello
de que disfrutabais. –Mentira
El jamás se
sentó a jugar aunque muchos le reclamaban, era amigos de todos pero estaba
siempre solo con libro siempre en la mano, lo que le había llevado a ser,
filósofo, poeta, escritor, pirata, amante, guerrero, constructor, político,
policía, detective, y muchos personajes más, tantos como libros había leído en los
cuatro años que estaba en ese encierro involuntario al que se veía sometido.
Vivía intensamente junto al protagonista de la novela todos y cada uno de
episodios que en ella se narraban de esa forma se sentía fuera de la
residencia, paseando con Hipatia por Alejandría, cantando el romancero gitano
con Lorca, luchando en las trincheras a golpes de versos con Miguel Hernández,
analizando el drama de la Guerra Civil Española con Juan Eslava Galán,
recorriendo la historia de España desde las guerras en Italia con el Gran
Capitán, las luchas por el trono con Juana la Beltraneja y Juana la Loca, la
suntuosidad de los reyes de la casa de Austria y de la casa de Borbón, ahora
tenía en su manos Felipe VI, el último rey de España una novela vomitiva
escrita por un republicano revanchista que fue condenado por intento de
atentado a su padre el anterior rey Juan Carlos de Borbón.
Se levantó
de la silla de ruedas, mientras gritaba hacía aspavientos con la manos, el
salón había enmudecido y con cara de compasión todos le miraban, dos celadores
le sujetaron y le obligaron a sentarse de nuevo y le sacaron del bar. Gritaba,
gritaba ahora era de impotencia, -solo la muerte es más fuerte que la vida, no
vivirás para contar tu muerte, si la de los que te rodean que se han de dejado
vencer,- jajajaja, pero yo no quiero seguir luchando contra ti, solo te hago
frente y no eres capaz de vencerme, pero no te ayudaré, eso es de cobardes, sé
que algún día podrás conmigo pero estaré aquí de frente, esperándote, mirándote
a los ojos, entonces si te cogeré de la mano y me dejaré llevar, sin miedo, sin
rencor, me iré para no volver, porque sé que es irreversible el camino por eso
sé que solo debo estar preparado, no agazapado y rezando para que pases de
largo. Aquí me tienes, muerte cobarde justiciera, y dañina que solo cuando la
debilidad de la vida es evidente no vences, siempre vences pero solo vences al
cuerpo al débil cuerpo que es nuestra forma humana, no acallas los hechos.
Jajajaja te llevas la vida del poeta pero no sus versos, te llevas la vida del
padre pero en los hijos el padre vive, y así en cada uno de nosotros,
Calló de
golpe como si le hubieran sellado la boca, incluso los celadores pararon la
silla de ruedas y le miraron a la cara a ver si le pasaba algo, tenía una
pequeña mueca en la boca no respondió a las preguntas que le hicieron solo
asintió con la cabeza cuando le preguntaron -¿se encuentra bien?
El salón era
un hervidero, ahora todos comentaban lo que había sucedido, -se veía venir está
loco, estaba loco, es un loco-, por eso está aquí, en su casa no quieren tener
un loco.
Maldita sea,
os estáis escuchando, ahora era Manolo, el encargado de la biblioteca quien más
había tratado a Jesús que eran quien había protagonizado minutos antes tal
escandalera, nosotros estamos aquí igual que él abandonados por nuestros,
hijos, por nuestros nietos, con la única compañía que nuestra soledad,
tardaremos muy poco en acabar como él, si antes la muerte no nos lo impide.
Hoy al menos
tenemos algo que hace nuestros programados días sean diferentes, el loco, un
loco que se ha atrevido a enfrentarse a su realidad ha protagonizado un
escándalo en el salón de juego ha sido capaz de romper la monotonía de una de
las aburridas tardes que aquí pasamos.
Vio venir a
los celadores que antes se habían llevado al compañero, no tenían cara de
buenos amigos e incluso uno comentó ¿qué pasa hoy no os ha sentado bien la
comida o es que algunos estáis chocheando ya?
El silencio
solo fue roto por el mismo anciano que antes había hablado que añadió, -solo si
tienes suerte llegareis a nuestra edad, solo si no la tienes os veréis como los
que estamos aquí ahora, solo si tenéis suerte vuestra lucidez os hará sufrir si
no la tenéis viviréis inconscientemente una feliz vida sin recuerdos hasta
vuestro fin, lo peor es que ni tan siquiera podéis elegir-.
Como una
losa las palabras del anciano habían caído sobre los celadores a quien se les
mudó la cara con un gesto rígido como si fuese la un cadáver, callaron y
apesadumbrados salieron del salón dejando a los ancianos con sus cavilaciones.
Fueron a la
sala de descanso, habían recorrido un largo pasillo sin tan siquiera comentar
nada, cada uno iba reflexionando lo que habían oído y a cada uno las palabras
les había roído la conciencia.
En la sala
estaba María una celadora encargada de la limpieza de las habitaciones que al
verlos entrar preguntó ¿qué os pasa venís con la cara de un muerto?, ¿ha pasado
algo?
No, nada
grave o si, pero no sé, siempre creí que la residencia era un lugar idílico
para los mayores pero esto es una puta mierda, es la antesala de la muerte sin
más compañía que la soledad de unos pobres desgraciados que han sido
abandonados por aquellos por quienes han dado la vida, joder, joder esto no es
vida, te pasas la vida trabajando por el bienestar de tu familia, no ves a tu
hijos porque cuando llegas a casa ya están durmiendo cuando son pequeños,
cuando son grandes no están en casa sino quemando gasolina con el coche o la
moto que tú estás pagando dando horas para que puedan disfrutarla, y cuando te
jubilas y puedes disfrutarlos entonces les estorbas en ese idílico plan trazado
por ellos para el bienestar de su hijos, y los traen aquí, almacén de vidas
agotadas a la espera de que sean llamadas a la otra vida.
-Se te ha
ido la olla o que- dijo María, se puede saber de qué coño hablas, no sé pero
quizás tenga razón respondió el otro celador, esto es un lugar tétrico, salvo
para quien no esté en su cabales, por su chochez o una enfermedad, habría que
plantearse que tiene esto de idílico, mira que en nuestra publicidad dice:
“nadie le quiere como tú, nadie le cuida como nosotros”. Jajaja, la primera
frase es mentira, mira si le quieren que lo abandonan, la segunda procuramos
hacerla realidad, que lo consigamos o no es algo subjetivo y va a depender de
la opinión de cada uno de ellos en función de que acertemos con las necesidades
que necesite en cada momento.
Ahora mismo
hemos dejado acostado en su cama “al biblioteca”, así era como llamaban a Jesús
porque por su manos habían pasado todos los libros de la biblioteca e incluso
algunos que le habían regalado algún celador, seguro ¿qué era eso es lo mejor
para él en este momento?, ¿eso es cuidarle?, ¿una pastilla para dormir un
calmante para ese aparente ataque de nervios¿, si, a lo mejor era un ataque de
lucha de vida por la impotencia de verse sometido a la separación impuesta por
su hijo.
Este último
que había hablado soltó la taza de café que acababa de servirse y salió
corriendo dando un portazo. Asombrados María y su compañero corrieron tras de
él, gritaba el nombre del biblioteca, Jesús, Jesús, Jesús, llegó a la
habitación y abrió de golpe la puerta, el hombre yacía en la cama bocabajo
llorando amargamente, le incorporó y abrazó al anciano, llore Jesús,
desahóguese no se abandone.
El anciano entre sollozos dijo: -No tuve padre, lo mataron cuando tenía tres años, cuando tuve un hijo me volqué desmesuradamente en él, lo di todo, me vacié como decís los modernos, disfruté a mis nietos hasta que me trajeron, estoy aquí muerto en vida, fosa que no cavé, sepultura que jamás esperé, tumba en la que en vida disfruté, si disfruté con la lectura mi enterramiento soporté y de alguna forma lo sobrellevé, pero ahora la vida se me escapa la muerte oscila en mi cabeza no quiero cerrar los ojos y dejarme llevar, pero ya no puedo zigzaguear para esquivar su zarpazo-. Intentó levantarse de la cama y ayudado por el celador lo consiguió, fue hasta su armario rebuscó en el fondo de un cajón y sacó una caja que era el envoltorio de un reloj, y la puso en mano del celador. Éste dudo, -ábrela le ordenó-, contenía un precioso reloj de bolsillo en oro 18 quilates de la marca Longines, era para mi padre lo compró mi madre en 1937 para regalárselo, no pudo ser lo mataron dos días antes de su cumpleaños, quiero que sea para ti, dijo el anciano. No puedo aceptarlo Ramón podrían decir que se lo he robado, aquí hay testigos y aquí tienes el motivo, yo ya no lo necesito y tu abrazo ha sido mi despedida de este mundo, el calor de otro ser humano me acompañará al frío mundo de la muerte, y dicho esto cerró sus ojos y extendiendo su mano y dijo, no te tengo miedo muerte, ya estoy preparado para irme, llévame contigo sé que la muerte es el remedio de todos mis males.
Sin infancia daños colaterales
Quiso ser niño, jugar como todos los niños que veía ir a colegio, o jugando en las calles, cuando bajaba hasta el pueblo con su padre a vender los productos de su huerto, había que recorrer una distancia de unos seis kilómetros pero tenían que hacerla andando, el burro que les servía de transporte con la carga de la mercancía tenía bastante. Su padre le animaba ya que sólo contaba con nueve años de edad.
Aquella
mañana jamás se borraría de su memoria y le marcaría para siempre, habían
llegado al puesto que su abuela tenía en la plaza de abastos, era muy temprano,
pero ya iba llegando gente, unos buscando trabajo, solían ir allí por si
necesitaban mano de obra para labores agrícolas u otras. Otros a comprar para
así garantizarse poder elegir los mejores productos. De pronto un ruido
infernal le hizo asustarse y esconderse tras su padre, solo recordaría más
tarde la desolación, de la gente, la polvareda y que todos los puestos que
había a su alrededor estaban destruidos, su padre yacía en el suelo herido de
gravedad al igual que su abuela a la cual le faltaba un enorme trozo en su
pierna derecha a la altura del muslo, él por suerte no parecía que hubiese
sufrido ningún daño, vio un pequeño de su edad inmóvil en un gran charco de
sangre que provenía de su cabeza destrozada en el pavimento. Gritos, lágrimas,
voces, llamadas de auxilio de los heridos y de fondo el ruido de los aviones
que se alejaban dejando un reguero de 109 vidas sesgadas y un innumerable
número de heridos que iban desde mutilados hasta heridas de diversa
consideración.
El siete de
noviembre de mil novecientos treinta y ocho dejó definitivamente de ser niño si
es que alguna vez lo fue, las heridas que su padre sufrió esa fatídica mañana,
por culpa de la guerra que él sabía que llevaba ya varios años produciéndose en
España, porque se lo oía comentar a sus mayores, pero que no tenía ni idea de
que es lo que era, pues por fortuna su pueblo se encontraba alejado del frente.
De golpe había conocido la crudeza de esa contienda que enfrentaba a padres con
hijos, hermanos con hermanos y que padecían los más vulnerables, la población
civil y los soldados que algunos eran tan jóvenes que llegaron a llamarles la
quinta del biberón.
Su padre
estuvo a punto de perder las dos manos, y éstas eran lo único que tenía para
conseguir el sustento de su numerosa familia, pues eran catorce hermanos, seis
chicos y ocho chicas, siendo él sexto de los vástagos, y el mayor de los
chicos, así que tuvo que dedicarse a la labores agrícolas, en el huerto, había
visto como su padre labraba, sembraba y le llamaba poderosamente la atención
cuando regaba por inundación así que conocía como trabajar y aunque le había
ayudado a coger tomates, lechugas, patatas, y todos los productos que podían
obtener del huerto según la época del año. Ahora se enfrentaba a realizar él
solo las labores agrícolas, su madre yacía en la cama aquejada de una
enfermedad que tan solo seis meses después acabaría con su vida. Setenta y ocho
años después del fallecimiento de su madre, tres de sus hermanas había padecido
la misma enfermedad una de ellas fallecería en 1975, y dos de ellas con mayor o
menor sufrimiento habían superado el cáncer de mama que había acabado no solo
con su madre sino con su sueño de ser niño.
Definitivamente
la fría mañana de noviembre una semana después de los bombardeos cuando bajaba
desde el huerto de sus padres hasta el pueblo con su burro cargado de sacos de
leña que no supo ni como pudo cargar en el animal para llevarlos a casa del
señor que se los encargó a su padre para la formidable chimenea que tenía en
una enorme cocina comedor en su casa sita en el centro de la población.
Aunque
caminaba despacio porque el animal con su ingente carga tampoco podía ir más
deprisa. No podría precisar cómo fue, pero se encontró que el burro quedó
tendido en suelo y aunque lo intentó con todas sus fuerzas, él era tan pequeño,
que no podía levantarle y después de muchos intentos y viendo que el tiempo
pasaba, su desesperación fue tal que se sentó y lloró amargamente, agotando así
lo único que le quedaba de su infancia, derramó tantas lágrimas que con ellas
borraba y dejaba atrás una niñez que nunca tuvo.
Nunca más
soñó con ser niño, nunca fue niño, jamás jugó como un niño, fue como muchos
niños de la época, niños que trabajaban como hombres, sufrían como hombres y
hacían labores de hombres.
Un grupo de
jornaleros que acudían al tajo para la recogida de la aceituna consiguieron
levantar al animal y consolar al niño que secaba sus lágrimas con el revés de
mano y se irguió para aparentar ser más alto. ¿Pequeño cómo es que vas solo con
esta carga? Preguntó uno de ellos, explicó su situación y el que parecía ser el
capataz ordenó a un zagal que iba con ellos que le acompañase hasta la entrada
del pueblo y que luego volviese al tajo. Dicho esto continuaron su camino al
mismo tiempo que los chicos iniciaban la marcha.
Se sintió
aliviado por la compañía de ese joven algo mayor que él, que también se veía
obligado a trabajar a pesar de que sin duda tendría la edad de su hermana doce
años, Margarita era la que hacía quinta de su hermanos se había quedado
al cuidado de su madre ya que sus hermanas Carmen la mayor falleció de fiebres
tifoideas, Rosario la segunda murió unas semanas después de su
nacimiento, Rafaela y Josefa se habían puesto a servir para ayudar en la
economía de la casa al menos hasta que su padre se recuperase, Rafaela cumplió
quince años un día de verano recordaba que hacía mucho calor debería ser sobre
finales de junio cuando terminaron de recoger los garbanzos de la finca del Sr.
Campos, su madre se sintió indispuesta y llamaron a la matrona que para cuando
llegó ya había nacido con la ayuda de una vecina, y Josefa catorce años haría
para cuando fuesen a recoger las granadas, la verdad es que la fechas no eran
importantes o casi nadie las recordaba solo los acontecimientos que sucedían en
su vidas que siempre estaban ligados al trabajo que hacían que era todo
lo que tenían.
Nunca
hubiese consentido su padre que fuesen a servir, no quería ese trabajo para sus
hijas pero las circunstancias habían cambiado tras la tragedia de los
bombardeos que hasta las voluntades más férreas eran sometidas.
En sus
reflexiones oyó como su acompañante le preguntó ¿cómo te llamas?, -Rafael ¿y
tú? dijo él seguidamente-. Yo Pedro, le respondió el joven preguntándole ¿qué
edad tienes tú? -yo tengo nueve años dijo muy orgulloso-, yo doce y se dieron
un apretón de manos a modo de saludo como habían visto hacer a sus mayores
cuando se presentaban a desconocidos.
¿Dónde
estabas tú cuando tiraron la bombas se atrevió a preguntar el chiquillo? por
suerte acabábamos de salir de la plaza, mi abuelo nos recogió a mi hermana
pequeña y a mí del puesto de mi abuela María y nos fuimos para hablar con D.
Carlos para que me admitiera en el tajo en la recogida de las aceitunas junto
con mi padre que es el manijero y quien te ha hablado antes.
Rafael
preguntó. ¿Y qué tal es ese trabajo?, mi padre me había dicho que este
año iría a coger aceitunas con él, pero como está herido. El médico que le curó
iba a cortarle una mano y nos fuimos todos con mi madre que está enferma y
embarazada de ochos meses, los once hermanos que somos, al pequeño lo
llevábamos en el carrillo que usamos en el huerto, al dispensario, allí todos
con una llorera que no veas conseguimos que el médico nos diera su palabra de
honor de que haría todo lo posible por salvar la mano de mi padre y aunque solo
hace una semana parece que evoluciona bien.
¡Vaya! te
iba a decir que hace mucho frío, por la mañana, como no encendamos alguna
candela nos quedamos tan tiesos como las varas que llevamos para varear y que
es muy jodido todo el día hasta que anochece y tener que ir y volver andando
siete u ocho kilómetros, solo de ida así que a la vuelta te quieres morir, pero
ya veo que tú también sabes lo duro que es trabajar, así que no más duro que tu
trabajo. Por cierto a mí me gustaría ser hortelano pero mi padre se ha empeñado
en que aprenda el oficio de barbero y cuando acabe las aceitunas me llevará a
la barbería de Pepe la que hay en la calle del Ayuntamiento, para que aprenda
el oficio, dice que es tan grande y moderna como una que hay en Córdoba en la
calle Gondomar.
¿Tú que
quieres ser de mayor?, quedó sorprendido por la pregunta, ni tan siquiera sabía
que podría elegir, siempre pensó que sería hortelano como su padre, pero cuando
bajaba al pueblo y lo acompañaba, cuando entraba en algún bar siempre le
llamaba la atención los camareros con su pantalón negro, su camisa blanca y un
chalequito sin mangas también negro, en bares más elegantes que entraba con su
padre cuando algún señorito lo llamaba para encargarle algún trabajo, había
visto que algunos usaban una especie de pajarita de tela en el cuello de la
camisa, le gustaba como le trataban y parecían más refinados que incluso
algunos de los caballeros que allí se reunían a beber y tapear. Siempre pensó que
era un buen oficio, pero no le había ni pasado por la cabeza y nunca su padre
le había preguntado nada sobre su futuro. Así que respondió, no sé, solo el
destino me pondrá en mi camino.
¿Qué
respuesta es esa?, yo desde niño he querido ser hortelano como mi tío Juan que
tiene una enorme huerta en los Callejones y cuando acabamos la aceitunas, el
resto del año lo echamos trabajando para él, mi padre y yo, sus hijos, mis
primos son unos tiquismiquis no aparecen por la huerta nada más que en verano
que vienen a bañarse a la alberca que tiene junto a la casa, pero yo tengo
prohibido por mi padre acercarme, jajaja no saben que algunas noches cuando no
puedo dormir por el excesivo calor que hace en el chamizo donde dormimos, voy y
me baño desnudo.
Mis primos
estudian en el Instituto añadió Pedro muy ufano, uno quiere ser médico y otro
abogado.
Me gustan
los chicos que estudian en el Instituto asintió Rafael sin mucha convicción,
porque un día pasé con mi padre, había anochecido y no habíamos ni desayunado
ni almorzado y mi padre gritó: ¿colegial me puedes dar una miga de pan? mirando
a una ventana del edificio y nos arrojaron unos bollos que aunque algo
duros paliaron el hambre que teníamos hasta llegar a nuestra casa.
Ya estaban
llegando al pueblo, unos arcos a la entrada indicaban que estarían a no más de
seiscientos metros, así que como el camino era más fácil Pedro se dispuso a
dejar a Rafael caminando con su burro a la entrada del pueblo, me voy tengo que
volver al tajo ha sido bueno charlar contigo y conocerte, por cierto no te
vayas a chivar lo de la alberca que si no te corto los huevos, jajaja emitiendo
una sonora carcajada, Rafael tendió su mano a modo de despedida para saludarse
pero se vio sorprendido con un abrazo fortísimo y golpeándole la espalda con su
grandes manos, que le dio Pedro al mismo tiempo que le decía cuídate chaval, ya
nos veremos.
Tuvo suerte,
se apiadó de él y le ayudó a descargar la leña, la chica de servicio que le
había abierto la puerta del corral por donde debía entrar con el animal para
dejar su porte, al verle agotado sin duda por la caminata que se había dado.
Incluso le sirvió un vaso de café con leche caliente que hizo que se tomara
rápidamente antes de que la señora fuese a venir, también le dio un par de
magdalenas recién hechas que degustó de regreso mientras recordaba los enormes
senos que había sobado con el consentimiento de la chica cuando se quedó
mirándolos descaradamente. ¿Que no has visto unas tetas así de grandes nunca?
le dijo al mismo tiempo que le cogía sus manos y las posaba sobre sus pechos al
mismo tiempo que se los masajeaba, cuando ella retiró sus manos él siguió
a modo como le había indicado. Ya está bien por hoy, cuando seas más mayor
vienes a buscarme te estaré esperando le dijo riéndose a carcajadas. Él se
quedó bloqueado y ella le dijo venga te vas ya que no tengo todo el día
para estar aquí contigo y sacándolo de la leñera se dirigió a abrir la puerta
del corral no dándole ni tiempo a montarse en su burro.
Definitivamente
dejaba de ser un niño, su apariencia, el trabajo que realizaba todo le alejaba
de ese sueño de jugar en la calle como los niños que veía a su paso por las
calles del pueblo. Decidió que haría algo que le hiciera salir de la rutina y
la carga que suponía ser él ahora quien sacara junto con sus hermanas mayores a
su familia hasta que su padre estuviese en condiciones de trabajar.
Quería
aprender a leer, su padre le contaba muchas historias y le decía que estaban
todas en los libros, su padre sabía leer, no así su madre, sus hermanas mayores
nunca fueron a la escuela, pero su padre les había enseñado a leer y escribir
así como las cuatro reglas lo suficiente como para defenderse en la vida como
decía su padre, pero él quería más, porque no soñar ser médico o abogado, como
los primos de ese tal Pedro que había conocido esta mañana.
Pasó por el
dispensario para ver cómo se encontraba su padre y éste le esperaba en la
puerta con los dos brazos vendados hasta las axilas, cuando le vio se abrazó a
su cintura su padre era altísimo medía 185cm él iba por el mismo camino pero a
su lado le hacía parecer más pequeño. Nos vamos a casa dijo su padre, menos mal
que has venido. ¿Quieres que te ayude a montar en el burro papá? no iremos
andando el animal ya no está para muchos trotes y la carga que has traído habrá
sido muy pesada para él, ¿por qué has traído la carga verdad hijo?, claro
que si papá sin ningún problema mintió para no preocupar a su padre.
Papá dijo,
¿me enseñas a leer?, su padre con lágrimas en los ojos miró para el cielo dando
gracias a Dios por estar vivo, y por ese pequeño que era ya todo un hombre,
había rezado toda la mañana pidiendo que no hubiese contratiempos para entregar
la leña, pues suponía una importante cantidad para el sustento de toda la
familia.
De regreso a
casa sacó las magdalenas que le había dado la sirvienta y le ofreció una a su
padre, éste no la aceptó había desayunado y sin duda era mejor que el chiquillo
se las comiese, le miraba de reojo y le vio absorto, ¿en qué piensas le
preguntó su padre?, se puso rojo como un tomate los senos que había sobado
perturbaban sus mente. Casi atragantándose respondió en nada papá, bueno si, ya
mismo habrá que coger las granadas ¿cómo lo haremos? No te preocupes tus tíos
de Carcabuey vendrán a echarnos una mano.
Cuando llegaron
a casa, Margarita ya había dado de comer a los pequeños y estaba dando de comer
a su madre, en una olla aparte en el fogaril estaba la comida que tomaría ella
con su padre y hermano aunque no tenía previsto el regreso de su padre había
abundante comida para los tres. El regreso de su padre fue un alivio para todos
incluso su madre que ese día no se encontraba muy bien a lo largo de la tarde
su estado de ánimo era considerablemente más alegre, los más pequeños
juguetones les llamaba la atención el aparatoso vendaje de los brazos del padre
que no lo lograba quitárselo de encima preguntándole si le dolía.
No sólo
sacaba a adelante todas las tareas que requería el huerto, sino que además
bajaba cada dos días al pueblo a llevar mercancía, su padre quería acompañarle
pero no lo consentía quería que se recuperarse lo más pronto posible y eso
requería descanso sin duda recorrer dieciséis kilómetros que suponía la
caminata de ida y vuelta al pueblo no era precisamente descansar. Y a pesar de
todo ese esfuerzo aún le quedaban ganas de aprender a leer y aunque su padre
insistía en que era mejor que se durmiera para estar con fuerzas para el nuevo
día dedicaba dos horas a su aprendizaje, sorprendentemente dos semanas después
él solo era capaz de leer aunque no con cierto esfuerzo un texto sin la ayuda
de su padre, tampoco le costó mucho aprender a escribir. Por ello el día que
daban sepultura a su madre, seis meses después del bombardeo leyó en la iglesia
un poema que había escrito a la muerte de ella.
Sé que no te
has ido,
sé lo que
has sufrido.
No solo por
tu enfermedad
sino por
nosotros, tus hijos.
Sé lo que
nos has querido,
aun cuando
no has podido
protegernos
como hubieras querido.
Allá donde
estés,
sé que estas
aquí
pendiente de
tus hijos
Madre,
madre, que joven te has ido
de esta vida
de sufrimiento
que has
vivido.
Pero ten por
seguro
que al igual
que yo
todos tus
hijos,
te hemos
querido,
y te
queremos
hasta la
locura
de saber que
de
nuestra vida
no te has ido.
Rompió en un llanto silencioso, con nueve años dejó de soñar ser niño, dejó de querer jugar en las calles, de evocar una niñez que nunca tuvo, todos sus sueños de niño cayeron en el olvido, si es que alguna vez por causa de una guerra y su destino fue niño.
Su condición sexual fue su condena
Su madre salía en una camilla, vio la ambulancia que había aparcada en la puerta de casa, no llegó a verla venía de la biblioteca había ido a hacer un trabajo para el colegio no disponía de internet y era el único sitio donde podía hacerlo, dejo de ir a casa de su amigo Carlos porque éste a cambio le exigía que le hiciera su trabajo y le sometía a tocamientos que si bien eran de su agrado no le gustaba verse sometido.
Aunque
corrió la ambulancia partió rápidamente con la sirena y las luces indicando la
prioridad por la urgencia. Corrió hasta que le faltó el aire y un dolor en los
costados le hizo detenerse. Estuvo a punto de desmayarse pero debía continuar
se dijo para sí, al hospital donde se dirigía la ambulancia solo estaba a unos
dos kilómetros. Llegó exhausto se dirigió a información y preguntó por su
madre, sintió la mano sobre sus hombros de un hombre con una bata blanca en la
cual prendía una placa que ponía Doctor Ramírez, cardiólogo. Se dejó llevar
porque supo por la actitud del médico que las noticias que iba a darle no eran
buenas. -Lo siento joven, no hemos podido hacer nada para salvarla, el paro
cardíaco que ha sufrido si bien lo superó en un primer momento otro paro ha
sido fulminante.-
Cayó
fulminado la falta de aire tras su carrera y el impacto de la noticia del
fallecimiento de su madre hizo que perdiese el conocimiento, el doctor Ramírez
le sostuvo antes de que se fuese al suelo e inmediatamente se dispuso a
atenderle. La tensión se le había bajado a unos niveles que fueron los
causantes de ese desmayo por lo demás nada preocupante.
Cuando había
pasado el episodio de crisis, el doctor le dijo que tenía que avisar a su padre
para proceder al sepelio, dijo que su padre se había ido de casa hace unos dos
años y nunca más habían vuelto a saber de él, el resto de familiares estaban en
Francia desde donde sus padres habían venido siendo él un crío, solo tenía un
hermano que era sacerdote pero estaba en otra localidad. Dio el número de
teléfono al facultativo quien llamó a su hermano.
El funeral
se hizo al día siguiente, solo ellos dos y unas vecinas amigas de su madre
asistieron al mismo. Cuando tuvo en sus manos la urna con las cenizas de su
madre lloró desconsoladamente, hasta entonces no había podido hacerlo era como
si no se creyera lo sucedido.
Su vida
estaba en manos de su hermano ya que él era menor de edad, pero de haberlo
sabido hubiese sido preferible que su tutela corriese a cargo del estado. Lo
que vivió con su hermano fue un infierno, lo dejaría marcado el resto de su
vida y solo encontró la paz en aquella cárcel donde ingresó cuando se confesó
autor de la muerte del mismo.
Más que una
confesión fue vomitar todo lo que había sufrido tras la muerte de su madre, al
principio la relación con su hermano fue bien, éste había conseguido que el
obispado le destinase a su ciudad para hacerse cargo de él, al menos hasta su
mayoría de edad. Así que a pesar de que apenas se conocían dada la diferencia
de edad entre ambos quince años, y justo cuando él nació su hermano se marchó
al seminario y aunque se veían por las vacaciones de Navidad y verano, este
apenas se acercaba a él, se limitaba a reñirle si su comportamiento como de
crío que es lo que era no había sido del todo correcto.
La primera
vez que sufrió a su hermano tras la muerte de su madre fue el mismo día que
cumplió los dieciséis años estaba en casa con un amigo que para él era especial
habían quedado para salir a celebrarlo con el resto de la pandilla, estaban en
casa solos o eso creyeron así que dieron rienda suelta a sus pasiones, se
besaban cuando se abrió la puerta de su cuarto, enfurecido su hermano echó de
casa a su amigo, y a él le golpeó hasta dejarlo sin sentido, lo ató a la cama y
estuvo así dos días atado mientras le golpeaba y le profecía todo tipos de
insultos, era como un ritual de exorcismo para expulsar de él esa tendencia
sexual que no había buscado pero que desde niño sabía que le iba a marcar en
esta sociedad poco tolerante.
No sería la
primera ni la última vez, en una ocasión temió por su vida estuvo casi dos
horas inconsciente por los golpes que le propinó, a veces se pasaba una semana
sin poder salir de casa a pesar de que le golpeaba con una toalla mojada por
todo su cuerpo para evitar que pudieran descubrirle algún hematoma.
Todos los
meses que vivió junto a su hermano podía contar dos o tres palizas con esa
humillación atado de pies y manos a la cama, mientras los golpes dañaban su
cuerpo, los insultos que recibía envenenaban su mente llevándolo a un estado de
locura que hacía inevitable lo que más tarde hizo.
Puso fin a ese infierno un mes antes de cumplir los dieciocho años, hasta entonces no había tenido valor y seguir viviendo ese calvario no era una opción porque aunque había pensado irse la verdad es que no tenía donde ir, y pagar más adelante y más duramente la condena por su actos le parecía una injusticia.
Veinticuatro horas
Dejó su
maleta en el portaequipajes del autobús y subió buscando un asiento al
principio del mismo ya que le resultaban más confortables lo de esta zona
del vehículo. Una hora más tarde llegó a su destino cogió la maleta y se marchó
a casa.
Al principio
le pareció que pesaba algo menos pero como sólo iba tirando de ella, pensó que
la cabezadita que había dado en el corto trayecto recorrido le había repuesto
fuerzas.
Dejó la
maleta en su habitación y ya en la cocina descorchó una botella de Rioja y se
sirvió una buena copa que acompañó con unos entrantes que sacó de una bandeja
del frigorífico. Puso la televisión y se sentó en el sofá con la copa en
la mano y la bandeja colocada encima de sus piernas. Cuando acabó con la
bandeja bebió de un trago el resto de vino que aún quedaba, colocó la copa y la
bandeja en el suelo y se tumbó a dormir en el sofá. Eran las cuatro de la tarde.
Dos horas
más tarde se despertó se levantó y se dirigió al baño, tropezó con la bandeja
que del puntapié recorrió media habitación volcó la copa y esta quedó echa
añicos fuera de la misma. ¡Maldita sea!, exclamó. Obviando el estropicio
causado se metió en el baño se desnudó y se metió en la ducha. Cuando hubo
acabado pasó a su habitación ignorando la maleta se vistió y salió a la calle.
Eran la siete y treinta minutos.
Llamó a
Carolina, la chica con la que llevaba algo más de un año saliendo, le dijo que iba
a la cafetería de siempre y que allí la esperaría hasta que saliese de
trabajar. Se dirigió a la barra donde pidió un ron con coca-cola, al mismo
tiempo que filtreaba con la chica de barra. Una rubia de pechos operados que
dejaba bastante al descubierto al tener desabotonados varios botones de su
camisa, además de esta sugerente provocación sus leggings dejaba adivinar las
formas de sus perfectas piernas. La chica era receptiva a los provocativos
comentarios de él y soltó una sonora carcajada cuando éste le dijo que
adivinara donde le gustaría a él beber el cubata que no era otro que en ese
generoso escote.
Eran las
ocho de la tarde cuando dos tipos abrían una maleta frente a su jefe, al
abrirla la cara de asombro de todos cambió por la de pánico de los tipos que
portaban la maleta. Su jefe ya les apuntaba con una pistola y les preguntaba
que broma era ésta. Se miraron sin comprender que podría haber pasado y no
sabían que responder. Sólo cuando el impacto de una bala en la rodilla de uno
de ellos le hizo caer al suelo y un grito de dolor estalló en la estancia, el
otro acompañante dedujo que posiblemente se habría cambiado por la de a algún
pasajero del autobús.
¿Y ahora qué
hacemos gritó el jefe? ¿Cómo vamos a saber quien la ha cambiado? Si la devuelve
a la policía no puedo ir a por ella sin que tenga problemas, y si no la
devuelve estoy jodido igual. Así que sólo me queda una opción mataros y
al menos me hago cuenta de que ha sido el pago por liberarme de dos inútiles.
Espere
podríamos intentar averiguar que viajeros subieron y bajaron en ese recorrido.
Es una
opción pero tienes veinticuatro horas, tu compañero se queda aquí, si tu no
vuelves ya sabes como acabará. De momento tiene una bala en su rodilla, esta
caja de veinticinco serán para que sirva de blanco. En cuanto a ti te
acompañará Rodrigo. Tembló nada más oír ese nombre. Rodrigo era un
sicario que tenía en su haber más de cincuenta asesinatos.
Sin en
veinticuatro horas no tienes en tu poder la maleta, Rodrigo dará buena cuenta
de ti.
Eran las nueve
en punto cuando Carolina entraba en la cafetería donde la esperaba Javier.
Desde que se conocieron se sintió atraída por él aunque la verdad en el fondo
reconocía que no tenía mucha fe que llegará a cuajar la relación. Él era un
tipo divertido, un amante sensacional pero estaba segura que sólo esa era la
parte de la relación que él buscaba no le vía muy interesado en llegar a
consolidar su relación pero aún así mantenía la esperanza de que algún día le
pidiese irse a vivir con él y que no fuese sólo los fines de semana los que
pasaban juntos bien en el piso de ella o en el apartamento de él.
Javier
seguía en la barra, al verla entrar la saludó con la mano indicándole que se
acercara. A ella le molestaba enormemente lo poco cortés que era, siempre
esperaba que fuera él a su encuentro. Cuando estaba junto a él, este la besó en
la boca mirando descaradamente a la camarera que observaba la escena absorta en
sus sueños de ser ella quien ocupaba el lugar de Carolina.
Pidió un
pacharán con hielo para ella y preguntó a Javier si iba a tomar algo al verle
su copa vacía. Éste volvió a pedir otro ron con coca-cola. Mientras
tomaban sus bebidas hablaron de donde pasarían el fin de semana. Convinieron en
ir a casa de ella, ya que estaba más próxima a la playa y pasarían la mañana
del sábado y domingo relajados disfrutando de los primeros baños dado que
aunque era abril la temperatura era agradabilísima para esa época. Pasarían
antes por la casa de él para recoger algo de ropa y utensilios de higiene
personal.
Serían las
diez cuando abandonaron la cafetería. Fueron directamente a casa de él.
Encendieron el horno para calentar una pizza mientras preparaba la ropa para el
fin de semana. Colocó la maleta encima de la cama y cuando la abrió gritó
llamando a Carolina. ¡Corre ven mira esto! Dijo. Cuando ésta vio el contenido
preguntó ¿se puede saber que es todo este dinero?
Eso quisiera
yo saber contestó
Sin duda he
cogido la maleta equivocada al bajarme del autobús.
Pues esa
maleta con tanto dinero no puede ser nada bueno y seguro que te traerá
problemas, habrá que llevarla a la policía.
Ni de coña,
jamás tendremos tanto y nadie sabrá que quien la tiene. La mía no contiene nada
más que ropa y no hay nada que pueda identificarme.
Te aconsejo
que la lleves a la policía, yo no quiero saber nada esta maleta y sin duda te
traerá problemas y de paso yo me veré también implicada.
¿Tú, por
qué?, mira si quieres olvídate de mí y de la maleta, yo no le diré a nadie que
la has visto, por lo tanto no tendrás problemas.
¿Qué coño me
estás diciendo?…. Por un maleta llena de dinero me estás diciendo ¿qué?,
¿quieres que me vaya? Sabía que eras superficial pero no me esperaba que fueras
tan…. No pudo continuar y rompió a llorar desconsoladamente.
Entre
sollozos le dijo disfruta el dinero con la zorra de la camarera, o crees que no
me doy cuenta de cómo la miras. Y salió dando un fuerte portazo antes de que él
tan siquiera hiciera nada por retenerla.
Serían las
once y treinta minutos cuando volvió entró en su casa, durante más de una hora
anduvo por las calles de la ciudad hasta que ya calmada cogió su coche y
decidió que la relación con Javier había acabado para siempre y que la maleta
solo era la excusa que había provocado lo que temía desde hace bastante tiempo.
Por un
momento Javier se quedó confuso, pero supo que era lo mejor que podía haberle
pasado, una sombra de duda pasó por su cabeza si Carolina diría algo de la
maleta pero a quien se preguntó. Desechó la idea sabía que ella no haría nada
por volver y él ni la buscaría ni tan siquiera lo intentaría.
Vació el
contenido de la maleta en una bolsa de viaje que colocó en el altillo del
armario. Cenó un poco de pizza y salió de casa a la cafetería que ya estaría a
punto de cerrar, eran las doce y media de la noche.
Entró en la cafetería y cuando vio a la camarera la sorprendió agarrando su
cintura y atrayéndola hasta él besándola en la boca con una pasión desbordada.
Ella intentó zafarse de él pero fue tan leve que inmediatamente correspondió al
beso.
¿Y? dijo ella, ¿donde está tu novia?
Lo hemos
dejado y tengo claro que tú y yo estamos hechos el uno para el otro.
Ja,ja,ja rió
ella. ¿Como estás tan seguro de eso?
Se te ve la
cara de enamorada. Ja,ja, ja rió él.
Rodrigo
cogió a su acompañante por el cuello y lo zarandeó bruscamente mientras le
decía, son las dos de la madrugada han pasado seis horas y no hemos hecho nada
más que dar vueltas y no tenemos ni idea de donde puede estar la maleta, yo por
mi contento solo me quedan dieciocho horas para acabar contigo, tú dirás que
hacemos nos vamos a dormir con lo que pasaran otras seis horas sin averiguar
nada o que pretendes hacer.
Sin duda no
tenía ni idea de que hacer, no había podido averiguar quienes eran los
pasajeros de la línea del autobús que habían cogido y no podía recordar la cara
de cada uno de ellos y nadie le había llamado la atención especialmente. De
todos modos en la madrugada no habría ningún sitio donde acudir ni poder buscar
el más remoto resquicio de quien pudiera haber cogido la maleta por error.
Decidió que lo mejor era irse a descansar al menos podría pensar con más
claridad.
Cuando
salieron de la cafetería Javier llevó a Lola la camarera a su casa, donde se
amaron apasionadamente hasta las cuatro de la madrugada.
No podía
dormir, habían alquilado una habitación doble en un hostal ya que Rodrigo no
estaba dispuesto a dejarlo solo no fuese a escaparse y aunque le había dejado a
él la enorme cama de matrimonio no podía soportar verse vigilado por Rodrigo
que sentado en un sillón no le quitaba ojo de encima.
No, no había
dormido nada pero se sentía más reconfortado, visualizó en su mente una y mil
veces el autobús pero no había nadie que le llamase la atención y aunque así
fuese como iba a ser él o ella quien hubiese confundido la maleta, pero era lo
único que tenía para empezar.
Eran las
ocho de la mañana cuando salieron del hostal, el tiempo corría en su contra.
Cerca del
hostal una cafetería estaba abriendo sus puertas, desayunaría y vería que
podría hacer.
Cuando entró
le llamó la atención un tipo que coqueteaba con la camarera, recordó haberlo
visto en alguna parte pero no lo ubicaba como pasajero del autobús.
Pidió para
desayunar café, tostadas y zumo de limón, Rodrigo solo café y una copa de anis
seco. Se fueron para una mesa cerca de la entrada esperando que les sirvieran
el pedido.
A las nueve
en punto cuando se disponían a marcharse, una loca entraba en la cafetería
gritando,-lo sabía maldita sea- te ha faltado tiempo para liarte con esta
golfa, pero solo estará contigo hasta que se acabe el dinero de la maleta.
Rapidamente
se arrepintió de lo que había dicho y tampoco sabía porque había ido a la
cafetería pero Carolina no había tenido una buena noche y la ruptura le había
sobrepasado. Así que salió corriendo.
Lola
preguntó a Javier ¿que dice la loca de tu ex?
Eso, ¿que
dice de una maleta de dinero? preguntó Rodrigo, mirando a su acompañante, vaya
vas a tener suerte creo que hemos dado con el tipo de la maleta ¿verdad joven?
Rodrigo lanzaba una miraba a Javier interrogándole que lo dejó petrificado de
miedo.
Y yo que
coño sé, no os habéis dado cuenta de que es una loca que está recomida por los
celos.
No se de celos,
porque no he amado a nadie dijo Rodrigo sonriendo forzadamente, pero si se de
una maleta que andamos buscando. La vida de este tipo depende de si aparece o
no. ¿Verdad Carlos?
Creo que
eres un tipo con suerte, hemos dado con el tipo que tiene nuestra maleta, dijo
mirando a quien le acompañaba durante las últimas trece horas.
¡Eh oiga no
se nada de una maleta déjenme en paz.
Si es así no
tendrás inconveniente en que vayamos a tu casa y nos muestres tu maleta.
Rodrigo no preguntaba afirmaba porque su mirada intimidada enormente a Javier.
Pero éste aún no estaba por rendirse.
Ni de coña
si quiere ir a mi casa solo una orden judicial o algo así será quien le permita
hacerlo.
Con su brazo
izquierdo golpeó tan fuertemente la cara de Javier que no solo le rompió la
nariz sino que le hizo caer al suelo noqueado. Lola cogió un cuchillo que
rápidamente soltó a ver la pistola con la que le apuntaba Rodrigo.
Que sabes de
la maleta, preguntó
No se nada,
Te lo
pregunto otra vez, que sabes de la maleta
Rompió a
llorar y volvió a repetir no se nada
Tú imbécil
cierra el local y levanta a ese tipo dijo Rodrigo dirigiéndose a Carlos
ya solo queda localizar la maleta y solo quedan unas diez horas para agotar el
plazo.
Cuando
intentaba levantar a Javier éste se zafó golpeando a Carlos.
Rodrigo
colocó el silenciador en la pistola y disparó a Lola que ni tan siquiera pudo
gritar pues el disparo acabó inmediatamente con su vida.
Ves lo que
me has obligado a hacer. Ahora vamos a tu casa y vemos la maleta sin necesidad
de orden judicial o algo así, de acuerdo.
Javier
ayudado por Carlos logró ponerse en pie. Miró a Lola que yacía inerte en el
suelo y recordó la conversación de Carolina cuando le mostró la maleta. Solo
una mueca delató que algo pasaba por su mente.
Ni se te
ocurra jugármela dijo Rodrigo ves como ha acabado ella el siguiente serás tú
Salieron de
la cafetería los tres, Carlos sujetaba a Javier que tapaba su nariz que aun
sangraba abundantemente y Rodrigo un poco detrás de ellos los observaba sin
perderlos de vista.
Nos matará a
los dos dijo Carlos, así que si tienes la maleta da igual y si no la tienes
también.
Maldita sea
dijo Javier y como vamos a deshacernos de él.
Aunque nos
quitemos a él de en medio, mi amigo Luis morirá él está retenido por Lucas que
era a quien teníamos que entregar la maleta.
Joder yo he
perdido a Lola, sacrificaremos a Luis pero debemos salvarnos nosotros hay
dinero suficiente para poder escapar de esta ciudad y sin mirar para atrás
comenzar en otra parte y olvidar esta pesadilla.
Quizás
tengas razón pero este tipo es un asesino y nosotros dos pardillos asustados.
Pues es hora
de que pensemos en algo el tiempo se nos agota. Quizás tengamos tiempo para
salvar a Luis nueve horas dan para pensar mucho.
Nueve horas,
si es el tiempo que queda para que Luis no acabe como Lola.
Ya pero
ahora que hacemos con Rodrigo.
Tengo la
solución. Sigueme el juego.
Javier se
desplomó a suelo fingiendo pérdida de conocimiento. Carlos se agachó para ver
que le sucedía. Cuando Rodrigo llegó a la altura de ellos preguntó que ocurría.
No se se ha
desplomado dijo Carlos.
Venga
levantale nos vamos, no tenemos que llamar a atención.
Javier
viendo el vehículo que se aproximaba para girar a la derecha en la esquina en
la que se encontraba empujó a Rodrigo a la calzada a mismo tiempo que el
vehículo que no tuvo tiempo de reaccionar pasaba por encima del cuerpo de
Rodrigo que fallecía en el acto.
Aunque
tuvieron que esperar a que llegase la policía pudieron declarar y decirles que
ese tipo les había amenazado y quería matarles por haber presenciado como
liquidaba a una camarera.
Eran las
cuatro de la tarde cuando salieron de comisaría solo quedaban cuatro horas para
el plazo pero la policía tenía la dirección donde se encontraba retenido el
amigo de Carlos.
A las cinco
de la tarde la policía detenía al jefe de una banda de traficantes de drogas
moriría en un tiroteo con la policía y ésta recataba a un joven que retenía que
se había negado a hacer de camello y que estaba herido de un tiro en la pierna
izquierda.
Eran las ocho de la tarde cuando Carlos visitaba a su amigo en el hospital, el plazo había acabado, por suerte, David había sido operado cojearía pero había salvado la vida, Javier aceptó repartir el dinero en tres parte iguales y todos mantendría la versión que habían dado a la policía.
Venganza consumada
La imagen
que le devolvía el espejo de gran tamaño de su vestidor no le disgustaba,
estaba desnuda frente al mismo, había cumplido cincuenta y dos años, sus
pechos aún firmes, no usaba sujetador para estar en casa, y su porte atlético
le hacían aparentar no más de cuarenta, -aún estoy de buen ver se dijo para sí-
pero una sombra de tristeza se dibujó en su cara, hubo un tiempo en que estuvo
a punto de destruirse física y mentalmente.
Recordó
cuando con dieciséis años se fugó de casa con el batería de un grupo que
actuó en la feria de su pueblo, era siete años mayor que ella y durante los
tres días en los que actuó vivieron un apasionado romance. La inexperiencia de
ella y la maestría de él para embaucar a jovencitas que cazaba en sus giras
hizo que aquello durase bien poco, también la intervención de la Guardia Civil
que un control de carretera identificó a la chica que llevaba dos meses
desaparecida y que la devolvió al hogar paterno y dio con los huesos del músico
en la cárcel acusado de tráfico de drogas y otros delitos.
El
instituto, bajo la estricta vigilancia de sus padres fue un bálsamo en su
azarosa vida amorosa. La universidad fue otro cantar lejos de su pueblo sin el
control paterno se dio a todo tipo de orgias sexuales en las que tenían cabida
todo lo imaginable y más, cierto es que no era mal estudiante y sacó su carrera
de medicina como tenía previsto, pero entre los chicos su fama de promiscua le
había costado más que un disgusto.
Nadie la
creyó cuando fue violada por tres chicos de la facultad, fue el último año de
carrera, todo ocurrió muy rápido, se encontraba haciendo footing en un parque
cercano a su residencia, no oyó venir al coche que se aproximaba a ella a poca
velocidad, solo cuando sintió que una mano le tapaba la boca y otra la sujetaba
por la cintura levantándola del suelo e introduciéndola rápidamente en el
vehículo.
Los
identificó en una rueda de reconocimiento ante la policía pero aseveraron que
fue sexo consentido y la fama que la precedía y que estos eran hijos de
importantes personajes públicos y políticos el caso se archivó, suerte tuvo que
no se le acusase a ella de falsa denuncia.
A partir de
aquí cambió totalmente su vida, abortó cuando supo que estaba embarazada
por este acto delictivo, y por un problema surgido supo que jamás podría ser
madre, se refugió en su profesión de médico, donde se especializó en
cardiología y a estas alturas de su vida le procedía una notable buena fama.
Estos
recuerdos provocaron una mueca de tristeza en su cara que borró con la sonora
carcajada que emitió y que sonó fuertemente por el eco producido por la forma
cónica de su vestidor.
Acababa de
ducharse frotando su cuerpo enérgicamente con una esponja vegetal, para
eliminar la sangre que le había salpicado a sus brazos, cara y cuello cuando
clavó un estilete en la carótida de Ramón, habían pasado veintiocho años desde
que fue mancillada los mismos que llevaba rumiando que se vengaría de tan vil
acto, y ahora había consumado su venganza, a Pedro y Adolfo ya los había
despachado.
Las noticias
de todos los telediarios abrieron con el asesinato de Ramón Santos Guerra, por
su cargo de Senador. Apuntaban a un posible robo, aunque no descartaba otras
causas hasta avanzar con la investigación.
Diez días
más tarde el cadáver de un drogadicto muerto por sobredosis cerraba el caso del
asesinato del senador ya que se encontró la cartera del mismo en su poder y se
pudo comprobar movimientos de la tarjeta con cantidades equivalentes al importe
de la droga hallada en su poder.
Como sucedió
con los anteriores todo marcha bien para sus intereses. Recordó como acabó con
Pedro. No la reconoció cuando la vio en el hotel donde ella había acudió a un
congreso de médicos y él a una conferencia de un doctor de economía de EU a la
que había sido invitado por su relevante posición académica en este campo.
Coincidieron en el Restaurante cuando ambos acabaron sus eventos, y se
disponían para cenar, ella había asistido al congreso sabiendo que se
encontraría con él ahí, así que planeó el modo de acercarse por lo que procuró
que no solamente no la identificase sino que nadie pudiese atestiguar que se
conocían con anterioridad. Fue más fácil de lo previsto la suerte estuvo
de su parte y solo a la imprudencia pudo achacarse su muerte. El congreso de
medicina acababa un día antes que el de él, así que ella reservó habitación en
un hotelito en un pueblo cercano a la ciudad donde se había alojado para el
evento y le pidió a él que fuese allí cuando acabase.
Tan feliz se
las prometía de que pasaría una velada con la doctora que acababa de conocer
durante los tres días que duró la conferencia que a pesar de que durante todo
el día había estado diluviando no dudó en desplazarse en su moto BMW K 1600 B,
en vez haber cogido un taxis o posponer su cita. Tres horas después de las
previstas para su llegada la doctora veía las noticias en la pequeña pantalla
de la televisión de su cuarto, que Pedro Santiago Ríos doctor en económicas y
uno de los asistentes al congreso que había tenido lugar desde el pasado lunes
en Madrid, había fallecido en un accidente de tráfico al estrellarse su moto
por exceso de velocidad con un camión que se encontraba averiado en la
carretera comarcal cerca de la capital de España.
No era como
lo había previsto pero de un modo u otro era por su causa y no tendría ninguna complicación
en seguir con sus planes, ya que desde el asesinato de Adolfo habían
transcurrido un año y había sido así porque se sintió en peligro de ser
descubierta.
Adolfo había
acudido al hospital donde ella trabajaba quiso la casualidad que estuviera de
guardia cuando le pasaron al paciente aquejado de dolor en el pecho y fatiga al
respirar, en cuanto vio su datos le identificó, ordenó rápidamente hacerle un
electro y una radiografía para determinar los síntomas confirmando que lo que
padecía era un infarto preparó su ingreso en la UCI hasta poder efectuar un
cateterismo.
Pensó que no
era capaz de hacerlo pero su determinación de vengarse fue superior y puso su
saber no en salvar la vida de quien además había sido el que arrastró a sus
amigos a cometer tan vil acto con ella, eso lo supo por la conversaciones que
ellos mantenían durante las tres horas que estuvo retenida, siendo violada por
todos ellos, sino en acabar con un tipo tan miserable.
La enfermera
de la UCI, oyó los bip que emitía el monitor y llamó a la doctora Luisa Montes
que estaba de servicio, ésta acudió rápidamente y comprobó que la presión era
de 80/55 y el pulso había descendido a unas cuarenta pulsaciones por minuto, el
bip de monitor se hizo cada vez más rápido y hubo una sucesión de extraños
desdoblamientos del tono cardíaco, sabía muy bien que esa serie de
desdoblamientos solían preceder al paro cardíaco. Los desdoblamientos iban en
aumento, hasta que los latidos normales desaparecían y el bip electrónico del
monitor comenzó a trazar un dibujo sin sentido. Observó que irremediablemente
iba a tener un paro, la doctora no se explicaba lo que había sucedido
aparentemente una hora antes había superado un primer ataque y estaba
estabilizado, su jefa la doctora Emma Ríos había ordenado el ingreso en la UCI
de este sujeto, toda la medicación y dosis prescrita era correcta pero el
resultado no había sido el esperado, el paciente entraba en un segundo paro que
aunque aplicó medidas de reanimación cardiopulmonar básica, no conseguía
recuperarlo, pidió a la enfermera el DEA (desfibrilador externo automático),
preparó al enfermo para aplicar la descarga y volvió a aplicar RCT (reanimación
cardiopulmonar básica) durante más de diez minutos, pero no había respuesta,
comprendió que no había nada que hacer y certificó la muerte a 21,45H.
Ahora su venganza estaba consumada todos estaban fallecidos Adolfo, Pedro y Ramón, nada le hacía presagiar que fuera ligada a la muerte de estos tres tipos que habían muerto en tres años distintos y por causas totalmente diferentes.
Volver a empezar
Se desnudaba
con parsimonia muy lentamente, obligada por aquel tipo que había pagado
cincuenta euros por estar con ella solo media hora. Le repugnaba verse obligada
a ejercer la prostitución, pero ciertamente había intentado buscar trabajo y si
quería conseguir algo tenía que claudicar acostándose con quien le ofrecía un
mísero salario por diez horas de trabajo, así que se decidió, si tenía que
acostarse para conseguir salir adelante lo haría al menos ganando una suculenta
cantidad mensual que le permitiera poder dejarlo en poco tiempo.
No consideró
que el terreno que pisaba le era desconocido y que a la larga podría ser su
perdición. Al principio le iba a costar su salud, le producía tantas nauseas
cuando tenía que hacer una felación que una vez que acababa con el cliente,
vomitaba hasta quedar exhausta, el problema era que a lo largo de una noche de
trabajo realizaba tres o cuatro servicios. Nunca se acostumbraría del todo pero
acabó por sobre llevar sus arcadas y al menos después de varios meses consiguió
evitar los vómitos. Pero se lavaba con tanta energía los dientes que
acaba sangrando por las encías.
Aquel tipo
que ahora estaba en su alcoba no quería sexo, sólo que se desnudase para él y
que se dejase besar. Nunca besaba cuando ejercía la prostitución, pero había
accedido teniendo en cuenta que al menos no sería penetrada.
Cuando se
desnudó completamente, la besaba dulcemente en la frente, las mejillas,
levemente en sus labios, el cuello, el pecho, lamió sus pezones, y continuó
bajando lentamente besando cada centímetro de su piel, acabó arrodillado ante
ella. Besó su sexo con delicadeza, agarrado a sus glúteos que masajeaba y
acariciaba.
Por primera
vez desde que ejercía la prostitución sentía que era ella quien dominaba no quien
era sometida, aunque en realidad nada había cambiado, ella era sólo un objeto
de placer comprado a tiempo definido. Se estremeció cuando el tipo con
habilidad hurgaba en su sexo buscando procurarle encontrar el punto que
le hiciera sentir un atisbo de placer.
Se sentía
extraña e incluso agradablemente confortada por lo cual no pudo evitar llegar a
tener un orgasmo en el mismo momento en el que su cliente se corría sobre sus
piernas.
Sin mediar
palabra pasaron ambos al baño donde se ducharon casi sin rozarse, sólo cuando
se estaban secando el tipo le dijo: -vendré todos los días si tú quieres-. No
supo que contestar sólo musitó. -Será muy costoso para ti, y para mí sólo es un
servicio más-.
Dicho esto
no estaba muy segura de que le estaba pasando pero por primera vez, se despidió
de su cliente, besándole en los labios y dejándole su número de teléfono
privado.
Pasaron
varias semanas y ni el cliente había vuelto y ni tan siquiera le había llamado,
pero no podía quitárselo de su cabeza. Desde esa cita, cada día que llegaba al
club escudriñaba cada rincón del antro con el deseo de verle entrar o
encontrarle en algún lugar de la barra. Se sentía desanimada cuando pasaban las
horas y no llegaba.
Tres semanas
más tarde, nada más abrir el club, le vio entrar, con la mirada fija en las
chicas y le dedicó una amplia sonrisa cuando la descubrió. Con paso decidido se
dirigió hacia ella y elegantemente se deshizo de las compañeras que buscaban
captar su atención para tener un hacer con él.
Hola, ¿no me
has llamado? le dijo ella nada más tenerlo cerca.
-Lo siento,
no me he atrevido. No quería sufrir por si no me lo cogías o me colgabas al
saber quién te llamaba-.
Quería saber
de ti, en realidad durante estas semanas me he sentido como una adolescente
esperando su primera cita. Será mejor que pidamos una copa para seguir
hablando, si quieres la pago yo dijo ella. La próxima la pagas tú y podemos
disponer de todo el tiempo que queramos.
-Vaya
negocio vas hacer hoy-.
No me
importa, ahora me gustaría no estar aquí
-¿Dónde te
gustaría estar?-
Obviamente
en cualquier sitio menos en este lugar
-¿Por
qué estás aquí?-
Es difícil
de explicar o de entender, según quien me juzgue
-Yo no te
voy a juzgar, sólo intento comprender porque la vida nos lleva por caminos que
a veces más que hacernos felices nos acarrean más infelicidad-.
Estoy de
acuerdo contigo tienes toda la razón, pero aunque tú estés al otro lado también
estás aquí. ¿Por qué?
-Quizás,
sólo quizás era para encontrarte-.
Que estás
diciéndome.
-Sin duda no
es la mejor declaración de amor que hayas oído en tu vida, y sin duda el sitio
menos indicado, pero me gustaría que nos conociéramos. Ahí fuera hay una vida
que te mereces vivir-.
Se quedó
noqueada, sin duda había soñado con esta situación desde el primer minuto que
pisó el club como medio de subsistencia pero todo era tan precipitado que le
producía un mareo en su cabeza que la dejó sin respuesta.
Él la
observaba con la copa en la mano que llevó hasta su boca y bebió un sorbo del
whisky que contenía que sin duda era el peor que había probado en su vida.
Tanto que al pasar por su garganta no pudo evitar carraspear para aliviar el
trago.
-No tienes
nada que decir dijo él-
Ella como
volviendo en si dijo: No nos conocemos, es un sueño que he experimentado todas
y cada una de las noches de los diez meses que llevó aquí. Pero nuestros mundos
son sin duda distintos.
-Sí, pero
por algún azar del destino se han juntado, ¿por qué no caminar juntos a ver
dónde nos lleva?-
¿Y si no nos
lleva a ninguna parte?
-Siempre
será mejor que en el punto donde nos encontramos. Perdona por mi reflexión pero
yo estoy sólo, perdido, dejándome llevar a un mundo de vicios que acabarán
matándome. Y tú, es evidente tu soledad, tu tristeza y tus noches vacías,
llenas de sexo que te repugna-.
Sin duda
tienes razón y tú reflexión es correcta pero hay que estar mal de la cabeza
para tomar una decisión así.
-¡Vaya ahora
eres tú quien te juzgas!-
-Volver a
empezar. Cuantas veces nos hemos hecho esta pregunta, cuántas veces hemos
pedido a nuestro Dios o a quien nos guíe que nos diera la oportunidad de volver
a empezar-.
Joder que
fácil lo planteas, visto así. Pero dime ¿qué te atrae de mí?
-Sería mejor
decir que me aportas tú. Y eso es tanto como decir que eres la luz que guiaría
mi nueva vida-.
No te andas
con rodeos, ¿pero cómo estás tan seguro de que será lo más sensato que podemos
hacer?
-No lo sé,
sólo sé que es lo que quiero hacer y te propongo que lo pienses, estaré
esperando tu respuesta hasta la semana próxima. Sea la que sea aceptaré la
decisión que tomes, pero has de saber que si no te decides a dejar este antro y
vivir la vida que te ofrezco fuera de él no volverás a verme-.
¿Es una
amenaza?
-No, una
condición-. Y en ese caso volveré a pedir volver a empezar-.
Se sentía
confusa, tanto que en ese momento le daban ganas de gritarle que la llevará
fuera de ahí, que quería empezar una nueva vida junto a él. Pero al mismo
tiempo la frenaba un miedo que la atenazaba, a pesar de que sabía que cualquier
vida fuera del club sería vida y no sometida a los caprichos de unos depravados
adictos al sexo.
-Me gusta
cuando callas. Porque me hace tener esperanza-.
Vuelves a
hacerlo dijo ella.
-¿Hacer
qué?-
No sé si es
prepotencia o una asombrosa seguridad en ti mismo.
Iba a
besarla en la frente, cuando un borracho se interpuso entre ellos y colocando
sus manos en los desnudos muslos de ella le dijo: ¿qué furcia cuanto cobras por
una mamada?
Ella con
aparente tranquilidad colocó sus manos sobre las del tipo que la sobaba
descaradamente y levantándole los dedos corazones hacia arriba de ambas manos
los forzó hasta casi juntarlos con el dorso de las manos, lo que provocó que el
tipo chillara de dolor sintiendo la rotura de los tendones extensores de ambos
dedos.
Él la
observaba con satisfacción y hasta se sintió orgulloso de saber que podía
defenderse ella sola así que sólo dijo: te sobras y te bastas para hacer
aquello que quieras hacer.
Si pero
ahora debemos irnos rápidamente antes de que cabrito éste cuente al gerente lo
que le he hecho, aquí no se las gastan con buenas formas, la última vez que una
compañera agredió a un cliente que quería violarla delante de sus amigos fue
obligada a ser sodomizada por los seis energúmenos que con él le acompañaban.
-¿Y tus
cosas no las recoges?-
Aquí no
tengo nada, y nada me ata ya ha éste lugar me gustaría volver a empezar.
Se cogieron
por la cintura caminaron despacio para no llamar la atención y se dirigieron a
las habitaciones donde las chicas practicaban sexo con los clientes,
recorrieron un largo pasillo con puertas a un lado y otro del mismo, forzaron
la última de la derecha que estaba cerrada con llave y era una oficina,
rebuscando en el primer cajón de la mesa de despacho encontraron unas llaves
que abría una puerta que comunicaba ésta con el exterior, corrieron hasta el
automóvil de él que por suerte estaba aparcado cerca, y una vez dentro
arrancaron el auto y salieron del recinto, ella tumbada sobre los asientos
traseros para no llamar la atención aparentando así que era un cliente que
abandonaba el local.
Mientras
tanto en el club el borracho que apenas podía hablar por su estado de
embriaguez y por el terrible dolor al tener los tendones rotos intentaba
explicar lo sucedido.
Dos porteros
buscaron en las habitaciones a la chica y a su acompañante, para cuando se
percataron de su huida los fugitivos estaban a salvo.
Dos días
después en la habitación de un lujoso hotel a mil doscientos kilómetros del
club por primera vez después de diez meses sometida a ser moneda de cambio
disfrutaba del sexo con un hombre que la volvía a ser persona, la respetaba la
amaba y sobre todo ambos se daban la oportunidad de volver a empezar.
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